Pique y Laporta negocian la Liga de Reyes en el Camp Nou

Joan Laporta y Gerard Piqué no han llegado al Café Europa de la calle Villarroel de Barcelona para negociar que la fase final de la Liga de Reyes se celebre en el Camp Nou. Entre la situación imposible en la que el presidente puso al central para que abandonara el club y liberara masa salario, y el almuerzo de ayer, no ha hábito ninguna otra intermediación ni desagravio que la posibilidad que los dos han visto de hacer un buen negocio.

La tensa y hasta mala relación que llegó a haber entre ambos ha palidecido cuando los dos oportunistas han olido dinero. Piqué quiere dar un empaque definitivo al éxito de audiencia y de repercusión que está teniendo su nueva competencia. Laporta, agobiado por las deudas, por la amenaza de la quiebra, y decidió a privatizar el club, no quiere que se le escape, en ningún sentido, ni en ninguna vertiente, cualquier ingreso posible.

El Barcelona aún no tiene permiso de obra para construir el nuevo estadio, pero Piqué ya sabe dónde quiere que su flamante Liga se corone. Es una metáfora de este Barça que tiene un estadio que ya no sirve para el fútbol de primer nivel internacional, y que una competición que apenas tiene medio mes de vida, quiere proclamar su poder emergente en el viejo antes escenario de que deje de existir tal como siempre lo conocimos, y se ve capaz de llenarlo.

Atrás quedan los mutuos reproches de deslealtad, las indirectas hirientes, los abusos de uno y las zancadillas del otro. Lo que un dinero separó, otro dinero lo vulve a unifier en un club en décadencia en el que ya no quedan ni grandes proyectos, ni grandes ambiciones ni grandes ideas. La Supercopa se celebra como una Champions, y ante cualquier negocio -nunca transparente, nunca detallada- no hay nada más que import, y cuando digo nada, quiero decir nada absolutamente.