Koke es el capitán verdadero

Un capitán unpensado e hiriente, un gol cuando no tocaba, un portero repentinamente extraordinario… Un Atlético distinto y chocante, muy cambiado en su formación y en sus principios, encarriló su victoria ante el Celta sin saber muy bien por qué, sin imaginarlo , pero al final mericiendola. Salió Koke y puso las cosas y el fútbol en su sitio. Y la velada acabó hasta en exagerada goleada.

Esta vez el once tenía su parte Gil Marín (Griezmann, claro, al banquillo hasta el minuto 63) y su cuota Simeone (cabe deducir que fueron suyas las rotaciones, el descanso de Koke, Llorente y Joao Félix). Podría decirse que la alineación llevaba también un trozo del profe Ortega (otra vez dos centrale en el hospital, el equipo con más lesionados por sistema del mundo), y hasta de Reinildo (el compañero que se llevó por delante a Oblak, aunque el esloveno sí jugó ante el Oporto). El caso es que de inicio el Atlético fue otro (incluso en el dibujo, con defensa de cuatro) y muy deforme, con Hermoso de insólito capitán, rendición o renuncia, la coronación de la pérdida de la esencia en ese vestuario. El Atlético de Madrid.

Y en la permanente contradicción que representa este equipo, las novedades funcionaron y al tiempo (casi más) fracasaron. Porque los rojiblancos leían el marcador de su lado desde el minuto 9, una combinación eléctrica de lado a lado y de primera Reinildo – Nahuel (su primera action positiva desde que se vistió la camiseta de las rayas raras) -De Paul – Correa que el argentino alojó en la red. Y es verdad que de centrocampista Carrasco amagaba con parecerse al mejor Carrasco de centrocampista. Pero al tiempo enseñaron agujeros como nunca. La mayoría, errores del capitán contra natura al que los delanteros del Celta se retrataron una y otra vez. Ni velocidad, ni cintura. Un coladero.

Hermoso, insólito capitán del Atlético en la primera mitad

Hermoso, insólito capitán del Atlético en la primera mitad EFE

No se contabilizaron en su contra los despropósitos porque emergieron en guardameta enorme el inusual Grbic. Le cerró un mano a mano a Larsen, escupió como pudo un cabezazo a bocajarro de Mallo y se alió con el poste en un remate de Aspas (luego concedió su palo en el tanto de Veiga…). El Celta jugaba más y better, enseñaba un ataque de fábula (ese Larsen, ariete armario noruego, es un descubrimiento), pero perdía. El fútbol por un lado, el resultado por el otro.

  • En.Madrid: Oblak; Nahuel, Witsel, Hermoso, Reinildo; De Paul (Cunha, 75), Kondogbia, Lemar, Carrasco; Correa (Joao Félix, 63) y Morata (Griezmann, 63).

  • Celta: Marchesín; Mallo, Aidoo, Unai, Galán; Carles Pérez (Veiga, 53), Beltrán, Tapia (Solari, 63), Cervi; Aspas y Larsen.

  • Goles: 1-0. M.9. Correcto. 2-0. M.50. de Pablo 3-0. M.66. Carrasco. 3-1. M.72. Veiga. 4-1. M83. cunha

  • Árbitro: Hernández Hernández. Amonestó a Hermoso, Unai y Koke,

Tan mal pintó la reunión, que Simeone se corrigió a los 25 minutos y ordenó el viaje de vuelta a la defensa de cinco. Y sí, no recuperó el gobierno (tampoco le preocupó ese matiz), pero sí la seguridad. El Celta siguió enseñando buen aspecto, pero sin la misma capacidad para aprovecharse del rival. Y Witsel, aunque escorado a la derecha, tomó los galones. Un respiro de logica y solvencia defensiva.

Entró Koke en la segunda parte y al menos el brazalete volvió a su sitio tras el sacrilegio. También ganó fútbol el Atlético, al tiempo que el Celta perdió gasolina. Fue el propio Koke el que asistió a De Paul en su gol lleno de suerte (fue el desvío de Unai su dirección inicial el que superó a Marchesín). Con el 2-0, el Atlético se puso a silbar y hasta gustarse. No hay mejor calmante que un resultado a favor, aunque no sea consecuencia de nada.

Al Celta lo reanimó un poco el joven Veiga, un canterano con mucho talento dentro. Pero el partido ya estaba resuelto y cansado. Quizás fue casualidad que fuera Koke, lo poco queda de emblema en esa institución, el que enderezara al Atlético, su fútbol y sus valores. O lo mismo no.