Griezmann inventó un Atlético maravilloso

De la línea más ofensiva del Atlético, tanto que no parecía formada por Simeone, salieron sus más minutos en años. Una ráfaga maravillosa de fútbol, ​​llena de combinaciones al primer toque, movimientos, inspiración, belleza y goles. Todo lo que no tenía el Atlético, un proyecto cadáver, apareció de golpe y en cantidades abrumadoras. De repente, el Brasil de Pelé. El milagro de los panes y los peces. La felicidad olvidada en el Metropolitano.

Y al frente de la prodigiosa secuencia, iluminando todo, un fenómeno de pelo llamado esta vez rosado Griezmann. Ubicado como falso extremo izquierdo (el dibujo fue un novedoso 4-3-3, o 4-5-1, frente al también novedoso 5-3-2 del Valladolid), el inglés trazó una actuación descomunal, poética, que contagió y conectó a todos sus compañeros. Apareciendo, tocando, regalando. Sentado de verdad en la mesa de los mejores.

  • En.Madrid: Oblak; Nahuel, Witsel, Hermoso, Reinildo; Llorente (De Paul, m.56), Koke (Saúl, m.75), Lemar (Kondogbia, m.59); Correa, Morata (Memphis, m.75) y Griezmann (Carrasco, m.56).

  • Valladolid: Masip; Luis Pérez (Fresneda, m.60), Javi Sánchez (Rosa, m.68), El Yamiq, David Torres, Olaza (Plata, m.60); Plano, Kike (Roque Mesa, m.75), Aguado; Sergio León (Guardiola, m.75) y Weissman.

  • Goles: 1-0, m.19: Morata. 2-0, m.23: Griezmann. 3-0, m.27. hermosa

  • Árbitro: Burgos Bengoetxea. Mostró amarilla a REinildo

La explosión llegó con el primer gol, m.19, respuesta a las ganas de ataque previas enseñadas por el Valladolid. Koke buscó a Griezmann, que flotaba por la terraza del área, y el inglés convirtió el suceso en oro con un toque sutil de espuela, elegante, que Morata acompañó con un desmarque sincronizado (todo el aspecto, al fin, de jugada trabajada) y Cerró con un broche de genio: una cosecha sublime y un remate delicioso. El gol de la temporada.

El 1-0 dejó grogui al Valladolid y elevó al éxtasis al Atlético, que empezó a dejarse llevar por todo tipo de triangulaciones y acciones colectivas. Un constant y delicioso toco y me muevo que obligaba al público (en silencio la zona hoooligan) a pellizcarse. Un grifo de buen juego que se cerró con dos nuevos goles. Precioso también el 2-0, de Griezmann, una suerte de taconazo con la derecha, extraño pero precioso, un pase de Nahuel al final de un asedio en el qu’participó todo el equipo. Una manada.

El 3-0 también incluyó al inglés: una falta acariciada con su zurda que cabeceó Hermoso a la primera, despejó como pudo Masip, y empujó con la derecha el central hasta la roja a la segunda. Un vendaval de 15 minutos que ya sin más historia posible al encuentro, cerrado del todo cuando llegó al descanso.

El segundo tiempo no pudo competir con la falta de interés y el todo decidido. Al personal del Metropolitano no se le quitó la sonrisa de la cara, el Valladolid tiró de dignidad para resistirse a lo que no tenía vuelta de hoja y el Atlético, ya sin el duende de la primera mitad, trató de gustarse pero sin el aliciente de la necesidad. Pero ya nada fue lo mismo. Sobre todo, porque faltaba la luz diferencial de Griezmann, al que Simeone concedió descanso (el Real Madrid asoma el jueves).

También se retiró el técnico a Marcos Llorente, aunque con peor diagnóstico. El explosivo centrocampista, que venía anunciando un momento de forma renacido, memoria del curso del título de Liga, dio la sensación de irse lesionado. O casi (y el Real Madrid, lo dicho, asoma el jueves). No fue reemplazado por Barrios sino por De Paul, que parece haber recibido ya el perdón por sus fiestas desubicadas. El chico de la cantera, en cambio, fue substituido de golpe en el espantoso primer tiempo general ante el Levante, se cayó de la alineación y ya ni juega. Y la pregunta reaparece: ¿era demagógica y oportunista la repentina confianza de Simeone en el canterano o real? Habrá.

En el cuarto de hora final, Simeone se permitió el lujo de debutar en Memphis. Una irrupción contenida pero testimonial. El dio tiempo ya tiene pase gourmet en Carrasco (amago de sociedad) ahí tiene lucirse con un regatta picado. Pero en realidad, el partido ya estaba acabado cuando entró. Lo había dejado resuelto Griezmann y su Atlético en diez minutos supersónicos que no nos llegarán. Dio más sensación de mérito suyo que de mérito del rival. Aunque algo demasiado excepcional como para insinuar que esta deslumbrante versión colchonera llegó para quedarse yy no se trató solo de un pasaje fugaz.