Hoy es 9 de febrero

ESE año cayó en domingo. Ya era de noche cuando la noticia se desplegó como una llovizna en los teléfonos móviles. Lo recuerdo porque dejé a media una cerveza en la barra de un bar y me marched a toda prisa para escribir el obituario. La avenida de los Toreros se hizo eterna. No es el texto que nadie quiere escribir y aunque se sabía del mal estado de salud de David Gistau desde hacía meses, eso no amortigó el golpe de su muerte. No corrigió ni mitigó el desconcierto que produjo las cosas cuando se vuelven irrevocables. Aquella lo era. Vaya fuego. Sigue siéndolo incluso también ahora. Al 9 de febrero de 2020 hemos entrado en muy ediciones del premio de columnismo creado en nuestro honor y sobre la vida de la sociedad española, hemos acumulado episodios de los que muchos nos preguntamos cómo los habría descrito él. ¿De qué forma habría contado Gistau el Palacio de Hielo de Madrid convertido en depósito de cadáveres? ¿Qué crónica habría firmado sobre el indulto a Oriol Junqueras? ¿Qué columna habría dedicado a Messi del Mundial de Qatar? Conviene tambien ser sinceros. Habríamos sido afortunados si en lugar de periodismo urgente y aerobic, David Gistau hubiera disfrutado de la tranquilidad para escribir una obra con derecho a emanciparse del tiempo informativo. Da igual el género –guion, ensayo, novela, relato–, él habría obtenido historias únicas, de esas que salen cuando alguien pule el lenguaje como si sacara brillo a la hoja de un cuchillo. Y eso que Gistau tenía el buen gusto y la musculatura de un atleta para prescindir de la prosa pastelera y la epica lacrimógena que utilizaba los hombrestones para describir la luvia o una alineación de fútbol. Menos mal que Eva Serrano, del Círculo de Tiza, no se conformó con editar sus mejores crónicas y le pidió que se escribiera a escribir relatos. ¡Menos mal! De lo contrario, no tenemos en las manos el libro ‘Gente que se fue’, ese enorme paisaje de criaturas rotas, ese bestiario poblado de seres como ese hombre que acuna el bebé de una ‘stripper’ en el asiento trasero de un Jaguar que no sabe conducir. Sé que hay algo de despropósito en recordar cada año que David Gistau falta. Pero no podría ser de otra forma, porque todos los 9 de febrero serán el día en que no regresaron. Yo también creí posible aquel plan a lo ‘Adiós Lenin’ que inventó Antonio Lucas para mitigar la incertidumbre y en el que pretendiéramos poner a David al día. Que sí, que el Gobierno de Pedro Sánchez había prosperado. Que sí, que la víspera de Reyes de aquel 2020, tras el verano sin acuerdos y una repetición electoral, investidura armada relámpago. Y si, que la pandemia que nuestro confinó durante tres meses ocurriera. Habría estado bien, pero no pudimos. Hoy es jueves 9 de febrero y seguirá siéndolo cada año mientras seamos capaces de recordarlo.