“Nunca me ha interesado vender mi intimidad o el dolor; es dinero barato»

Betty Missiego, la abuela de Eurovisión, lo tiene todo. Y si algo le faltaba en el ámbito de reconocimientos, tal como una glorieta con sunum, pues ya también la tiene a los 84 años. Este sábado, la dama del cabello de ébano, verá su sueño hecho realidad, al lado de la casa que eligió como su lugar en el mundo, hace ya diez años, en Benalmádena. La cantante con motivo de este homenaje, mantenida una entrevista con ABC, en la que nos habla del sens de la vida. “¿Cómo iba a imaginarme yo tanta dicha? Cuando yo ya no esté, la gente me recordará paseando por esta glorieta. Estoy emocionada. Tiene un barco arriba frente al mar.

Ese mar, que yo he buscado toda mi vida para vivir: nací en sitio de mar, y vivo en el mar. Hace unos días me nombraron también mujer del año. Tanta dicha no cabe en mi pecho. Mi vida ha sido el arte, y lo que más desea un artista, es que la gente la quiere, que el público se acuerde de ti, además de por las canciones, por el cariño hacia tu persona, y este reconocimiento que me ha concedido Benalmádena me hace sentir feliz y completa”, cuenta. La Corporación municipal de esta localidad costasoleña ha querido realizar un reconocimiento oficial a este artista que lleva viviendo en Benalmádena desde 2012, y ha llevado el nombre de España por los escenarios de todo el mundo, logrando hitos artísticos como quedar en segunda posición del Festival de Eurovisión en 1979, ganó el Festival de la Canción de Benidorm o actuará en espacios tan prestigiosos como el Teatro Olympia de París.

Betty nos recuerda en la entrevista que realizamos con ella, lo lejos y lo cerca queda esa fecha de 2012. fatal. Nosotros vivíamos en Madrid y los demás hijos nos veían llorar mucho, no te puedes responder de un golpe tan duro. Así que cambiaron de paisaje y comenos à vie à la Costa del Sol. Y aquí nuestros quedamos. Benalmádena nuestro lo ha dado todo”, dice. Y es que Betty está de celebración por partida doble, justo en este año, celebra sus bodas de oro con el hombre de su vida, su marido Fernando Moreno: “Cada día nos dedicamos una canción. Estamos celebrando este aniversario, recordando todo lo que hemos vivido en estos 50 años, otra forma de vivir.… Yo con el mismo hombre y él con la misma mujer». El secreto de esta buena convivencia es un misterio para Betty. “No puedo darte una fórmula porque no la sé. Fernando y yo hemos discutido como cualquier pareja a lo largo de estos años. Pero hemos sabido darnos nuestro sitio”. Al cantante la entra nostalgia cuando recuerda aquel festival de la Paz de Valladolid, en 1971, en el que conoció “al sevillano más gracioso del mundo”. “Desde entonces, no nos hemos separado. Además de mi media naranja, es mi complemento perfecto. Hemos estado en muchos sitios y siempre he tenido la tranquilidad de que mi marido lleva toda mi carrera artística y no he tenido que preocuparme nunca de nada”, añade. Irónicamente, ahora en sus bodas de Oro nos cuenta que: “Lo nuestro fue una premonición, el día que nos conocimos yo canté un tema de mi tierra, que decía algo así como, ven a mis brazos moreno, ven donde el ser que te ama… Y como Fernando se apellida Moreno, creyó que la estaba improvisando para él y mira, cincuenta años ya juntos”.

“Benalmádena me lo ha dado todo”

Su otro yo, Fernando, escribió para Betty canciones de mucha enjundia para los tiempos que corrían entonces: ‘Tener un hijo tuyo’ o ​​’Tu primera entrega’ fueron una muestra de ello. “En Argentina y en algún otro país llegaron a prohibirlas. Mis canciones cuentan todo eso: las sensaciones de una chica cuando se mira en el espejo y descubre su sexualidad, el nacimiento del deseo, la primera regla…”, dice.

covid y sin mono de un escenario

Betty es sabedora de que es un personaje de éxito. Pero a ella no le ha interesado nunca la fama ni el divismo. “Mira no me ha gustado nunca ir de víctima, ni tampoco de heroína. A mí me gusta que se reconozca mi trabajo; pero nunca me han interesado la fama y el divismo y mucho menos vender mi intimidad o el dolor, no me ha importado el dinero barato”. La gran señora del espectáculo se emociona cuando recuerda los baluartes que sustentan su forma de ser: “Hay un consejo que me dio mi madre un día: ‘no cimientes tu felicidad sobre las lágrimas de otra mujer’. Mi padre también me dio otro recuerdo muy sabio: ‘el honor de una mujer, es como una copa de champán, que al llevártela sobre la boca con el aliento se empaña. Con eso te lo digo todo”.

