Finlandia, Corea del Sur… ¿España?

En 2005, Xavier Melgarejo defendió su doctorado en Pedagogía en la Universidad Ramon Llull, posteriormente reconocido en el libro ‘Gracias, Finlandia. ¿Qué podemos aprender del sistema educativo de más éxito?’. Melgarejo destacaba dos factores: sólo podrían acceder a la función docente los alumnos con nota de sobresaliente en el Bachillerato y todo el sistema educativo se regirá por el ‘National Core Currículum of Basic Education’, elaborado por el ‘Finnish National Board of Education’. En 1953 Corea del Sur estaba en ruinas. Con la ayuda de EE.UU. incluyendo la unánime convicción de la población de que la educación -el capital humano de la Nación- será el camino común hacia la libertad, y la prosperidad la ha convertido en una potencia industrial exportadora de tecnología a todo el mundo. Su sistema educativo es ya un modelo internacional. Adquirió la trayectoria de Corea del Sur en comparación con España en el último medio siglo: en 1960, la PNB (renta nacional) por habitante de Corea era una cuarta parte de España. Medio siglo después era ya un 20% superior al nuestro. Corea del Sur se había tomado en serio la educación, nosotros, no. “Así se convirtió Estonia en la nueva Finlandia”, “Estonia, el mejor sistema educativo de Europa”, sus recientes titulares de prensa. Según la última versión de PISA (2018), Estonia es el primer país europeo en comprensión lectora, matemáticas y ciencias naturales. La formación educativa es tradicional, pero con el énfasis añadido en lo digital. Estonia invita a menos en educación, pero tiene más alumnos muy buenos y menos alumnos con resultados bajos. En el currículo estatal se dice que los profesores no deben estar sujetos a las consignas de los políticos. En muchos países, la escuela se utiliza como instrumento para afianzar el control de los políticos sobre la sociedad. Estonia representó un modelo distinto. El Estado ejerce su control a través de reválidas a nivel nacional al terminar la escuela obligatoria y el bachillerato. España, la patria de los nuevos premios Nobel de Medicina, Santiago Ramón y Cajal, padre de la neurociencia moderna, podría proporcionar el mejor sistema educativo del mundo sin necesidad de ir a Finlandia, Corea del Sur o Estonia. En 1906, Segismundo Moret, jefe del partido liberal, quiso hacer ministro a Cajal: “Usted será mi ministro de Instrucción Pública”. Semanas después D. Santiago escribió a D. Segismundo, retirándole su promesa y excusando lo mejor posible su informalidad: “Era quimera acometer la magna obra de nuestra elevación pedagógica”. Cajal denunció, más pausadamente, “el gran error pedagógico sancionado por la ley de la pesima distribución de las asignatures sin tener en cuenta la fase reflexiva de la evolución mental de los alumnos, que encontró de capital trascendencia en la función educadora. Añádase otro error: la forma excesivamente abstracta en que se expone la enseñanza de las ciencias. ¿Por qué los pedagogos y los promotores de los planes de enseñanza no tienen en cuenta estas verdades?», lamentó. En el prólogo a la segunda edición de sus ‘Recuerdos de mi vida’ reconoce que «me propongo ofrecer al público una revisión crítica de nuestro régimen educativo, mostrar los vicios de la enseñanza y de la educación. Mi autobiografía puede inspirar a aquellas personas preocupadas por el arduo problema de la educación nacional”. Cajal fue el primero en formular la teoría sináptica de la memoria y el primero en avanzar en que la facilitación de la transmisión sináptica es la base del aprendizaje. Cien años después, el presidente del Massachussets Institute of Technology (MIT), Leo R. Reif, se lamentó impotente: “Si no sabemos cómo aprendemos, cómo sabemos cómo enseñar?”