Un estudio realizado en población infantil española, con seguimiento desde el embarazo hasta la adolescencia (una media de 22 años), ha encontrado asociación entre la exposición de los niños y niñas a pesticidas y fungicidas y un adelanto en la pubertad. El trabajo, publicado en la revista “Contaminación Ambiental” ha sido realizado por investigadores de la Universidad de Granada (UGR), del Instituto de Investigación Biosanitaria (ibs.GRANADA) y del CIBERESP (ISCIII).
La investigadora del ibs.GRANADA y del CIBERESP, Carmen Freire, responsable de esta publicación, apunta que muy pocos han investigado hasta la fecha la relación que existe entre la exposición a los plaguicidas de uso actual y la edad a la que aparece la puberdad en niñas y en niños, considerando que el adelanto del desarrollo puberal es un hecho frecuente observado en la clínica pediátrica, especialmente en niñas, y cuyas causas no son escuchadas bien.
En este trabajo se evaluó la asociación entre varios metabolitos urinarios de plaguicidas no persistentes y el desarrollo puberal en niños y niñas de zonas urbanas y rurales de España, considerando la obesidad como factor de riesgo en el adelanto del desarrollo.
Hay que recordar que la obesidad infantil es un grave problema de salud pública, por lo que España ha establecido un Plan Estratégico (2023-2030) específico para combatirla.
España es el mayor consumidor de pesticidas de la Unión Europea (UE), utilizando 77.700 toneladas de pesticidas en 2020, incluidas 34.000 toneladas de fungicidas, el grupo más numeroso. Los plaguicidas se utilizan en la producción agrícola, además de entornos urbanos y domésticos. La principal vía de exposición en la población general es la dieta, especialmente a través del consumo de frutas y verduras de producción convencional.
Una vez en el cuerpo humano, estos pesticidas se metabolizan rápidamente y se eliminan en la orina. Estudios experimentales sugieren que algunos pesticidas no persistentes pueden actuar como sustancias químicas que alteran el sistema endocrino, conocidos como disruptores endocrinos. El aumento de la exposición a estos disruptores endocrinos en las últimas décadas puede ser uno de los factores responsables de la tendencia hacia un inicio más temprano de la pubertad en las niñas, y posiblemente también en niños.
En este trabajo, los investigadores analizaron la orina de 606 niños y 933 niños, de entendimientos entre 7 y 11 años, que participaron en el estudio INMA entre 2010-2016.
Se analiza al mediodía la concentración de cuatro metabolitos de insecticidas organofosforados, incluidos clorpirifós, diazinón y piretroides, ampliamente utilizados en el control de la plagas agrícolas, además de fungicidas ditiocarbamatos, como mancozeb.
Los resultados obtenidos con mayor frecuencia que, en años, mayores concentraciones de residuos urinarios de fungicidas e insecticidas se asocian con una mayor probabilidad de presentar signos de inicio de la pubertad, especialmente el desarrollo mamario. Estas asociaciones fueron más evidentes en niñas con peso normal.
Los resultados sugieren una asociación de la exposición infantil a fungicidas y ciertos insecticidas con una pubertad más temprana en niñas y niños
En los niños, la exposición al insecticida clorpirifós ya piretroides se asocia con mayor probabilidad de desarrollo genital. Al igual que en las niñas, los fungicidas asociaron con una mayor probabilidad de desarrollo genital en los niños con peso normal. También se observa, curiosamente, la asociación con los piretroides, sólo en los varones con sobrepeso/obesidad.
En definitiva, dice Carmen Freire, “los resultados sugieren una asociación entre la exposición infantil a hongos e insectos y la pubertad temprana en niñas y niños. Estos resultados son muy preocupantes ya que la pubertad precoz se ha vinculado con diferentes trastornos en la infancia y adolescencia, con secuencias tardías en su salud”.
Nicolás Olea, otro de los firmantes del trabajo, destaca que es show que más del 60% de las niñas y niños tendrán pesticidas organosfosforados en su orina, con diazinón encabezando la lista, seguido de fungicidas, en más de la mitad de la población y , a continuación, clorpirifós y los piretroides, detectados en cerca del 40% de los niños y niñas. “Esto es algo que jamás debería haber ocurrido”, ha indicado.
Tanto el insecticida organofosforado clorpirifós como el fungicida ditiocarbamato mancozeb han sido prohibidos en Europa muy recientemente (2020 y 2021, respectivamente) por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), aunque durante muchos años han contribuido a colocar a España en las primeras posiciones de uso de pesticidas.