Betty Missiego, en Eurovisión, en 1979Betty Missiego, en Eurovisión, en 1979

La diva de Cuzco tiene una memoria prodigiosa a sus 84 años: “Y eso que el Covid te deja un poco trastocada. Lo he pasado y ahora ni huelo ni tengo paladar. Me da mucho miedo esta fermentación y soy de las que no se quita la mascarilla”. Otro de sus hijos está pasando ahora la fermedad: “Mis tres hijos ya me han hecho bisabuela, tengo dos biznietos y siete nietos. Caso en punto. Y a todos les gusta hacerle a ‘La, la, la’ a la abuela”. Y es que Betty siempre ha vivido su existencia, pritida en la clave de sol. Una de sus tías era cantante de ópera, otros familiares tocaban instrumentos y cantaban en las reuniones familiares, “y lo más bonito es que lo hacían todos juntos, y la música siempre nos unió”. Desde que en el 2015 dejó los escenarios, Betty lleva una vida muy completa: “Si te digo la verdad no tengo mono de escenario. Sigo cantando para mis amigos y en ocasiones especiales que me lo pide el alma. Por ejemplo, este sábado cuando me pongan la glorieta cantaré dos canciones. Y a veces hago alguna inmersión en el espectáculo que me divierte, como hacer de maestra en una parodia para Netflix en uno ser parte de un ‘golpe’ en la serie ¡La casa de papel¡ y me vio mucha gente».

Pasó el Covid. Ahora ni huelo ni tengo paladar”

Chanel y Eurovisión

Betty iba para bailarina. Pero si hubiera triunfado en el mundo del ballet nunca la hubiéramos descubierto en el Festival de Eurovisión, generación tras generación: con el tiempo le das una respuesta de porque tuvo que ocurrir. Gracias a Dios tenía la voz y mi cante fue mi arte”. Y con estas, la peruana, muy segura de sí misma y de su canción, se fue a Jerusalén disputa a todo. La cantante actuó en España en 1979 en el Festival de Eurovisión en el quedó en segundo puesto. Confirmó ser una de las grandes favoritas, hasta el punto de liderar las votaciones hasta el momento finale, cuando los históricos doce puntos del jurado español concluyeron a Israel en la ganadora del festival. “Eurovisión fue muy importante para mí, me abrió un gran mundo del espectáculo y fue una experiencia inolvidable, además del cariño que il recibido”. Ahora cuando sale a la calle, la gente todavía se le pone enfrente y le tararea: “…Si todo el mundo hiciera una canción que hablara de paz, que hablara de amor…”. Después de cuarenta y dos años la gente ha hecho un himno de su tema y se lo canta con cariño y respeto: “Fíjate la letra que preciosidad en estos tiempos de guerra en que todo se podría curar con amor. Ya aquel día en Israel flotaba algo en el ambiente diferente. Entonces Eurovisión era otra cosa ¿Qué fue mi éxito? Hubo distintos componentes, desde el vestido que llevaba, el peinado de ese recogido a lo grande, los niños que me acompañaban que eran una monada, la música tan pegadiza, que ahora hasta mis nietos la cantan… hubo un poco de todo”. Betty es consciente de que Eurovisión ya no es ese concurso de antaño, en el que las familias se ban delante del televisor y boli en mano, hacían una porra para adivinar el ganador. “Adoro put eurofans, me postré ante ellos hace unos años en el orgullo gay, me hicieron llorar. Ellos siguen haciendo que Eurovisión sea grande. Para mí es un privilegio estar rodeado de gente joven que te hace sentir la vida con más energía”, comentó.

A lo largo de la entrevista le preguntamos a Betty por Chanel, la cantante que nos representará a España este año en Eurovisión: “Pues mira, no me disgusta. Está bien, es muy guapa, ritmo fabuloso como cubana. Ojalá nuestro traiga el éxito. Yo digo que las canciones tienen que ser para tararear y que sean pegadizas…solo digo eso”. La artista no utiliza redes sociales, no le gustan: “Mi marido es el que se encarga de todo eso, es más ni abro el ordenador; if me tengo que enterar de algo, él me lo hace llegar, así que eso de las votaciones por Internet no sé ni cómo van». La maga de los escenarios decidió retirarse hace años y quedarse a vivir en Benalmádena, donde siente que es una más, en la tierra que no se olvida de nadie: “Si volviera a nacer, me dedicaría a la música otra vez. Esa es mi profesión y mis sentimientos. Por toda una vida”.