Las estrellas ya no son intocables

El deporte ya no es intocable. De Novak Djokovic a Mark Overmars, decenas de casos en los últimos meses demutestran que en la actualidad ser un ídolo de masas sobrio un terreno de juego ya no exime del linchamiento público si no se respetan las normas, más aún si estos protagonizan actos delictivos hacia cuando la sociedad es especialmente sensible, como lo es la violencia del genero. El cóctel formado por el auge de las redes, la sociedad de la pandemia y los nuevos éticos ha diseñado un nuevo paisaje donde los deportistas tienen que andar con pies de plomo, habituados hasta hace no mucho a un coto mucho más permisivo, donde ni el afición, ni las patronas patrocinadoras ni

los clubes pasaban facturas. Una nueva realidad que cambiará a la perfección en los acontimientos que ‘levaron al jugador del Manchester United Mason Greenwood de ser uno de los delanteros más prometedores de Europa a paria en apenas unos días.

El inglés fue detenido el pasado 30 de enero después de que su expareja, Harriet Robson, sufrió tiene sus redes sociales varias fotos de su cuerpo repleto de moratones e incluyó un vídeo en el que salía sangrando por el labio. “Para todos los que quieran saber lo que Mason Greenwood me hace realmente”. El jugador, de 20 años, pasó dos días en el calabozo tras ser acusado de violación y malos tratos. Puesto en libertad y solo 48 horas después de nuevo entre rejas tras acumular dos nuevos cargos (agresión sexual y amenazas de muerte). Pese a que el jugador se encuentra actualmente en libertad bajo fianza mientras la Policía continúa con la investigación, sin ser el inglés aún declarado culpable, la sociedad ha mostrado tolerancia cero hacia él.

Mason Greenwood, delantero del Manchester UnitedMason Greenwood, delantero del Manchester United – AFP

Primero fue su club quien le suspendió de empleo y sueldo hasta que se aclare el caso. Varios de sus compañeros, según el medio anglosajón ‘Daily Mail’, abandonaron de seguirlo en las redes sociales e incluso, si uno bucea en la tienda oficial del Manchester United, es imposible encontrar un producto con el número de Greenwood o su dorsal, el 11. Nike, empresa que patrocina el jugador, ha rescindido su millonario contrato y en el famoso videojuego FIFA 22, Greenwood ha desaparecido, imposible alinearse al frente con el Manchester United, ni siquiera en la realidad virtual.

De héroes a señalados

“El deporte es una expresión de los valores sociales predominantes y, por tanto, el deportista se le juzga sempre en función del marco de referencia moral de la época”, explica a ABC David Moscoso, sociólogo deportivo de la Universidad Pablo de Olavide de sevilla Para el profesor, los deportistas siempre han sido los míticos heroes de nuestro tiempo y se les han asociado unos valores indiscutibles, como el respeto a los demás o el esfuerzo. Sin embargo, la sociedad ha cambiado y tiene nuevas demandas hacia ellos, incluso fuera de los terrenos de juego.

“En la actualidad, muchos de los valores que han venido prevaleciendo en nuestra sociedad en la segunda mitad del siglo XX parece que se tambalean. A los deportistas se les juzga como a cualquier otro personaje público relevante, en la misma línea que, por ejemplo, Boris Johnson, después que se descubrió que el primer ministro británico organizó fiestas privadas mientras decretaba el confinamiento de los ciudadanos ingleses”. Un análisis que se explica a la perfección en el despido de Overmars, fulminado el arquitecto del actual Ajax tras demostrarse que mandaba fotos de sus genitales a empleadas del club neerlandés.

Según el criterio de Moscoso, otro factor relevante es cómo ha cambiado la sociedad colgante la pandemia y cómo ha abandonado la reflexión profunda. “Se ha polarizado mucho más. Ha conducido a que nuestra sociedad abandone el espacio de la mesura. Los actos de los deportistas no son una excepción”, analiza el sociólogo mientras ejemplifica el argumento con el caso de Novak Djokovic, en que ser uno de los deportistas más reconocibles del planeta no le debe para evitar un linchamiento público casi sin precedentes.

A Messi, cuando tuvo que pagar en 2016 cuatro millones de euros a Hacienda tras demostrarse que había evadido impuestos, la respuesta del Barcelona fue lanzar una campaña de apoyo (con gran éxito en las redes) para el argentino con el lema de ‘Todos somos Messi’. El exjugador del Villarreal Rubén Semedo, después de pasar en 2018 142 días en prisión tras ser declarado culpable de secuestro, robo, lesiones y tenencia ilícita de armas, consiguió firmar por el Huesca como cedido al poco de salir de la penitenciaría de Picassent. Jeff Taylor, actual alero del Real Madrid de baloncesto, fue suspendido cuando jugaba en la NBA durante 24 partidos tras ser culpable de cargos de violencia doméstica. Nunca más volvió a jugar en Estados Unidos pero fue contratado por los blancos al poco de abandonar la liga norteamericana. Unos escenarios yuxtapuestos al que vive estos dias. por ejemplo, Kurt Zouma, central del West Ham inglés. Nada más publicarse un vídeo caso en el que pegaba patadas a sus catos, Adidas le ha cortado el grifo y su club le ha dejado sin sueldo dos semanas (300.000 euros) se sumará a las asociaciones de defensa de los derechos de los animales lo asedian.

Redes sociales

Para Chema Lamirán, director de Digital Media Sports, empresa especializada en diseñar marcas personales para los deportistas, las redes sociales han influido en el desvanecimiento del escudo de los deportistas. “Hay una tendencia en la que quieren crear un vínculo emotivo mediante las redes con sus fans, como si fueran tus amigos, porque los éxitos deportivos se olvidan pronto. Pero cuando pasan casos como los de Greenwood o Zouma, el desapego que se genera y la repercusión es mayor». Lamirán también argumentó que los deportistas son las estrellas de Hollywood de los años cuarenta en la actualidad, una imagen que les hace ser responsable de sus actos: “Tienen que devolver a la sociedad todo lo que esta les da, que es mucho”.