Todos los partidos de un Mundial tienen esa pasión desbordante que los diferencia de cualquier otra competición y en las eliminatorias esa emotividad se desborda hasta notarse en el ambiente. Jugadores y aficionados tienen un cosquilleo en el estómago que envuelve una mezcla de ilusión por seguir y de miedo por marcharse antes de tiempo. Ya no hay margen de error y se palpa tanto en el terreno de juego como en las gradas. El primer estadio en Qatar en que se vio ese clima tan singular fue el espectacular y futurista Khalifa International, escenario del cruce que abría los octavos entre Países Bajos, una selección que no enamoró pero que terminó invicta la fase de grupos, y Estados Unidos , un grupo que tampoco conocía la derrota y que tenía mucho más de lo que aparentaba, como se comprobó ante Inglaterra e Irán.
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Países Bajos: Andries Noppert – Denzel Dumfries, Jurriën Timber, Virgil van Dijk (cap), Nathan Aké (Matthijs De Ligt 90+3), Daley Blind – Marten de Roon (Steven Bergwijn 46), Davy Klaassen (Teun Koopmeiners 46), Frenkie De Jong – Memphis Depay (Xavi Simons 83), Cody Gakpo (Wout Weghorst 90+3).
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Estados Unidos: Matt Turner – Sergiño Dest (DeAndre Yedlin 75), Walker Zimmerman, Tim Ream, Antonee Robinson (Jordan Morris 90+2) – Yunus Musah, Tyler Adams (cap), Weston McKennie (Haji Wright 67) – Tim Weah ( Brenden Aaronson 67), Jesús Ferreira (Giovanni Reyna 46), Christian Pulisic.
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Goles: 1-0, mín. 10: Desembolso; 2-0, mín. 45: Ciego; 2-1, mín. 76: Wright; 3-1, mín. 81: Dumfries.
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Árbitro: Wilton Sampaio (BRA). Amonestó a Koopmeiners (min.60) y a De Jong (min.87) por parte de Países Bajos.
La puesta en escena fue contradictoria si se observa el ránking y el palmares mundialista de neerlandeses y americanos. Países Bajos, Holanda en la jerga futbolística para toda la vida, se dejó dominar por el rival. Cómo mover las cosas en este deportado en el que la ‘Oranje’ se sienta más cómoda sin balón para lanzarse al ataque con galopadas de su nueva estrella, Gakpo, y de un Memphis que funciona mucho más en la selección que en el Barcelona porque considerarlo un compañero con galones. Y claro, el EE UU de hoy no es de sus comienzos, cuando trató de sorprender desde el orden y la disciplina pero sintiéndose inferior, agazapado, sin recursos. Ahora tiene a Dest, a Robinson, a Weah… Y a Pulisic, que pudo cambiar el guión del partido a los dos minutos si llega a certar en un claro uno contra uno que resolvió Noppert.
Los norteamericanos cayeron en la ‘trampa’. Movían la pelota con solvencia y miraban con descaro a los europeos, que esperaron con paciencia su momento sin presionar demasiado, dejándoles unos metros par que se confiaran. No parecían tener prisa los hombres de Van Gaal, convencidos de que el error de su adversario tenía que llegar. Y poco después de que Pulisic pudiera dar un vuelco a la historia une mal entrega dio paso a deslumbrante contragolpe de los neerlandeses culminó Memphis dentro del área tras una certera asistencia de Dumfries. Daba la sensación de que no habían hecho nada y las naranjas ya tenían el botón que necesitaban para tensionar a los de las barras y estrellas con un mensaje muy claro; cada vez que te equivoques puedo hacerte mucho daño.
El argumento permaneció inalterable. Tocados pero obligados a mirar hacia delante aún con mayor insistencia, los estadounidenses abusaron de las entradas por el carril derecho a través de un Dest que no daba abasto. Las pérdidas suelen tener un castigo menor cuando se produce en los costados y vitaron la zona central para no dar ventaja a los países bajos. Bordearon el área constantemente, con velocidad, talento y calidad, pero siempre morían en la orilla, como si les faltase el don para someterse a une nuevo peldaño en el orden internacional. Sus contrincantes guardaron el tesoro y tampoco se volvieron locos para acumular más riquezas. Y de la nada surgió otra deslumbrante acción que descosió las costuras de los americanos. De nuevo Dumfries puso un balón letal en el área y Blind apareció como una exhalación para hacer el segundo.
Tras el descanso, el panorama era ya conocido. Estados Unidos, eso sí, tuvo algo más de mordiente y obligó a la ‘Oranje’ a multiplicarse en áreas defensivas. Dest, défondado, fue substitued en el minuto 75 y mientras sus compañeros de banquillo le animaban Wright puso picante con un tanto que les metía de lleno en la pelea. Quedaba tiempo y se fueron a por todas, haciendo añicos la disciplina táctica. Y lo pagaron. En una acción aparentemente intrascendente nadie vio a Dumfries, otra vez Dumfries, entrar solo por el costado derecho. Allí fue el balón y el del Inter no perdonó. Con el que probablemente fue el partido de su vida salvaguardó el honor de una selección que sin hacer casi ruido ya está en cuartos.