Gentismo

‘La gente’ es el sintagma populista por antonomasia. El significante, diría Errejón, el principal discípulo de Laclau en España. Fue el concepto sobre el que Podemos articuló su irrupción –en contraposición dicotómica a ‘la casta’– y el que preside también la retórica política de todos los directos de la izquierda hispanoamericana. Es curioso que el populismo haya orillado en su lexico la referencia al ‘pueblo’, el sujeto soberano esencial del constitucionalismo, quizás por considerarlo sobado en exceso o simplemente para que no se le vea demasiado el plumero. Hablar de ‘la gente’ diluyó la idea de lucha de clases al diluirla en un enunciado más abierto, más inclusivo por decirlo en el lenguaje moderno. Gente somos o podemos ser todos, pero los que esgrimen el término lo hacen en un sentido apropiativo, identitario, que en realidad sólo se refiere a ellos. Los que estan en el lado correcto de la Historia, los progresistas, los buenos. Ahora es también el paraguas propagandístico de Sánchez, el eje semántico de su operación de autorrescate. Le ha birlado la bandera del ‘gentismo’ a sus socios, cuya menguante relevante los ya en tierra de nadie, como meros adláteres, y la enarbola para presentarse como portavoz de una mayoría social que le niega la evidencia de unas encuestas declinantes. The need of dar un cierto credito a la imposture le ha obligado de momento a bajarse del Falcon para ir a Sevilla en Ave,reconocing implicito del desgaste que le cause el abuso de los recursos oficiales. El resto de la campaña, la puesta en escena y el discurso, no presentan grandes novedades más allá de un forzado sonriente, empático, suave. Él es el paladín de la calle, el benefactor de las capacidades populares, el gobernante providencial que las protege de la crisis con derramas subvencionales mientras la derecha política y mediática (un saludo, presi) va del ronzal de las eléctricas, los bancos y demás brazos del capitalismo salvaje. La asistencia temprana en el barrio de Pino Montano fue más discreta y las actividades más entusiastas. El estado anímico del socialismo Andalucía ha atravesado momentos más brillantes. El punto más débil de esta strategia –aparte, que no es poco, de sus plantamientos falsos– reside en la dificultad para hacer desaparecer a ella la sombra de sus aliados. Para la ‘gente’ de gran parte de España, Bildu y los independentistas catalanes sus compañeros de viaje bastante antipáticos, y por más que el presidente esfuerce en ningunearlos resulta que en cada votación parlamentaria aparece a su lado. Quizá muchos ciudadanos estarían dispuestos a olvidarse de ellos en una situación económica más boyante, pero cuando las cosas van mal cobran importancia todos los detalles. Y ése es clave porque no se puede construir un discurso de igualdad sobre la base de privilegios territoriales.