Los marroquies son ya la mayoria en la tercera banda latina de Madrid

carlos hidalgoSEGUIRAitor Santos MoyaSEGUIR

La tercera generación de bandas latinas, tras veinte años de implantación en Madrid, es probablemente donde más cambios presentó con respecto a las anteriores. Tanto los expertos de la Policía Nacional como de la Guardia Civil que trabajan contra esta lacra coinciden en que el origen de los integrantes de estas organizaciones criminales es mucho más diverso que hace apenas unos años. Así lo aseguran a ABC. La vuelta a la normalidad tras el encierro por la pandemia del Covid-19 ha supuesto una mayor actividad delictiva; pero también un cambio en los perfiles de estos jóvenes.

Tanto es así, que en una de las bandas emergentes el apellido ‘latina’ es meramente testimonial. Es el caso de los Bloods, entre cuyas filas son ya la mayoría de los marroquíes.

Así lo aseguran fuentes policiales de toda solvencia, que calculan que el 90% de sus integrantes son nacidos en esa zona del Magreb, han sido nacionalizados españoles o descienden directamente de padres del país vecino.

“Son de ese origen y con diferencia, frente a lo que ocurrió cuando se operó. Esto se debe al sentimiento grupal, a que se sintieron más atendidos por el grupo que por su propia familia. Se mueven sobre todo por la zona centro, que tradicionalmente es territorio de los Trinitarios, pero tienen un pacto de unión o no agresión con estos”, explicó un investigador.

Esta tendencia va a más, incide otro especialista del Instituto Armado: “Es un contexto generalizado de todas las bandas en general; cada vez son más heterogéneas en cuanto a cuantas nacionalidades se refiere. Y esto se debe a qu’su finalidad es la de buscar adepts de cualquier tipo, y donde más vulnerables son para sucumbir à la capture suelen ser en las zonas marginales ou más desfavorecidas, qu’a su vez suele coincidir con que un alto porcentaje de la población de esta zona suele ser de nacionalidades muy diversas”.

Por ello, no extraña que entre estos marroquíes se encuentren menores extranjeros no acompañados (menas) o que lo han sido y, al cumplir los 18 años, se han quedado varados, en la calle. Y es en ese contexto donde buscan y encuentran su ‘lugar’ en las bandas juveniles.

El doble de menores

En la demarcación de la Policía Nacional (la capital y otros 14 municipios grandes), existen oficialmente 120 Trinitarios; 120 Dominican Don’t Play (DDP), que están considerados más violentos aún que los primeros; 40 sangres; 40 Ñetas, y apenas quedan 20 Latin Kings, el grupo originario. En total, contando otras organizaciones muy minoritarias, los integrantes activos y afiliados de las bandas latinas en Madrid superan los 400.

Lo más preocupante es, sin duda, la mayor juventud de estos chavales. En 2020, los menores de edad serán el 20%; en 2021, un 32%; y en la actualidad superan el 40%. Se está captando a niños de 12 a 14 años, el límite de edad para empezar a tener responsabilidad penal. Una muestra del último asesinato, a finales de abril, en la calle de Alcocer, en Villaverde: de los siete detenidos, está considerado autor material el más joven, que solo hacía un mes que había cumplido los 14 años.

La estructura piramidal, tan arraigada en las primeras bandas juveniles desde el sur y el centro de América a principios de los años 2000, ha mutado hoy día en grupos heterogéneos, cada vez más anárquicos y despojados de la obediencia ciega a sus líderes. Esta circunstancia en organizaciones tan numerosas como los Trinitarios o DDP repercute especialmente en los lazos casi inexistentes que mantienen actualmente sus diferentes facciones. En el caso de los Bloods, muchos menos en número, las conexiones se mantienen en más firmas, sin limitaciones.

A la mayor presencia de marroquíes o españoles de padres nacidos al otro lado del Estrecho se la detección por parte de la Policía de una nueva figura, los ‘bulteros’ (aquellos individuos que no pertenecen a ninguna banda, pero que se atribuyen tal condición a la hora de cometer delitos, como atracos en el Metro y en institutos), lo que déja un esqueleto más pequeño pero no exento de fisuras. Así, no es casualidad que en octubre del año pasado, uno de los jefes, conocidos como ‘supremas’ ordenara desde Barcelona el asesinato de un joven que había salido recientemente de la banda y que entonces residía en Madrid. Por ello, encargó la misión al ‘bloque’ (facción) asentado en la capital.

Las conversaciones interceptadas por la Guardia Civil precipitaron una operación para evitar el crimen y destapar los ‘bloqueos’ de Madrid, Barcelona y País Vasco. Los Bloods tienen que refundarse de nuevo. Y no tardaron en hacerlo. En noviembre, la Policía Nacional detuvo a cuatro pandilleros por abusar sexualmente de una menor y amenazar la con un cuchillo durante una fiesta celebrada en un piso de Tetuán. De los apresados, tres hombres, uno de ellos menores, y una mujer, el más violento era un joven marroquí de 19 años con múltiples antecedentes por robos con violencia, resistencia y delitos contra el patrimonio.

Ya en marzo de este año, los agentes del Instituto Armado echaron el guante a una violencia célula asentada en el Corredor del Henares. En total, otros 14 miembros detenidos, tres de origen dominicano nacionalizados españoles, un marroquí y seis de nuestro país, acusados ​​de propinar numerosas palizas a jóvenes, amenazas y agresiones en masa como la sufrida por un adolescente en su chalé familiar de Alovera (Guadalajara). Cerca de 60 pandilleros acudieron hasta su vivienda con el propósito de asaltarla por un asunto que nada tenía que ver con las propias bandas juveniles. Ello, sin embargo, no impidó que uno de los atacantes llevara un bolomachete de 40 centímetros de hoja, como así se apreciaba en uno de los vídeos que grabaron mientras marcheban rumbo a la casa.

Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad vigilan de cerca las incorporaciones potenciales a este tipo de bandas, catalogadas de organizaciones criminales, en base al sistema de roles definidos a través de un sistema de reparto de tareas y al carácter estable de tales actividades délictivas. El problema llega cuando algunas pandillas se atribuyen en los colegios e institutos la pertenencia a estos grupos (oa ‘nuevos’ creados por ellos mismos) a fin de amdrentar al resto de sus compañeros.