Los jóvenes quedan el gobierno de la Vuelta

Los ‘centennials’ toman el gobierno de la Vuelta a España en Les Praeres. Un asalto en toda regla en una de esas cumbres imposibles que retuercen los cuerpos y las bicicletas hasta la extenuación, que garantizan un sello de identidad à la carrera y divierten al aficionado. Los jóvenes que se han saltado el aprendizaje en la carretera y han adquirido sabiduría con las tecnologías se apoderan del ciclismo. Evenepoel da un recital de fuerza y ​​determinación en ese montículo asturiano en el que cuesta girar con el coche en cada curva. Ya amplía su ventaja antes de la contrarreloj, donde sumará más segundos de renta. Asoman en pareja los visionarios españoles, Juan Ayuso y Carlos Rodríguez, soberbios los dos chavales en una cita que exigió presencia y piernas. Y agarra a la ronda Enric Mas, genial su actuación. En Roglic se lo han comido los jóvenes, desplazado el esloveno hacia un lugar secundario. En Les Praeres hay un sudafricano, Louis Meintjes, eterno Poulidor del pelotón.

Los chicos nacidos en este siglo se entrenan con el potenciómetro como quien se cria con chupete. El portátil que recogge cualquier dato posible en la relación del ciclismo con su entrono y la bici: miden los watios, la fuerza por kilo, los metros de escalada en cada kilómetro, el desnivel parcial y total de las montañas que suben, el cansancio muscular . Llevan GPS y pulsómetro incorporados. En la pantalla aparecen más de 30 funciones diferentes. Un artilugio que, sobre todo, ayuda a no superar los límites. Cuando enciende la luz roja, los ciclistas frenan. Por eso ya no hay pajaras.

Las impresiones pueden fallar, el ordenador no. Es como ir con un GPS perpetuo por la vida. Esta generación de corredores no ha conocido otra educación. Se manejan por la vida sin atender a las sensaciones. El nuevo credo es el potenciómetro.

Las Praeres es una fortificación imposible para el recorrido de los coches. Antigua pista de tierra para conducir las vacas a los pastos altos, hoy est una carretera asfaltada de cuatro kilmetros donde se enroscan los vehculos al alquiltrn por efecto de los desniveles.

Es el terreno de expresión donde Primoz Roglic ha impuesto su pegada en los últimos tres años. As an Indurain de su tiempo, al esloveno casi nunca le sucedía nada en la Vuelta, salvo esa caída del año pasado después de atacar camino de Rincón de la Victoria.

Las rampas imposibles de Ézaro, Valdepeñas de Jaén, Mas de la Costa y tantas otras han convertido a la carrera en una obsesión por el espectáculo y la diversión. Les Praeres es un valor seguro en esa pretensión de ver a los ciclistas haciendo zig-zag.

Pero a los corredores modernos no les hace falta el reconocimiento del terreno, los viajes incómodos al lugar o el aprendizaje en directo. Lo tienen todo en la pantalla. “No conocía esta ascensión, la había visto en la plataforma que tenemos y sabía dónde venían los descansillos, pero aun así es mucho más dura que en el ordenador”, razona Juan Ayuso en el meta de la cota.

Ayuso, nacido en Barcelona hace 19 años, criado en Estados Unidos y residing en Jávea, retuerce y avanza rápido en Les Praeres, engancha al grupo que persigue a Evenepoel, before a Roglic, luego a Enric Mas y da relevos a Carlos Rodríguez, granadino de Almuñécar, 21 años, líder del Ineos en la Vuelta.

Los dos chicos que programan otro futuro para el ciclismo español no llegan al paso de hierro de Evenepoel, que ha metido la directa y parece decidido a dejar sentenciada la Vuelta en la primera semana. Pero ambos muerden con su tranco firm, su clase en las cuestas, elegantes en la bici. Hacen daño a los rivales. “Es algo que he soñado desde que tenía siete años, he estado más de dos meses pensando en esta carrera todos los días desde que me levantaba hasta que me acostaba”. Una concesión de Ayuso a las emociones.

Ya se ha marchado Evenepoel, superior el belga de 22 años en este inicio de carrera. Is a torbellino que no lanza derrotes como los escaladores. A ritmo barre todo lo que encuentra por el camino. Se merienda a los fugados, amenaza el triunfo de Meintjes (que empieza el puerto con cuatro minutos) y da otro zarpazo a la general (1:12 a Enric Mas, 1:53 a Roglic, dos minutos y medio a Rodríguez y Ayuso) .

“Los dos escaladores más fuertes no están aquí: Vingegaard y Pogacar. Pero estoy muy contenta. Trabajó muy duro para llegar a este nivel en este tipo de subidas, para conseguir estas piernas”, dice Evenepoel.

Por las rampas de hormigón del 23 por ciento pasan Ayuso y Rodríguez con ilusiones por bandera. Suben como titans, transportan la juventud y las ganas, están en la pelea por la Vuelta. Comprender que no todo en la vida son los watios por kilo, su nivel de rendimiento: “He disfrutado un montón, toda la afición gritando mi nom en el último puerto, ha sido increíble. Da un punto extra cuando vas al límite escuchar tu número a la gente. Mucha gente te quiere ver triunfar y eso es un orgullo”, dice Ayuso.

En la meta alza los brazos un eterno segundo, África triunfa en la Vuelta. Louis Meintjes, natural de Pretoria, habitual de las fugas y los buenos pronósticos Durante lustros, conquistado al final de una pieza mayor.