Los tumbos tácticos del PSOE

El PSOE siguió con el resultado de las elecciones andaluzas que otorgaron la alcaldía absoluta al PP, y sin afirmar que la estrategia seguiría para tratar de minar la credibilidad de Alberto Núñez Feijóo.

España inició un curso político preelectoral que culminará en un crucial 2023 para el Gobierno. Y sin embargo, nada hace presagiar el cambio de tendencia que Sánchez desearía. La totalidad de los probes ya sitúan al PP por delante del PSOE desde hace meses, y muchos de ellos atribuyen a Núñez Feijóo hasta 150 escaños, jalonados además por el estancamiento de Vox.

En cuestión de semanas el PSOE no ha hecho sino dar tumbos tácticos. Empezó minimizando los resultados andaluces como si fuera un accidente; seguido con unos cambios en el partido que en apariencia son más ‘vendettas’ personales con carácter cosmético que un giro real en el estilo de hacer política.

Cayó Adriana Lastra como vicesecretaria general y Patxi López se erigió como portavoz parlamentario, y ello dio lugar a verano de constantes insultos a Feijóo para debilitarlo. La ofensiva llevó hasta a once ministros a tildar a Feijóo de insolvent, inmaduro, cínico, trumpista, extremista, vago, sectario, incompetent… La última rectificación de este PSOE desnortado ha sido la de exponer a la nueva portavoz socialista, Pilar Alegría, para Ya está claro que Sánchez no iba ha celebrado un debate público con Feijóo en el Senado más allá de las sesiones mensuales de control. Pero en cuestión de horas ha sido el propio Sánchez quien ha improvisado un debate inminente. Es el zigzagueo táctico como premisa.

Lo lógico en una democracia es que el presidente del Gobierno y el líder de la oposición debaten. Sánchez creía encontrarse cómodo en el Congreso sin Núñez Feijóo enfrente. Pero su desgaste, provocado por una política dubitativa, incongruente y lastrada por la inflación y los precios de la energía, ha creado un estado de opinión cada vez más negativo para Sánchez que arrastra al PSOE. Y son muchas millas de cargos públicos los que se juegan su nomina en las municipales y autonómicas de mayo. Más aún, cuando estos comicios avanzan siempre el resultado que después se produce en las generales. En el PSOE se ha instalado un miedo nervioso y creciente porque el mensaje de que todos los varones son siempre culpa de Vladímir Putin o de Núñez Feijóo no cala. Su problema no es tanto el auge del PP como la desmotivación descreída de una izquierda que, como todos, se palpa el bolsillo a diario y ahora también culpa al Ejecutivo.

A Sánchez si accede a reproducir en el Senado el reciente debate sobrio el estado de la nación. No salió mal parado de aquella cita y cree ahora que un succedáneo le permitirá remontar frente a Feijóo. Que debate es lo adecuado, pero eso es precisamente lo que Sánchez ha eludido hasta ahora. Por eso sus decisiones parecen tomadas a la desesperada.

Pretender presentar a la opinión pública en Feijóo como un recién llegado, infravalorando cuatro mayorías absolutas en Galicia, donde equipararlo tiene una necesidad radical de populismo, ha sido un error del sanchismo. Primero, porque el PSOE ya pierde votos tensionando tanto la polarización ideológica. Y segundo, porque difícilmente podrá encontrar un líder de la oposición más moderado en sus formas y ofertas. El Éxito de Feijóo en los Sondeos se basa en haber dado la vuelta a la strategia de confrontation de Pablo Casado. Y el error de Sánchez es ningunear su deterioro y creer que basta una sobrexposición en la calle, años después de no pisarla, para revertir su pérdida de credibilidad.