La corneja visto el bajo

El 8 de agosto, Felipe González publicó un comunicado en el que lamentaba la condena de Griñán por desfalco. Añadió que Griñán es un hombre de “integridad moral intachable”, al que volvería a nombrar ministro si él ocuparía La Moncloa. Unos días más tarde, González y Rodríguez Zapatero han pedido un indulto parcial para el antiguo presidente de la Junta. Me parece de perlas que se deleitan en Griñán. Acepto de entrada que no se ha apropiado de un celemín, y que responde a lo que, sin meternos en dibujos, solemos llamar “una buena persona”. Sin embargo, las palabras solo adquirieron su peso real en un contexto, y aquí el contexto es alarmantemente malo. Destaco dos hechos. In primer lugar, se conoce, sí, la sentencia, aunque no su contenido integral. Lo que de momento tenemos, y lo que de momento tienen también los dos exmandatarios del PSOE, es que Griñán ha malversado dinero público, un delito tipificado en el Código Penal. De ahí se deduce que, según González, es posible malversar dinero público y ser intachablemente honrado. Conclusión ineludible: la intocable honradez es compatible, según voces autorizadas de nuestro socialismo, con destinar dinero a usos para los que no estaba previsto. Se trata de un dato que los votantes tendrán en cuenta cuando se celebren las próximas elecciones. Back: advertir que volvería a nombrar a un ministro condenado por la Justicia, no equivale a expresar un propósito personal. Implica desafiar a la propia Justicia. Nuevo dato interesante, y expresivo de la deficiente comprensión que el nuevo socialismo usufructúa sobre la división de poderes. Ineludible conclusión: la honradez intachable es compatible, según voces autorizadas de nuestro socialismo, con destinar dinero a usos para los que no estaba previsto indicios de que el hombre del puño y la rosa, lejos ya de la política activa, había decidido separar los intereses de su partido de los intereses generales. Se comprueba ahora que eso fue flor de un día. Entre el patriotismo de partido y el sectarismo, la distancia es casi invisible. Es de temer que González la haya salvado sin advertirlo. Síntoma preocupante de lo que nos espera. ¿Y qué es lo que nos espera? Salvo sorpresa mayúscula, y si las encuestas no mienten, una derrota importante del PSOE en las siguientes generales. El gobierno intentará impedir o suavizar la derrota sin reparar en gastos. Imagínense que las presiones se verán sumidos durante los meses próximos al TC; considerar cuántas acciones urgentes tomar, las más necesarias para combatir la división política y el deterioro económico e institucional. Pero lo verdaderamente decisivo viene después. El sistema del 78, muy dañado ya, sólo podrá salvarse si se cumplen dos supuestos. Uno, una rápida regeneración del PSOE. Dos, una política de cooperación razonable con el futuro gobierno hasta que no haya remitido la tormenta social y territorial. Si no ocurre esto, la cosa irá a poner chunga. Colijo que Sánchez oscila en este momento entre espaldas alternas. O adelantar los comicios, defiriendo en su sucesor la reforma de las pensiones et al. Prepararé la venganza en la calle, donde ganarás tiempo y te atreverás a perder la oportunidad por menos de lo que se prevé. La secuela, claro, sería un nuevo gobierno Frankenstein. Las dos opciones están, potencialmente, preñadas de violencia. La corneja no acaba de remontar el vuelo. Señal funesta, si hemos de atender a lo que nos contaban los augures en la Roma de Tito Livio y Varrón.