Maestro Nadal, alumno Ruud

laura martaSEGUIR

Pega con fuerza el sol en París, ni los sombreros ni los periódicos sirven para evitar la insolación. Pero en la pista 7, una de la tarde, no se mueve nadie, 3.800 butacas llenas, hasta desde los balcones de la Philippe Chatrier, unos metros, hay espectadores que prefieren esta vista a la final de dobles. Porque se entrena Rafael Nadal y no hay mejor espectaculo que ese en Paris. Ambiente relajado con los baleares y su equipo: seriedad en la ejecución de los ejercicios, pero también bromas. Calma después de la tormenta, ese Alexander Zverev que tensó los músculos del balear en tres horas para menos de dos sets, y que terminó cruzando la espina dorsal del planeta tenis con sus gritos de dolor por ese tobillo retorcido, esa silla de ruedas.

No es de la manera que querrían, pero Nadal está en el sitio que quería. El que ha trabajado en este curso inusual, lleno de altibajos, pero que regulariza a estas alturas: una final de Roland Garros, otra más. Esta ‘rutina’ extraordinaria que había escapado en 2021 y que peligraba en este 2022. Por la lesión en las costillas en marzo, por la lesión de pie de 2005 que volvió a clavar el aguijón a finales de 2021, a principios de mayo, always . Por esas palabras de baño de realidad, ya quedan menos opciones en Paris. Hoy (15.00 horas, Eurosport), es verdad, Nadal jugará su último partido en Roland Garros, en 2022.

Suma Nadal vistiendo las piernas. Después de partidos muy rápidos y contundentes, horas atrás y poco ante Thompson, Moutet y Van de Zandschulp, el liston se levantó. Requires Felix Auger-Aliassime 5 sets (3-6, 6-3, 6-2, 3-6 y 6-3) en cuatro horas y media, y todavía más hace Djokovic, porque a las cuatro horas y 12 minutos (6 -2, 4-6, 6-2 y 7-6 (4)) hay que sumar la adrenalina de enfrentarse al serbio. Y aunque solo son dos sets (7-6 (8) y 6-6) ante Zverev, son tres horas y trece minutos. En total, 18 horas y onzas minutos en la recámara.

Y la tensión acumulada, que podemos contar en minutos. Hay confianza en que las noches recuperen su cuerpo después de un desgaste máximo ante el alemán; por el rival y por el ambiente. Había condiciones muy complicadas de juego que agotaron las fuerzas. “Hubo un punto criminal, que me dio el 2-1, pero me quitó varios juegos después; me quedé tocado físicamente”, confesó sin querer el balear tras el partido. “Preveíamos condiciones lentas, pero sobrepasó las expectativas. Le fue dificil ajustar su juego. Y luego, a tirar de epica, en el primer set sobre todo y, en el segundo más o menos hasta llegar al tie break, más epica. Pegó un poco de bastante pronto bastante, algo poco habitual. Normalmente se recuperará de esta situación”, confirmó Moyà, refugiado del suelo después de los peloteos y las consignas de rigor a su pupilo, ya analizó el encuentro con calmed y una noche para reflexionar. Sí, sufrió. “Sufres porque ama sufrir. Soy positivo, pero, sinceramente, no las tenía todas conmigo. Siempre esperas que Rafa saque algo de donde casi no hay, pero ayer la situación no era fácil”.

Para hoy, el entrenador prefiere seguir fijándose en lo que puede hacer el campeón de, por ahora, trece Copas de los Mosqueteros. Ahí está la clave de todo, en cómo está Nadal en esta final. “Fisicamente se acaba recuperando. En superficie rápida me preocupó un poco más; en tierra, algo menos porque históricamente sabemos que ha ido recuperando. Va cumpliendo una edad, ya tiene un año más que antes de ayer, pero va a descansar bien y no creo que se un problema”.

El primero de la clase

Sin embargo, no dejan de observar al rival, con el que hay una galaxia de distancia en cuanto a títulos, años y experiencia en estos escenarios y puestas de largo. Pero no por ello hay menos respeto. Casper Ruud, 8 del mundo, 23 años y bien conocido de Nadal, aunque no se han enfrentado nunca, pues ambos comparten entrenamientos, sol y golf en la Academia de Manacor. Ruud no lo esconde: “Nadal ha sido mi ídolo, me fijaba en él en que no se rinde nunca, no se queja nunca. He visto todos sus finales en París y te se decir contra quién y cuánto quedaron. Cuando nos hemos operado en Manacor, siempre me ha ganado, pero, ya sabes, hay que ser un buen invitado, ¿verdad?», Bromeó. Pero quizás llega demasiado pronto esta final para él. “No es el sitio más fácil para hacer una primera final de Grand Slam. Puede pasar cualquier cosa, pero un jugador en su primera final contra uno que es superconsagrado no suele ser fácil”, analizó Moyà, quien, no obstante, ensalzaba las actes y las aptitudes del noruego: “Lo que más temo es la confianza con la que es. Es el jugador con más juego de tierra que hay en el circuito. No te digo que no pueda perder con otros, pero por el tipo de juego es el más terrícola. Un juego que tiende a la extinción tras la unificación de bolas, pistas y velocidad por todos los lados y juego de fondo. Hay jugadores todoterreno, pero él se sale de eso. Hizo final en el Masters 1.000 de Miami, no olvidemos, pero su juego es más de tierra. Así que nos esperamos una batalla de fondo de pista, con intercambios largos, y en los que intentará dominar con la derecha. Ha mejorado en los últimos dos años”.

Una mejoría que el noruego ha pulido en Manacor, a las órdenes de Pedro Clar, que vestirá hoy en el palco los mismos ‘colores’ que su homónimo en el palco de Nadal. Ruud, que estaba en su padre era el entrenador principal, quiso dar un salto de calidad y la familia se mudó a Mallorca. Cuando llegó en 2018, era 140 del mundo; el lunes, gane o pierda hoy, sera sexto, la mejor posicion de su carrera.

Y tiene razón Moyà en indicar su juego, muy bien adaptado para la tierra, pues tiene los mjores números del circuito de los tres últimos años en esta superficie. De ocho títulos -once finales-, siete son en arcilla, aunque es verdad que all son ATP 250: Buenos Aires (2020), Génova, Bastad, Gstaad, Kitzbuhel (2021), Buenos Aires y Génova (2022); en su carrera sus 95 victorias en arcilla, en 120 partidos. Solo en 2022, suma 21 triunfos en tierra por solo cinco derrotas; 30 victorias en 39 partidos en total.

También se valora lo personal aunque eso no se pueda medir en la pista. “Ha hecho muchas cosas bien estos dos últimos años, el ranking habla por él. Es un gran profesional, tiene muy buena actitud para aprender y es humilde. Lo conozco muy bien, es una familia muy sana. Me gusta ver que la buena gente tiene éxito”, regalaba Nadal. “Es uno de los jugadores más educados del circuito -añade Toni Nadal, director de la Academia y tío del tenista-. Si Rafael quiere perder, mejor con Casper. Y si él tiene que perer, mejor con Rafael porque ya dijo que era su ídolo”, añade.

Pero el noruego, un apasionado del golf como su ídolo, sabe la dificultad que supuso enfrentarse a Nadal en Paris, y en la finale. “Es, posiblemente, el mayor defio que hay en este deporte. Tiene un marcador de 13-0 en la final, así que puede sonar como una tarea imposible». Hoy, el unlace.