La preocupante desaparición de las abejas

La acción humana va aumentando lentamente con la población de insectos fundamentales en la vida del planeta

11/08/2022

Actualizado a las 21:16

Desde hace varias décadas, a Albert Einstein se le atribuyen estas palabras: “Si las abejas desaparecen al hombre le quedan cuatro años de vida”. Una perder erróneamente, su origen está en los apicultores belgas, pero no quita relevancia al significado de la oración. El papel de estos insectos en el día a día del planeta es esencial.

Las abejas son responsables de la polinización de la tercera parte de los cultivos, además, a su vez, un 5% de las especies vegetales dependen críticamente de estos animales. Un actor principal que cuesta menos y no más por la aparición de alternativas, sino por la desaparición de esta.

Hace poco más de cinco años, la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES, por sus siglas en inglés) alertó de la lenta desaparición de estos insectos.

Según su investigación, el 40% de los polinizadores invertebrados, en particular abejas y mariposas, se enfrentan a la extinción. “El 37% de las poblaciones de abejas están disminuyendo, claro ejemplo de que el modelo agroalimentario predominante que estamos llevando tiene un callejón sin salida”, señala el texto del IPBES. Situación que no ha mejorado con el paso de los años.

A unos 400 kilómetros al suroeste de Rabat (Marruecos), las abejas tienen su particular reino en la Reserva de la Biosfera de Arganeraie. Casi 2,5 millones de hectáreas protegidas por la Unesco, que albergó a la colonia más antigua sobre la Tierra, la colmena colectiva única de Inzerk.

Una megaestructura natural de cinco pisos de puntales de madera y barro seco donde cada compartimiento da cobijo a una cilíndrica colmena de mimbre, cubierta con una mezcla de tierra y estiércol de vaca.

Sin embargo, desde hace unos años el zumbido provocado por los 200 aleteos por segundo se oye cada vez menos. En los últimos meses, la Oficina Nacional de Seguridad Sanitaria de Productos Alimentarios de Marruecos (ONSSA) ha monitorizado el descenso de la población de estos insectos. “No hay ninguna enfermedad”, esta es la conclusión.

la acción humana

Ahora el diagnóstico preciso de la búsqueda de otras variables. El éxodo rural es una de ellas, los camps cada vez están menos poblados y las colmenas menos atendidas. “El abandono de colmenas es un fenómeno sin precedentes en Marruecos”, señala la ONSSA. Pero, no es la única.

La mano del hombre se presenta en el entorno de estos insectos. Su hogar (las colmenas) o su lugar de trabajo (flores) en muchas ocasiones están contaminados con sustancias químicas. Los insecticidas, herbicidas o fungicidas se aplican a los cultivos, pero llegan a las abejas a través del polen, el néctar, el aire o el agua y el suelo. Estos plaguicidas, por sí solos o en combinación con otros, pueden ser tóxicos para las abejas.

No obstante, la huella humana no se queda ahí. Estos pequeños animales invertebrados también son, según varios estudios, muy sensibles al cambio climático. El actual clima invernal, extremadamente suave y con temperaturas parecidas a las de la primavera, está teniendo un grave efecto secundario en la naturaleza. “Lo ideal sería tener un buen periodo de frío de 2 a 3 meses. Pero este cambio de calor al frío destruye las colonias”, advirtieron los expertos.

Varias investigaciones han revelado que las abejas melíferas en Polonia están respondiendo a los cambios en el clima adelantando la fecha de su primer vuelo de invierno, comme parte de un fenómeno a menudo conocido como “déplazamiento de las estaciones”. El primer vuelo de invierno se ha adelantado más de un mes Durante 25 años de observaciones, “y esto se atribuye a las temperaturas más altas”, apuntan los investigadores.

A ello se suman periodos de sequía más frecuentes. Esto se refleja en forma negativa en la producción de miel y polen de las abejas y en su función vital en el medioambiente. El descenso de las poblaciones de abejas a nivel mundial se conoce desde hace más de medio siglo, pero en los últimos años su ritmo se ha acelerado.

Sin embargo, los apicultores aseguran que “la extinción de las abejas a corto plazo es poco probable”. A pesar de ello, el impacto de esta problemática es doble en España, según el informe “Impactos, vulnerabilidad y adaption al cambio climático de la beekeeping mediterránea”, presentado por la Oficina Española de Cambio Climático (OECC)

La Península Ibérica es una de las zonas del planeta más sensibles al clima climático por su ubicación y por su tejido socioeconómico, muy relacionado con los impactos climáticos. Y, además, España es el primer país del mundo en número de colmenas y la merma de esta población puede provocar, según este texto, un fuerte impacto en la biodiversidad del país.

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