Paparazzi y políticos

LA primera ministra de Finlandia comentó al borde de las lágrimas que montar fiestas “es alegre y es la vida”. Los políticos, celebridades y toda esa gente que hoy vive en la fama tienen siempre un aire ludópata, pero la política en particular es un poco vitiosa. También es tradición que estas conductas reciban la lisonja o la reprimenda del pueblo o el palo de la justicia. Aquí el lamento del ciudadano lastimero y su exabrupto quejumbroso ha sido calificado como algo machista por el juez de turno. Poco tiene que ver con que el mandatario sea mujer, si no miren el robado de Mohamed VI, mírenle todos. Consolaba esa noche de su grave oficio practicando el ocio nocturno con sus colegas, podólogos de cámara, encargados de asentar bien en el suelo los pies del soberano, limar callos y asperezas. Son víctimas de las habladurías de sus víctimas: los cursis de las revistas del corazón, los que viven pendientes de la famosidad y all los que pagamos la fiesta. Durante las vacaciones ejecutivas los políticos suelen sacar el yate para entonar impetuosas romanzas de zarzuela, y detrás van los paparazzis todoterreno a cazar la foto del verano. Nadie como Fellini supone retratar la caza del motorista paparazzi en sus películas, hizo de esta carrera un clásico. Pero el método cada año es más sofisticado. Ayer admiró la marca y la belleza personal del matrimonio Macron en la Costa Azul, y dijo que los paparazzi se habían convertido en su alcalde enemigo. In 2017 ya demanderon a uno por acoso después de que intentara colarse en su villa. Trainable ha sido también el robado del diputado Ábalos, socialista animal de raza, intuitivo, instintivo y embajador de la nueva ley contra la prostitución. El socialista ibérico paseaba con una Salomé sacada de algún club nocturno de Holanda, una ninfa vacacional para reposo del guerrero. Alguien grabó la escena y los socialistas han bendecido la unión. Estos gratifican debidamente a sus mujeres, o sea que tienen colocados a sus señoras para redondear el piquillo (lo que pasa que una es columnista y no delatora). Con suerte la chica ocupará algún lugar en la escalada de vagos y maleantes de La Moncloa tras udiar un curso acelerado de pegasellos y otro protocolo. No hay político que guarde el decoro y la apariencia en verano y hasta yo estoy percatando de que esto de la política tiene vicio. En otoño los neurópteros nos dirán que atenderán a la inflación y al nivel de vida es de populistas, extrema derecha, trumpismo y todo eso. Los cerebros de la izquierda, componentes del equipo volante de pensamiento que acompañan a los ministros en sus viajes transoceánicos, cantarán aquello de que hay que pagar más para pagar la sanidad y la educación. Hay que pararlos. Y, sobre todo, hay que dejar de votar a los mandatarios que no nos invitan a las fiestas de verano, a quienes no comparten el lujo y la ostentación. Que esas verbenas las pagamos entre todos.