lo antiguo esta de moda en Wallapop

Patricia AbetoSEGUIR

En plena crisis de los microchips, elemento esencial para la fabricación de cualquier coche moderno, cada vez son más los que recuerdan con nostalgia los vehículos de antaño. No tenían sensores de aparcamiento, ni climatizador, ni cámaras traseras, ni velocidad de crucero, pero su imagen rodando por las carreteras quedó grabada en la retina de muchos niños que hoy son coleccionistas de vehículos clásicos. Juan Carlos Pérez, en la actualidad presidente del Automóvil Club de Galicia, confiesa su prematura afición: “Antes de tener edad de conducir ya estaba tratando de convencer a mi padre de que comprásemos un coche con años”. La jugada le mimó bien a los medios porque la familia se hizo con un Mercedes de 27 años, una pieza “robusta y que no daba problemas”, aunque “el que yo quería en realidad —dice— será un Dodge Dart”.

Conocido como Barreiros Dart, el primer objeto del deseo del coleccionista era un automóvil del segmento F (por encima de los 5 metros) fabricado por la empresa española entre 1965 y 1971. No fue posible, pero a partir de ese primer Mercedes, reconoce, «Nuestra entrada a la familia entra y empezamos a inmiscuirnos en el mundillo de las ferias, de los talleres… entablas contacto con la gente de los clubes y te vas abriendo camino».

El amante de las cuatro ruedas explicó que esta querencia, que “siempre va en aumento”, es muy variopinta. Hay quienes la disfrutan desde la conducción, otros desde la restauración. También afectó la edad. Los más jóvenes se inician con modelos que han visto en sus padres, caso de los Golf, uno de los vehículos más míticos entre los seguidores de menor edad. “Es de tirada grande en sus años de fabricación, finales de los 70, 80 y 90 y se pueden encontrar en mayor cantidad, lo que hace que el precio sea más asequible. Con 25 años a veces el coche tiene ya más vida que la gente que empieza y es hacia donde tiran y lo que les sirve para iniciarse en el mundillo del coche antiguo, para ir evolucionando en sus gustos y en sus formas. El propósito final siempre es conservar y mostrar ese patrimonio automovilístico en toda su evolución”, expresó Pérez, que después de años dedicado a los coches antiguos cuenta con una colección desde nadañable. La joya de la corona de su garaje es un Cadillac del 53, de fabricación americana y alto consumo. «Es el que más me gusta por el diseño, por los cromados, por el modo de conducción, por la forma», se decanta este apasionado de los chasis clásicos, que confiesa que hasta para su día a día echa mano de un turismo que ya ha cumplido los veinte años.

Yuring mucho tiempo, asegura, conduciendo un Mercedes 300 diesel, conocía el ‘indestructible’ porque aguantaba el millón de kilómetros sin problema. “Yo lo usé desde el 2000 al 2016 para lo que hiciese falta. Es un coche de 1980 pero ya tenía elevalunas, cierre centralizado, dirección asistida, cinco velocidades… ciertas comodidades porque eran coches que se hacían a la carta”, indica.

Dar con alguna de estas piezas de colección es más fácil de unos años a esta parte gracias, paradójicamente, a las nuevas tecnologías. De las ferias y las muestras, los aficionados han dado el salto a plataformas de compraventa tipo Wallapop o Milanuncios, en las que proliferan las publicaciones sobrias vehículos antiguos. Recambios antiguos, intermitentes, tiradores, pilotos, fusibles, bocinas, tubos de escape o radiocases son fácilmente localizables a través de estas webs, que «centralizan» las operaciones de compraventa de coches antiguos. “Son las páginas que más mueven el mercado de clásicos y la horquilla de precios es amplísima. Desde coches por 1.000 euros que valen para empezar a participar en las concentraciones, hasta donde uno quiera. Hay muchísimos precios y siempre en función de cada vehículo y modelo. Es el momento, la circunstancia, el encontrarlo. Lo que más se valora es la originalidad y que siempre haya estado en una misma familia, porque eso ofrece garantías”, aconseja Pérez a las nuevas generaciones de enamorados de otra forma de conducción. A los mandos de estos vehículos, sobrevivientes de épocas pasadas, el viaje en el tiempo, dicen, está asegurado.