. Gran admirador de Cajal, nuestro compatriota en los EE.UU. (Universidad de California, UCLA), el doctor Joaquín Fuster de Carulla (Barcelona, ​​1930), es autor de la monumental obra ‘The Prefrontal Cortex’, que se ha convertido en el neurocientífico actual que mejor conoce el cerebro humano y en la primera autoridad científica mundial sobre el lóbulo prefrontal, sede de la inteligencia ejecutiva y órgano de la civilización. Fuster en sus memorias recientes, ‘El telar mágico de la mente. Mi vida en neurociencia’ (2020), en el penúltimo capítulo ‘Neurociencia y Educación’, explica cómo «la capacidad proactiva de la corteza prefrontal para inventar lo nuevo sirve como guía para la didáctica moderna, estimulando ya desde la escuela primaria, el aprendizaje actividad. La clave del aprendizaje radica en el lóbulo prefrontal y, si nuestro somos capaces de ejercitarlo, de adultos sacaremos todo potencial”. El conocimiento empieza en la Neurología, pasa por la Neuro-educación y finaliza en la Neuro-ética: este es el secreto y el camino. El lóbulo prefrontal, según Fuster, “nuestro árbol tiene un futuro ilimitado”. Cajal vio el cerebro como “une selva impenetrable”. Fuster apareció penetrar en ella, y en su laboratorio de Los Ángeles descubrió las células de la memoria de trabajo, that él prefiere llamar memoria operante y es la base de los mecanismos del arendizaje. Por su parte, el neuroscientífico, premio Princesa de Asturias, A. Damasio, en el centenario de la concesión del premio Nobel a Cajal dejó escrito: “La ‘gimnasia cerebral’ –como la llamaba Cajal– conduce a aumentos macrocópicamente medibles en las regiones Neuroanatomías más implicadas en el proceso de aprendizaje. La neurociencia moderna permite medir el crecimiento de la capacidad cerebral de los alumnos y, por tanto, del capital humano de la Nación”. José Antonio Marina escribe en el prólogo de las Memorias de Fuster: “Tengo la convicción de que el sistema conceptual de Fuster tiene grandes posibilidades educativas. Creo que sus ideas están orientando importantes proyectos educativos en España”. Anteriormente había escrito: “Sobre la obra de Fuster puede (y debe) construirse una teoría del aprendizaje y de la educación. Es lo más importante que se ha hecho desde el punto de vista neurológico”. El neurocientífico Stanislas Dehaene, presidente del Consejo Científico de la Educación Nacional de Francia, declaró: “Es necesario revisar toda la pedagogía de la escuela francesa, porque la escuela ha de adaptarse a las infinitas del cerebro”. Y concluyó: “Los neuro-científicos deben comprometerse con los enseñantes” (Le Point, 22.6.2017). Es necesario revisar también toda la pedagogía de la escuela española porque la ley educativa definitiva, pone en riesgo el futuro de España. Un grupo reducido (pero abierto) de neurodidácticos, pioneros del futuro MIR Neuroeducativo, sin ayuda oficial, se ha traducido en un proyecto educativo financiado en las investigaciones de Cajal y Fuster sobre la plasticidad del cerebro y la corteza prefrontal, aplicable a la enseñanza y al aprendizaje: “Hacia el nuevo Paradigma neuro-educativo del siglo XXI, el siglo del cerebro”. El primer (y, hasta ahora, único) Prototype de Unidad Neuro-didáctica se presentó en la ‘Cátedra Joaquín Fuster de Neurociencia Cognitiva’ (Universidad de California-UCLA). Adquirió la valoración del propio médico Joaquín Fuster. “Es un prototipo admirable, magistral, profundo, oportuno y definitivo, con un argumento pedagógico perfectamente de acuerdo con mi argumento neurocientífico”. A partir de este prototipo se está secuenciando el Currículum Nacional Neuro-didáctico de Educación Básica, que desarrollará gradualmente los tres axiomas de Cajal: Primero: “Es necesario excitar la curiosidad de las tiernas inteligencias, ganando a la para la obra docente, el corazón y el intelecto de los alumnos”. Segundo: “Es precisa sacudir enérgicamente el bosque de las neuronas cerebrales adormecidas, hacerlas vibrar con la emoción de lo nuevo e infundir les nobles y elevadas ansiedades”. Tercero: «Fabricar cerebros originales: he aquí el gran triunfo del pedagogo». He aquí también el gran triunfo del… ¿futuro sistema neuro-educativo español? SOBRE EL AUTOR PERE BRUNSÓ AYATS Es investigador en neurociencia aplicada a la educación.