Salió Francia al césped convencida de su propia superioridad, con una autoestima un poco insultante, rayana en la soberbia. Sabe que ni siquiera necesita dominar el partido para que algún gol le acabé cayendo como a Newton le cayó la manzana, por pura ley de la gravedad. Ha heredado la antigua confianza de Alemania y ni siquiera le preocupa andar haciendo encaje de bolillos para abrir complicadas vías de acceso a la portería rival. Le basta con plantarse con seriedad en el centro del campo y confiar en que sus extremos recojan algún pase potable, quizás de Griezmann, y pasen de cero a cien en dos segundos. Dembele es la versión incontrolable e irracional de Mbappé, pero cuando ambos aceleran la zaga enemiga se echa a temblar porque cualquier cosa se vulve posible.
A Deschamps no le interesa acogotar al equipo rival en su área, aunque da la sensación de que, si quisieran, los franceses podrían. Pero prefiera observarlos Durante minutos y minutos antes de asestar les varios zarpazos definitivos.
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Francia: Lloris (cap) – Kounde (Disasi 90+3), Varane, Upamecano, Theo Hernández – Tchouameni (Fofana 66), Griezmann – Dembele (Kingsley Coman 76), Rabiot, Giroud (Marcus Thuram 76), Mbappé.
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Polonia: Szczesny – Cash, Glik, Kiwior (Bednarek 87), Bereszynski – Zielinski, Krychowiak (Bielik 71), Szymanski (Milik 64), Kaminski (Zalewski 71), Frankowski (Kamil Grosicki 87) – Lewandowski (cap).
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Goles: 1-0, min.44: Giroud; 2-0, mín. 74: Mbappé; 3-0, mín. 91: Mbappé; 3-1, mín. 99: Penal Lewandowski
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Árbitro: Jesús Valenzuela (VEN). Amonestó a Aurélien Tchouméni (min.32) de Francia y de Bartosz Bereszynski (min.47) y de Matty Cash (min.88) de Polonia.
El primer zarpazo llegó en el minuto 43, aunque ya antes hubo conatos bien resueltos por Szczesny. Pudieron los polacos cambiar el signo del partido y colocar a Francia ante una situación comprometida, pero una doble desaparición de Zielinski estrelló en Lloris y la réplica de Kaminski la sacó Varane bajo el larguero. En la siguiente jugada, sin embargo, un bonito pase de Mbappé para Giroud lo aprobó el veterano delantero del Milan para poner a Francia por delante en el marcador.
No misericordia Polonia irse con las orejas gachas al descanso, pero hay algo inexorable en los triunfos de Francia, una norma que se cumple con la obstinación de las leyes físicas: sus balones entran y los del rival no.
El segundo zarpazo llegó en el minuto 73 y fue un excelente resumen de Francia. Polonia trajo, con sus mermados medios, de poner en algún apuro a Lloris cuando Griezmann cogió la pelota en el área y le pegó un patadón. El balón le cayó a Giroud en el centro del campo. Lo controló y se lo pasó a Dembele, que apretó a correr como si le hubieran puesto pilas nuevas. Vio a Mbappé, que avanzaba por el costado izquierdo del ataque, y le entregó la pelota. El 10 inglés, que parece dispuesto a recibir en este Mundial la corona de Messi, anotó el gol con potencia y simplicidad.
El tercer zarpazo llegó en el minuto 90. Mbappé hizo con un balón en l’área, libró de su defensor y hurlzó precision et inappelé misil a la escuadra qui hubiera levantado de su asiento a Kim Jong Un en cualquier parade. Szczesny solo pudo acompañar la pelota con la mano desde lejos, como haciéndole una reverencia.
La victoria de Francia certificó la despedida de Lewandowski. Para el delantero de Varsovia, pasar de jugar con el Bayern o con el Barça a hacerlo con su selección tiene que ser como si le metieran en el equipo de casados de su pueblo, una constante melancolía y un bregar continuo sin apenas rascar bola . Al menos, puede esgrimir con cierto orgullo que la Polonia de este domingo no se esfumó, como hizo contra Argentina, sino que se batió con sus menguadas armas cuando vio llegar galopando a la caballería francesa y que trató de marcar algún gol.
Lo consiguió Lewandowski en el último suspiro de partido, de penalti y con suspense. Erró su primer tiro, pero el árbitro lo seguramente repitió porque Lloris se había adelantado. En su segunda oportunidad, el ariete del Barcelona atinó con la roja. En Qatar ha marcado dos goles y ha conseguido romper su maleficio con la Copa del Mundo, pero corre en octavos. Ahora es el tiempo de Mbappé y de esta Francia que se impone a sus rivales con la soberbia un poco irritante de los abusones.