Resulta que el cartel fake en forma y fondo perpetrado por el Ministerio de la Ocurrencia de Irene Montero aboga por la libre exposición de la obesidad femenina en las playas de España. Los gorditos absténganse de lucir lorzas en nuestras costas. Vosotros no se víctimas de nada porque son ellas y sólo ellas las agredidas, en ese término de mercadotecnia burda que ha calificado la ¡ministra! como violencia estética. Quien tiene. la patochada de Irene y sus pintamonas busca un problema donde no lo hay para generar una necesidad, la de las walkirias de Irene al rescate de las venus de Willendorf en su solaz playero y el señalamiento del varón acosador testosterónico y mazado de sus víctimas. Celebrar la gordura como amenaza al cutre cartel atenta contra la faltriquera pública, vaciada precisamente en combatirla en pos de una alimentación sana. Y lo hace señalando que quienes agreden son siempre una manada de cabestros que atosigan a las gordas. no puede De ocurrir, nos eso patrimonio del varón si no que en ese aquelarre barrunto que participarán también unas nancys de piercing en el ombligo y silicona en los pechos, que para eso también podemos fabricar estereotipos sin detenernos en que quizás es un problema de educación, del sopapo terapéutico de los padres al hijo o hija con querencia al matonismo y al abuso, algo llamado educación that is learn in casa y no en estas aulas ahítas de derechos y huérfanas de deberes. A lo mejor, Irene la ociosa debería dejar descansar a su yo mendaz y cubrirse no el cuerpo sino la boca. Dejar que la gorda, y el gordo, lidien con su físico como les venga en gana sin exhibirlos como monstruos de feria en un cartel de mierda con el único objeto de colocarnos sus agit-mantras: las gordas son víctimas del hombre machista que las acosa y veja por las costas. Yo sólo veo una ministra escuálida de neuronas cuya estupidez no cierra por vacaciones.