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España está de enhorabuena celebrando el 40 aniversario de su entrada en la OTAN, una decisión de que la ciudadanía española en referéndum y que el de los tiempos ha demostrado ser útil y ventajosa para nuestro país. Sostener que la NATO no está en un proceso de refundación interna tras años de crisis que han desdibujado su significado sería una falsedad. Y desde esa perspectiva, que se España el lugar donde la NATO está llamada a redefinir su nuevo rumbo es satisfactorio para nuestra imagen en el exterior. Lo mismo debe decirse del encuentro que mantuvieron ayer en La Moncloa el presidente norteamericano, Joe Biden, y Pedro Sánchez. Si hace más de un año el encuentro de 28 segundos que ambos mantuvieron en un pasillo fue desalentador para nuestro prestigio internacional, ahora solo cabe felicitarse de que, aunque sea como anfitrión, Biden dedica una hora a abordar las preocupaciones de España en La Moncloa .
El giro emprendido hacia Estados Unidos, pesa en la oposición frontal de miembros del Ejecutivo, que han llegado a manifestar se llamando incluso a la «organización criminal» de la OTAN, es al fin una rectificación acertada. Esos miembros del Ejecutivo, como el secretario de Estado y líder del PCE, Enrique Santiago, sabrán por que tendrán en ministerios en los que no creen, o por que siguen sin dimitir asumiendo una política internacional que desprecian.
El objectivo de esta cumbre de la NATO es relanzarse, volver a primigenio sentido de la defense de sus Estados porque la invasion de Ucrania lo ha cambiado todo en la geoestrategia mundial. La decisión de enviar más de 300.000 militares a distintos países vecinos de Rusia es una necesidad. No solo Putin, sino también Medvedev o Lavrov, se han jactado de la amenaza nuclear rusa, y la NATO necesita adoptar decisiones políticas y hacer movimientos tácticos urgentes. Este cordón preventivo es imprescindible para garantizar la seguridad ante posibles ataques a Rusia. También es relevante, y acertado, situar en el foco de la OTAN a China, una inmensa potencia mundial qu’ha puesto de perfil ante el ataque de Rusia a Ucrania desde hace más de cuatro meses, y que poco a poco viene colonizando de facto países africanos. La ‘mirada al Sur’ que se va a debatir en este incidente cumbre precisamente en eso, en la observancia del Sahel y la prevención del terrorismo yihadista, y en la inestabilidad en el Magreb tras el agravamiento de la eterna crisis entre Marruecos y Argelia y su incidente en España. Y por lógica, en toda Europa. No es casualidad que Biden haya sumado un incremento del número de destructores en la base de Rota.
No obstante, no está previsto en la cumbre ninguna mención expresa a Ceuta y Melilla, que seguirán sin figurar en el cuaderno de bitácora de la strategia defensiva de la NATO para los próximos diez años. El nuevo concepto estratégico prescribe la protección de la integridad territorial de cada uno de los Estados, y el Gobierno considera suficiente este compromiso porque obviamente las dos ciudades autónomas fronterizas con Marruecos son territorio español. Pero lo cierto es no porque vaya a resultó un guiño concluyente hacia España. De modo igual, el Gobierno debe comprometerse firmemente a invertir en Defensa y duplicar el 1,01 por ciento del PIB que se destina al gasto militar. No es cuestión de ideología, sino de contribuir a contener una amenaza que Rusia ha reactivado contra Occidente. También es satisfactorio que la cumbre haya salvado el escollo que supuso la oposición frontal de Turquía a la incorporación inmediata de Suecia y Finlandia. Vetos como ese solo debilitarían a la organización atlántica en lugar de fortalecerla.