Miguel Gracia, el extremeño que elevo su objetivo hasta las estrellas

Helena CortésSEGUIR

Para retratar las galaxias M81 y M82 (coloquialmente la nebulosa de Bode y la galaxia del Cigarro, respectivamente), que están a casi 12 millones de años luz de la Tierra, el extremeño Miguel Gracia estuvo casi seis horas apuntando con su cámara a estos objetos celestial. A sus 22 años, este estudiante de márketing y publicidad ha encontrado en la astrofotografía una afición con la que se ha enamorado, a través de las redes sociales, a casi 140.000 personas: “El tuit con mis fotografías lo han visto ya casi siete millones de personas. Eso quiere decir que a la gente le gusta la astronomía, así que tenemos que ver cómo acercarla a los jóvenes”.

A él la afición

no le viene de cuna ni de una fascinación infantil por el cielo, sino de su interés por la fotografía. “Soy una persona muy curiosa, así que cuando la astrofotografía se cruzó en mi camino, en octubre de 2020, decidí probar”, explicó. Entonces, el tocó hacer un curso acelerado de astronomía. “Levo un año leyendo muchísimos libros y artículos, porque para retratar las estrellas necesitas tener unos conocimientos técnicos mínimos. Hay que tener en cuenta que no siempre puedes capturar la imagen del cuerpo celeste que quieres por varias razones. La primera es que la Tierra está en movimiento, hay estaciones y distintas temporadas. El segundo condicionante es el hemisferio en el que estás, así que hay que ir adaptándose”, apunta.

La ventaja que tiene él es que en Cáceres, donde vive, en apenas veinte minutos en coche llega a “cielo maravilloso”, sin apenas contaminación lumínica. “Los compañeros de Madrid y Cataluña, por ejemplo, necesitan horas de coche para encontrar un lugar adecuado. Actualmente, existen monturas de seguimiento a las que les marcas el objeto que quieres fotografiar y apuntan directamente hacia allí. La mía es muy básica, así que tengo que saber antes dónde está el objeto. Es un método muy artesanal”, admite. Su equipo, por ejemplo, ronda los 1.500 euros. Los avances tecnológicos, reconocen, han democratizado el acceso a estos aparatos y han permitido que los aficionados como él puedan probar surerte en esta rama de la fotografía. “Una vez que tengo localizado lo que quiero captar apunto con la cámara, enganchada a un telescopio, abro el obturador el mayor tiempo y saco todas las fotos que puedo. Luego al llegar a casa, se apilan todas y la imagen final es la que se procesa y edita. Mucha gente me pregunta si los colores que aparecen son reales y sí lo son, se forman a partir de los propios gases que forman los cuerpos celestes”.

Por ahora, Miguel piensa en la astrofotografía como un aficionado al relax, pero como un modo de ganarse la vida. “De esto no se puede vivir, aunque me gustaría trabajar en una empresa de astroturismo, ahora mismas estas rutas están en auge en Extremadura”, Plantea. Eso sí, a raíz de su éxito en redes sociales ya le han ofrecido comprar varias de sus fotos e incluso escribir un libro. “Es muy halagador, porque mucha gente me escribe para compartir dudas sobre astronomía. Lo que más repite es si vio alguna vez un OVNI. Y no”, confió entre risas. Aunque disfruta mirando al cielo, el joven tiene los pies en la tierra: “Esta afición es una cura de humildad. Al retratar el universo me doy cuenta de que somos una mota de polvo, algo efímero”.