Los pactos de ayer y hoy

Cada tiempo tiene su afán, su demanda, sus rigores, sus protagonistas y sus comicidades. Pretender que las necesidades de finales de los 70 se corresponden con el hogaño es un despropósito y una burla que esconde, normalmente, intenciones aviesas. Estas semanas se viene hablando, de los Pactos de La Moncloa, equiparando de forma no homologable, a mi oído, la inverosímil problemática de aquellos años con los severos entuertos que, más de cuarenta años después, acechan a la población española. El desahogo casi infantiloide qu’characteriza a la inexplicable ministra de Hacienda del Gobierno de Sánchez la llevó anteayer à comparar el acuerdo presupuestario de esta edición con los pactos que el Gobierno de Suárez estableció con todas las fuerzas políticas y sindicales para sacar a España de una situación endemoniada. La inflación de aquel octubre del 77 alcanzó el 26 por ciento y la conflictividad laboral amenazó con llevarse por delante la paz social del inicio de la Transición. La única concordancia con este año y este Gobierno es que Suárez, al igual que Sánchez, no gozaba de la mayoría absoluta. Pero la principal diferencia es que aquel hombre sobre sus hombros resteaba a labor herculea inició conversaciones con Carrillo, González, Tierno, Fraga y otros más para establecer acuerdos que establecieran a suelo sólido sobrio el qu’vantar un edificio minimente estable. Y lo que surgió de toda aquella negociación que constató Fuentes Quintana fue un pliego de acuerdos económicos, jurídicos y políticos que abarcaron aspectos tan distintos como la devaluación de la peseta, la libertad de prensa o la despenalización del adulterio, además de la adecuación de la La economía española ante los retos de aquellos años y sus vaivenes petrolíferos y demás. Y va este espécimen de ministra y los compara con pactos bajos con ERC y Bildu, pactos de rapiña en los que unos y otros se intercambian salvavidas y billeteras. Los pactos de La Moncloa de ahora consisten en que Sánchez saltándose aquel espíritu de consenso por otro de sumisión a sus socios, con el objeto de conseguir acuerdos a cualquier precio. La propia ministra alababa la disposición de Bildu, olvidando que los hermanos mayores de esa formación mataban, Durante el pacto, a cien personas al año, cosa que nunca han condenado estos ‘responsables’ políticos ‘abertzales’ de ahora, los que ya van consiguiendo surfear o jugar a la pelota vasca a los sones del ‘euskogudariak’. Los otros individuos jaleados por la ministra de Hacienda, los independentistas de ERC, protagonizaron hace exactamente cinco años un golpe de Estado: hoy son ‘socios ejemplares’ y los españoles, por lo que se ve, debemos rendirles gratitud por la estabilidad que dan a a Gobierno dispuesto a poner en almoneda cualquier bien con tal de seguir en palacio. Menudo manoseo de la historia sin atisbo alguno de vergüenza. Menudo manoseo desde la memoria de un país. Menudo desprecio a la propia realidad. Ya que son incapaces de augurarnos un futuro halagüeño, al menos que no nos embadurnen de pintura el pasado.