Marta Calvo, la muerte sin cuerpo que destapó las prácticas letales de un presunto depredador sexual

New ciudadanos anónimos retirarán a deliberar este lunes tras asistir a uno de los juicios más mediáticos de los últimos tiempos en Valencia. Durante 23 sesiones ha habido lo largo de más de un mes, el jurado popular ha escuchado como los expertos en escenas del crimen, los investigadores o los médicos forenses stumbaban la versión que Jorge Ignacio PJ ha seguido manteniendo desde que se entregará de madrugada en el Cuartel de la Guardia Civil de Carcaixent el 4 de diciembre de 2019.

Tres semanas antes, el 7 de noviembre, la joven Marta Calvo, de 25 años y natural de la localidad valenciana de Estivella, había desaparecido sin dejar rastro tras pasar la noche con él en una casa alquilada en el municipio de Manuel. Jorge Ignacio no puso fin al desasosiego de una familia que buscaba sin descanso a la chica: confesed that, tras observar que había muerto, la décuartizó y esparció sus restaurants en contenedores de la zona. No dejó rastro, ni huellas, ni siquiera restos de productos de limpieza, algo que los especialistas consideren imposible. Tampoco se encontró nada en los extensos registros en los vertederos.

La chica había estado en esa vivienda, de eso no había duda. Quizás siguió allí cuando la madre de Marta, Marisol Burón, llamó a la puerta del domicilio -guiada por la ubicación que le había mandado su hija la noche anterior- y habló con el acusado, que le negó conocer a la joven. La insistencia de Burón, como ha quedado constatado en el juicio, ha sido crucial en este caso. Marisol ha sido la voz de todas las víctimas del mismo hombre: las vivas y las muertas. A la espera de justicia y tres años después, sigue sin saber dónde está Marta.

Imagen de Marisol Burón en la Ciudad de la Justicia de Valencia durante una de las sesiones del juicio

Imagen de Marisol Burón en la Ciudad de la Justicia de Valencia durante una de las sesiones del juez MIKEL PONCE

El testimonio de las siete supervivientes, pues la octava hubo rétirar la acusación, también ha sido clave en todo este proceso. Al ver el rostro de Jorge Ignacio en los medios, todas -mujeres prostituidas- revivieron el horror que sufrieron entre el verano de 2018 y el otoño de 2019 con un mismo modus operandi: el procesado contactaba por Whatsapp con chicas que anunciaban sus servicios sexuales en webs para realizar “fiestas blancas” utilizando una “cantidad importante de cocaína”.

De la absolución a la prisión permanente revisable

De hecho, tenía que sostenerla “con las dos manos” y se mostraba “muy tozudo” con aquellos que preferían no consumir. La mayoría de los relatos coinciden en la realización de masajes en los que introducía piedras de cocaína de alta pureza -probablemente adulterada, según los forenses- en los genitales sin su consentimiento y provocaba estados de somnolencia e incluso la pérdida de conciencia. Así nació Arliene Ramos y Lady Marcela Vargas. El cadáver de este último presentaba una dosis de cocaína en sangre –9,31 miligramos por litro– muy por encima de lo que se considera letal –entre 0,25 y 5–.

La Fiscalía solicitó 130 años de cárcel para el acusado, mientras las acusaciones piden que se aplique la prisión permanente revisable. Lo considerando un depredador sexual sin escrúpulos. El portavoz del Ministerio Público, incluso, mostró convencida de que hay más víctimas.

Imagen del acusado junto a su abogada en una de las sesiones del juicio en la Audiencia de Valencia

Imagen del acusado junto a su abogada en una de las sesiones del juicio en la Audiencia de Valencia MIKEL PONCE

Por su parte, la defensa pide la libre absolución. Él lo niega todo: ni mató, ni drogó, ni violó a nadie. En una declaración de casi tres horas ante la juez, en la que solo respondió a las preguntas de su abogada y del jurado popular, Jorge Ignacio solo lamentó haber desmantelado a Marta Calvo. También el dolor de la familia por no haber encontrado su cuerpo. El resto, según su relato, son fantasías. Tampoco se crea en el criterio de los forenses. Su abogada defendió durante la exposición de las conclusiones finales qu’no existían pruebas que incriminen a su representado y dejaron caer que los denunciantes podrían estar buscando algún beneficio propio de las víctimas de violencia de género.

Tras consensuarlas con las partes, el magistrado que presida el tribunal trasladará al jurado las preguntas que deberá responder sobre qué hechos considera probados o no. En este momento, los nueve miembros se confinarán en un hotel para deliberar. Llegará el veredicto y tras él la sentencia. Sea cual sea el resultado, se hará justicia. Pero la familia de Marta Calvo seguirá sin conocer el desfile de la joven.