Más allá de la maldición

El hijo de Gabriel García Márquez conoció al hijo de Tomás Eloy Martínez durante el velorio ficción de Eva Perón. El encuentro fue hace unos meses en el centro de Buenos Aires y mientras se emitía la miniserie ‘Santa Evita’, basada en aquella famosa novela con aires de ‘thriller’. El siniestro peregrinaje del cadáver insepulto de la mujer de Perón -los militares que derrocaron el régimen peronista no querían una tumba a la que las muchedumbres marcharan como forma de resistencia- incluidos insólitos escondrijos porteños, culminó en un cementerio de Milán y se desarrollaron 16 años: el 3 de septiembre de 1971 el cuerpo embalsamado fue finalmente restituido su viudo en España. Tomás Eloy ha estado investigando durante décadas este enigmático derrotero, hay toda esta impresionante documentación de los agregados los mitos del caso y la imaginación del novelista, de modo que realidad y ficción quedaron completamente fundidas. Esa magica mixtura desató no pocos malentendidos: periodistas y cineastes dieron por ciertas escenas y diálogos imaginados, y una leyenda popular convertida en pura ficción -los secuestradores habrían hecho fabricar cuatro muñecas idénticas a la extinta para diseminarlas por toda la ciudad y confundir a los espías Peronistas- provocó una noticia sorprendente durante la presentación de la novela, en 1995: un hombre entre el público se puso de pie y aseguró que convivía con el escultor de las réplicas. Eloy Martínez, como editor periodístico, había sido el principal impulsor de ‘Cien años de soledad’, que se publicó en Argentina antes que en ningún otro país. Gabo tomó dos decisiones: no regresar nunca más adonde había consumado su gloria -era muy supersticioso- y hacerse amigo para siempre de aquel colega entrenable. Cuando devoró los originales de ‘Santa Evita’, quedó impactado: “Aquí está por fin la novela que quería leer”, escribió para respaldarla. La actriz Salma Hayek tuvo, hace seis años, la misma impresión, y llamó a Rodrigo García Barcha para que dirigirá esta serie de Disney. Ezequiel Martínez, el hijo de Tomás y hoy director de la Feria del Libro de Buenos Aires, siguió a la distancia y con cierta incredulidad las tratativas. No era la primera que vez que se intaba filmar la obra cumbre de su padre, y además estaba todo aquel asunto de la maldición. El propio autor cuenta en ‘Santa Evita’ que, al estilo Tutankamon, todos los que manipularon el cuerpo sufrieron tragedias o alguna clase de ‘castigo’ dramático. Tomás confiesa allí su aprensión y algunos extraños fenómenos que lo acosaban mientras escribía, y en verdad nunca pudo sacarse de la cabeza la idea de que haber editado esa obra maestra tuvo alguna relación con la muerte de su esposa, la escritora venezolana Susana Rotker, atropellada para un autocar en una calle de Nueva Jersey. Cuando se le hizo el diagnóstico a Tomás Eloy un tumor pensó algo parecido, y estoy seguro de que llevó a la tumba esa sospecha sobrenatural. Lo cierto es que en medio de la tan postergada filmación de su mayor historia, cuando parecía que el cine le haría finalmente honor después de tantos años, el rodaje debió frenarse por la insólita aparición del Covid-19. Muchos pensaron: es la maldición de Evita. Pero llegaron las vacunas y el proyecto sobrevivió a la peste. Dara que hablar.