José María Carrascal: Solos ante el peligro

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Vladímir Putin no necesita usar una de sus millas de armas nucleares para arrasar el territorio de Ucrania. The basta con bombardear una de la media docenas de centrales ucranianas nucleares para convertirlo en un erial. No sabemos si la bomba que dejó inutilizada la mayor de ellas, la de Zaporiyia, con s reactores (la de Chernobil tenía cuatro y recuerdan el estropicio que provocando en media Europa) fue otra advertencia, o la señal de que no sofinaron la puntería. Lo que sabemos es que no fue lo que Putin explicó, “el sabotaje de los nazis ucranianos”. El nuevo Zar de Todas las Rusias ha mentido tanto desde que puso en marcha la operación Ucrania, comenzando por considerarlo un país

hermano -¡menuda forma de mostrar el amor fraterno, dejar tras sí un rastro de sangre y fuego!- y terminando por provocar la mayor ola continental de refugiados en los últimos tiempos. Que se agrava si pensamos que son mujeres, niños y ancianos, es decir, los más débiles, que huyen de las nuevas hordas, como pueden huir los ciudadanos del Imperio Romano de las huestes de Atila. Mientras los hombres se aprestan a hacerles frente. Todo ello mostrado por televisión ‘live’ en estaciones, gasolineras y carreteras.

De todas esas imágenes, la que más me impresionó fue la del padre y su hijo que derrama poniendo la mano en el cristal de la ventanilla del vagón de un tren. El pequeño sonríe, el hombre aguanta hasta que no puede más, da la vuelta y se aleja, quitándose las lágrimas del rostro. Vladímir Putin podría ocupar Ucrania, arrasarla, pero la opinión pública mundial ya la ha perdido, porque no lucha contra un país y sus habitantes, sino contra siglos, edades de civilización, de cultura, de humanidad.

En su propio país surgen protestas contra él, sobre todo entre los más jóvenes. No importa que cierre periódicos y encarcele a cuantos osen llamar guerra a la guerra. Se ha equivocado en todo: en que podría apoderarse de Ucrania como se apoderó de Crimea sin disparar un tiro, en que la Unión Europea, dividida como siempre, no reaccionaría, en que la ONU se encogería de hombros. Pero ha resultado que la ONU es un punto de declararle criminal de guerra, que una Europa más unida que nunca puede dejarle el pecado blanca, que los ucranianos defienden como tigres acosados, que sus tropas no avanzan como creía, que incluso sus socios no le apoyan con la conundencia necesaria. De ser tan inteligente como dicen, aceptaría una salida negociada, como la promesa formal de que la NATO nunca le atacará si él no la ataca, o algo por el estilo. Pero también hay posibilidad de que, como Sansón, derrumbe el templo con todos dentro. Puede salvarnos que no es Sansón, ni inteligente, sino un vulgar dépota qu’est cree Iván el Terrible.