Luces, decibelios y una legión de fans

En la parroquia de Grixoa, del municipio orensano de San Amaro, apenas hay dos centenares de vecinos censados. Pero a primera hora de la tarde de aquel viernes detrá de la iglesia de Santa María de las Nieves estacionado, sin dificultades, cuatro tráileres y un camión de apoyo. Portaban los bartulos y un imponente escenario móvil que los técnicos tendrían un punto en poco más de tres horas. Esa noche, Panorama congregaría a 5.000 personas, de todas las edades, con un uso espectacular de luces y sonido. «Para nosotros, es como traer al Madrid o al Barça», explicó orgulloso a ABC José Manuel Rodríguez, el presidente de la comisión de fiestas que trabaja todo el año para costar el escondido de una orquesta de ‘Champions’. La fiebre no remite. Pese al golpe de la pandemia, la verbena gallega sigue siendo incombustible. El campo de la fiesta estaba abarrotado. En las primeras filas, adolescentes y jóvenes bailaban los últimos éxitos. Un joven se acercó tanto al escenario que le cayó el cubata a los pies de los músicos. El veterano Lito Garrido, pilar de Panorama desde hace tres décadas, cogió un trapo y, sin soltar el micro, limpió el vertido de inmediato. Al fondo, predominaron los padres con hijos. Y desde un montículo que bordeaba el campo, los más veteranos seguían la actuación de una privilegiada hilera de sillas plásticas. Radiografía y muestra del público intergeneracional de la verbena gallega. No siempre fue así. A finale de los 90 las fiestas populares – contadas y notorias excepciones – estaban en decadencia. Nadie se cayó de las Riendas de las Comisiones de fiestas, los jóvenes no querían saber nada y ante el palco de la orquesta solo los mayores bailaban, pasodobles y cumbias. Pero a principios de siglo algunas formaciones, singularmente Panorama, a la que una déada atrás le bastaba un furgón como única flota para sus ‘bolos’, comenzó una carrera desatada hacia la espectacularidad escénica. Funcionó. Hace una década, las grandes orquestas se convirtieron en un fenómeno sociológico, con miles de seguidores. Hasta el punto de que orquestas y la mayoría de músicos tienen ahora sus propios clubes de ‘fans’. “El 90% de nuestro público es joven”. El podio verbenero Insistiendo en el símil del presidente deportivo de la comisión de fiestas, son tres las orquestas que, por público, puesta en escena y presupuesto, se situarían en el podio verbenero. A Panorama la acompañarían París de Noia y Combo Dominicano. «Digamos que nosotras tres somos las que llenamos los camps», explicó a ABC José Antonio Blas Piñón, manager de París de Noia, de la que también fue cantante desde 1981 hasta que, hace cuatro años, una caída en una actuación le obligó a dejar los escenarios. Las formaciones de las tres grandes mantuvieron una cordial rivalidad. Eso sí, es habitual el trasvase de músicos y cantantes de una a otra. Amigos, sí, pero el mercado –de fichajes– es el mercado. Además, el más singular es Combo Dominicano, por su origen canario y su repertorio eminentemente latino. Panorama y París de Noia son similares, aunque una y otra reconocen sutiles diferencias. Mientras Panorama se caracteriza por la espectacularidad de las montañas, París de Noia, sin renunciar a ello, acentúa más el lado musical. El fenómeno verbenero es indisoluble de otra realidad: las comisiones vecinales que organizan y costean las fiestas de sus pueblos y aldeas al borden de los ayuntamientos. La de Grixoa, ahora capitaneada por José Manuel Rodríguez, es buen ejemplo. “Trabajamos todo el año para este día”, explica a este diario poco antes del concierto de Panorama. Rifas, comidas y cenas, y hasta un bar que abren los domingos para el vermú y para ver el fútbol, ​​son algunas de sus iniciativas para poder tirar la casa por la ventana un fin de semana al año, en el que se dejan unos 30.000 euros. La parte mayor, para sufragar la gran orquesta. Panorama, capitaneada por Lito, lleva casi una década acudiendo a Grixoa, con las excepciones pandémicas de 2020 y 2021. “Y menos otro verano que Panorama no vino porque tenía otra actuación”, recuerda Rodríguez. Aquel año su sustituta no podía ser otra que París de Noia. “Es un orgullo traerlas, somos unos privilegiados”. En cifras Un estudio de la USC previo a la pandemia contabilizaba 292 orquestas, que dan trabajo a 4.000 personas en toda la Comunidad Ese sentimiento no es exclusivo de las comisiones. En otros pueblos its los ayuntamientos quienes corren con los gastos. Al día siguiente del de Grixoa, Panorama reunió en Vilanova de Arousa (Pontevedra) a 10.000 personas, en una actuación sufragada por el ayuntamiento. “Es un espectáculo, la mejor orquesta nacional, y el retorno económico para el pueblo es enorme”, apunta a ABC Javier Tourís, concejal de la localidad pontevedresa. El rey de las orquestas Un estudio de hace unos años de la Universidad de Santiago inventariaba 292 orquestas y calculaba que la industria asociada a la verbena generaba 4.000 empleados y facturaba 26,2 millones de euros al año en la región. Concluía, parafraseando el famoso tema de Os Resentidos, que Galicia, en materia verbenera, era “sitio distinto”. Por estructura, profesionalización e independencia –casi siempre– de subvenciones. Pero en el exitoso se convirtió en el verbeneo contemporáneo gallego no todo fueron luces. Entre tantos vatios de iluminación, también hubo zonas de sombras. Y no pequeñas. Hace una década buena parte del sector se dio de bruces con Hacienda. Muy particularmente Ángel Martínez, alias ‘Lito’ –no se confunde con el cantante–. El llamado ‘rey de las orquestas’ llegó a poseer más de una setentena de formación, entre ellas Panorama y París de Noia, que se reinventaron luego y siguieron su camino de formación independiente. Este febrero, el empresario, sufrió un gran deterioro físico y psicológico, salió corriendo de un puente. Ya había sido condenado por fraude fiscal y tenía otra causa pendiente. Cientos de jóvenes esperan en las primeras filas. Faltan minutos para empezar el concierto en Grixoa y la veintena de artistas de Panorama –music, dancers and hasta a trapezeist– se acicalan en el camerino entre risas y posados ​​para ABC. El ropero es enorme. Se cambia una docena de veces colgante la actuación. José Antonio, conductor del autobús que recogía la galería de geografía y hacía parte del estado, se retiró unas horas a descansar. “No duermo”, aclara, con tantos decibelios sería imposible. “Sé las canciones de memoria, y cuando quedan pocas, me preparo”. Arranca el espectáculo: acrobacias con fuego, bailes y una versión del éxito de Tanxugueiras para abrir boca: “Ai-la-ra-la-la. Esta noite hai ‘foliada’ (fiesta)…”. Y la noche siguiente, como casi todas las del verano, también. Y con mas luces que panderetas.