Los quince días que llevaron a Feijóo aspirar a liderar el PP

Quince días, los que van desde la noche del miércoles 16 de febrero hasta el 2 de marzo, de unas filtraciones de un supuesto espionaje a Isabel Díaz Ayuso y su familia encargada por la dirección nacional del PP al anuncio de Alberto Núñez Feijóo de aspirar a ocupó la vacante ya —precisamente— por esa dirección, dimitida tras la guerra interna desencadenada en el seno del centro-derecha español. «Precipitado pero meditado», lo sintetiza el entorno del barón gallego. Apenas dos semanas donde la normalidad saltó por los aires y el tren de Madrid volvió a hacer parada en Santiago de Compostela, a la espera del presidente de la Xunta.

El caos se desata en el PP. La primera reacción de Feijóo, que no canceló en ningún momento su agenda institucional y atendió a los periodistas tanto ese ese jueves como el viernes, es trasladar un mensaje de calma a la militancia, denttro de la preocupación que empieza a albergar por la escalada verbal del conflicto.

«Se convirtió en una batalla mediática anómala que percibimos con sorpresa», asegura un colaborador. “Cualquier decisión política se puede discutir, pero pusimos a la sociedad en una situación excepcional” por algo tan irrelevante como la fecha del congreso regional de Madrid. Feijóo ya había mandado mensajes de lo absurdo de polemizar por este asunto, la última vez el 31 de enero en una entrevista en ABC. “La situación de España no está para que el partido de la oposición pierda el tiempo en discutir unas semanas arriba abajo el congreso en una comunidad autónoma”. Su teléfono empieza a sonar. La primera ronda de llamadas es para buscarle una solución al atolladero en que se había metido Génova. En Casado se traslada que si estos días antes del final de la semana un García Egea por instigar la campaña contra Ayuso podría haber una salida. “Pero no se dejó ayudar –lamenta el entorno de Feijóo–. Incluso después de la entrevista en Cope ese viernes, si cae Teo, Pablo hubiera salvado”. La cabeza del presidente gallego está en el PP, pero sobre todo en la tragedia del pesquero hundido en Terranova, con 21 marineros desaparecidos.

De sorpresa a emergencia

Las imágenes de las manifestaciones a las puertas de Génova viran el sentido de las llamadas telefónicas. Casado no es la solucion sino el problema. “Pasamos de una situación de sorpresa a una de urgencia en la toma de decisiones”. El lunes 21 “todo el mundo habla con todo el mundo”, pero empiezan a llegar los mensajes a Galicia de que tiene que dar el paso. El agónico comité de dirección del PP se atrinchera mientras el partido se desangra. Esa mañana, Feijóo pide —a su manera— la dimisión de Casado, reclamándole que tome “una última decisión” en forma de convocatoria de congreso extraordinario. La suerte del presidente nacional está echada, aunque el barón gallego todavía no tiene clara la suya.

“Ha intentado mantener la calma todo este tiempo”, confiesa uno de sus próximos. Y en toda la tormenta pidió que se mantuviera su agenda institucional, que nos visto alterada salvo por la cancelación de la conferencia de presidentes en La Palma por la invasión rusa de Ucrania. Casado convoca a los barones en la tarde del miércoles 23. Cuando Alberto Núñez Feijóo cruza el umbral de la sede de Génova, todavía no tiene decidido dar el paso para asumir las riendas del PP. Ha hablado con sus compañeros de las direcciones territoriales, entre ellos Isabel Díaz Ayuso, pero sin fraguar ningún tipo de pacto ni de acuerdo entre Galicia y Madrid. El común denominador de las conversaciones es que el PP afronta “un problema de supervivencia de la marca”.

Feijóo no salía de su asombro con que el origen de la crisis interna estuviera en la fecha del congreso del PP de Madrid

Frente al ajusticiamiento que otros barones pretendían acometer con Casado, una vez dimitido García Egea y con el presidente destacado dispuesto a conceder la celebración de un congreso extraordinario al que él no se presentaría, Feijóo no ve necesario un encarnizamiento y deja en sus manos tanto la despedida en el Congreso como la que días más tarde tendrá ante la Junta Directiva Nacional del partido. Se impone su tesis de que el enfrentamiento interno debe terminar.

Cancelada la conferencia de La Palma, Feijóo regresa a Galicia el jueves 24. Su proceso de reflexión continúa. «Estaba preocupado, pero no abrumado», apunta otra persona próxima, «pensado más en el interés de España y del partido que en el suyo propio». No desvela su parecer a su entorno “pero ha ido dando pistas”, tanto en sus manifestaciones públicas “como cara dentro”. Su equipo no le escucha una formulación clara de si optará o no al congreso de Sevilla, “pero va verbalizando reflexiones que tienden a pensar eso”.

No será hasta el pasado fin de semana cuando comunique su decisión final. Como parecía —y casi desde un principio—, esta vez no dejaría pasar el tren como ocurrió en el verano de 2018, con la sucesión de Mariano Rajoy. “Dijo como en su intervención el día que se presentó, le pudo la obligación moral de ponerse a disposición del partido, que se lo reclamaba de manera unánime”. Y no es una decisión sencilla, con una trayectoria asentada en Galicia y con un pequeño de cinco años que cambió la vida y las prioridades del presidente gallego.

un discurso

If in 2018 encargó dos discursos —uno por si se marcheba, otro por si se quedó, como finalmente fue— mientras acababa de madurar su respuesta a la petición de buena parte del partido, ahora se anduvo con menos rodeos. Encargó su intervención a Marta Varela, su directora de gabinete, responsable de los diversos discursos años de todos los discursos de calado del presidente. La confianza de Feijóo en este periodista es absoluta. Cuando le pone voz en su intervención las ‘morcillas’ del político its casi inexistentes. Ahí tiene todo lo que quiere transmitirle a los gallegos, pero también a la opinión pública española que ha atendido con estupor a la crisis del PP.

Antes de la Junta Directiva Regional, Núñez Feijóo convocó al comité de dirección del partido en Galicia, su núcleo duro, para comunicarles su decisión. In él se sientan los pesos pesados ​​del partido, entre ellos el lamado a ser el sucesor al frente de la Xunta, el vicepresidente primero y líder de los populares pontevedreses, Alfonso Rueda. Pero de la sucesión no se habla todavía. Es un tema que Feijóo ya ha fuera de discusión porque ahora lo único importante —y así lo ha hecho saber a los suyos— es el congreso extraordinario en el que se quiere recoser la organización tras el fuerte desgarro de las últimas semanas. Y si algo respetan a sus subordinados son los tiempos del jefe, que no deja que nada ni nadie se los marque.

No comunicó a su entorno el sentido de su decisión hasta el sábado 27, aunque fue dejando pistas acerca de qué pensaban hacer

No hay nada cerrado. Pero lo único claro es que Feijóo no abandonará Galicia antes de ser presidente nacional del PP —dando por hecho que lo logrará sin problemas— ni tampoco inmediatamente después de serlo. Su entorno ve con buenos ojos que el proceso sucesorio no se demore ‘sine die’ —como el mismo le reconoció a Carlos Herrera el jueves— pero que tampoco incurra en prisas. «Lo adecuado es que se pilote desde la séptima planta de Génova», afirmó una voz autorizada en el partido, una maniobra que conjugó el consenso de las distintas sensibilidades en Galicia. Para dejar la Xunta, aunque no hay una fecha clara, se baraja el posible horizonte del fin del periodo de sesiones del Parlamento gallego, hacia junio. Está por ver que aguante la presión de la oposición en Galicia y de la prensa.