Muere a los 80 años Núria Feliu, icono de la canción catalana

Núria Feliu, la voz del cuplé y el bolero a la catalana de la segunda mitad del siglo XX; el artista que creó la Nova Cançó por el piano de Tete Montoliu y acabó convertida en la pieza capital de Cataluña yeyé, ha desaparecido este viernes a los 80 años. Cinco discos, más de 400 canciones grabadas y un sinfín de colaboraciones con artistas de la talla de Joan Manuel Serrat, Raimon, Josep Carreras o Lou Bennett su el legado de una cantante que se retiró oficialmente de los guiones en 2005.

Nacida en Barcelona en 1941 y embajadora del barrio de Sants, en el que includedo llegó a tener una gigante a su imagen y semejanza, Feliu sufrió un ictus cerebral el año pasado cuyas secuelas no se habrían recuperado.

Núria Feliu, en 1965 en el Jamboree de Barcelona

Núria Feliu, en 1965 en el Jamboree de Barcelona Antoni capella

En 2011, música como Peret, Serrat, Marina Rossell, Sílvia Pérez Cruz y la Companyia Elèctrica Dharma, entre muchos otros, le rindieron homenaje en Liceo en el concierto colectivo “Núria Feliu 50/70”. Y en 2016, el espectáculo ‘La pols i l’era’ plantó una recuperación del pop catalán de los sesenta y consiguió que Feliu abandonase su retiro para reivindicarse como la Shirley Bassey de Hostafrancs.

Sería aquella una de las últimas actuaciones de un artista que en 2020 recogió el premio de Honor de la revista ‘Enderrock’ y que en los últimos años se mostró especialmente en cuestiones políticas y vinculada al proceso independentista catalán.

pionera del jazz

La Feliu, sin embargo, ya había comenzado a dejar huella mucho antes de todo aquello: ‘descubierta’ por Antoni Ros-Marbà a principios de los sesenta, cambió pronto el arte dramático por la música y pasó del escenario del Orfeó de Sants a Els 4 Gats, el primer grupo de Quico Pi de la Serra. Era la era de la Nova Cançó, movimento al que Feliu llegó bien acompañado por Francesc Burrull, Josep Maria Andreu y Jaume Picas, y del que salió para hacer historia de la mano de Tete Montoliu. Juntos grabaron en 1966 una discoteca que el tiempo ha convertido en mítico; una colaboración coronada por la presencia de Erich Peter, Billie Brooks y Booker Ervin y que la hizo pionera a la hora de adaptar al standard catalán de jazz.

Imagen - «Creo que la historia me ha castigado por no ser compositora de mis canciones»

“Creo que la historia me ha castigado por no ser compositora de mis canciones”

Ese mismo año, también junto a Montoliu, actuó en el Waldorf Astoria neoyorquino, uno de los hitos de una carrera que, de entonces, se atomizó para abarcar desde el cuplé y los boleros a los musicales y el country. Una variedad de registros que Feliu aprovechó para cantarle a Charles Trenet y a Barbra Streisand, sacudir El Molino con ‘El cuplet a Barcelona’, rendir homenaje a la Mistinguett, y alias con Los Guacamayos para verter al catalán boleros como ‘Nosotros’ y ‘Lo tío’. “No hay ningún género musical que no haya cantado en catalán”, solía decir una artista de swing elegante y profundo respeto por la cultura popular.

Núria Feliu, en los sesenta, en el Partenón de Atenas

Núria Feliu, en los sesenta, en el Partenón de Atenas H. SEGUÍ

En los ochenta, las actuaciones en la Cúpula Venus de Barcelona le permitieron dar rienda suelta su pasión por el musical y las bandas sonoras. ‘Memory’ y ‘Aplauso’ fueron algunos de los grandes éxitos de una cantante que si algo defendió con uñas y dientes fue la importancia del intérprete. “Creo que la historia me ha castigador por no ser compositora de mis canciones”, llegó a decir en 2020 tras recoger el premio de Honor de ‘Enderrock’.

In los noventa se trevió con la sardana y en 2002 apareció con ‘Amb un aire country’, disco en el que versionaba a Elvis Presley, Garth Brooks y Willie Nelson y prueba más o menos definitiva de la versatilidad de una cantante que, pese a su carrera musical, siempre se mostró bien dispuesta a trabajar en el cine junto a Teresa Gimpera, Ventura Pons o Rosa Maria Sardà. Ella misma se consideraba ‘cantactriz’ y así, como cantante y actriz, la recuerda la placa que desde 1987 preside la casa de plaza de Osca en la que nació. Un homenaje en vida que con el que ya quedó grabado en la piedra la relevancia de uno de los grandes iconos de la canción catalana.