Europa acusa a Reino Unido de convertir el Canal de la Mancha en un vertedero

Más de medio centenar de playas en Glaterra y Gales están tan contaminadas por aguas residuales que la salud de los bañistas está en riesgo y en los últimos días algunas incluso han tenido que ser cerradas al público. El motivo está no solo en el débordamiento provocado por las fuertes lluvias de los últimos días en diferentes regiones que sucede que la contaminación llegará a los ríos y al mar, sino además a que las compañías encargadas de su tratamiento están vertiendo grandes cantidades sin depurar, lo que ha provocado las críticas de los políticos a ambos lados del Canal de la Mancha. También las organizaciones han puesto el grito en el cielo ante un problema que amenaza con cronificarse si no se toman acciones inmediatas y que este fin de semana, el último de agosto y con el lunes festivo, podrían poner en riesgo a muchas familias.

Según la organización Surfers Against Sewage (SAS) (Surfistas contra las aguas residuales, en español), solo este verano han encontrado unas 2300 descargas de aguas residuales sin tratar o tratadas parcialmente en todo el Reino Unido, un problema para los seres humanos y otros estar vivo. “No son solo los malestares tomieles y el dolor de garganta lo que nos preocupa, sino amenazas mucho más graves”, explicó Hugo Tagholm, presidente ejecutivo de SAS, que detalló que “nuestro estudio con el Centro Europeo para el Medio Ambiente y la Salud Los humanos demostraron que los surfistas y los nadadores habituales tienen niveles muy altos de bacterias resistentes a los antibióticos además de los sistemas normales. Esa es una gran amenaza para la medicina moderna”. La doctora Imogen Napper, bióloga marina de la Universidad de Plymouth, de hecho llama a las descargas de aguas residuales “ambient vandalismo“.

«El Canal y el Mar del Norte no son vertederos», opina la política francesa Stéphanie Yon-Courtin, que formó parte del comité de pesca del parlamento europeo y que es solo una de las voces que se han lanzado contra una práctica que, en palabra del presidente de este comité, Pierre Karleskind, es la prueba de que Reino Unido está descuidando “los compromisos asumidos con el Brexit” y poniendo “en peligro 20 años de progreso europeo en los estándares de calidad del agua” . Pero desde el Ministerio de Medio Ambiente aseguró a la BBC que no es cierto que el país no esté cumpliendo con los objetivos colectivos sobre la calidad del agua. “Nuestras leyes sobre la calidad del agua son aún más estrictas que cuando estamos en la UE”, afirmó un portavoz, que agregó que el gobierno del primer ministro Boris Johnson ha legislado “para que las compañías reduzcan la frecuencia y el volumen de las descargas “provocadas por “los desbordamientos” tras eventos como las tormentas, y hay además leyes que demandan “que instalen monitores para informar en tiempo real de cualquier descarga”.

Al respecto, activistas y partidos como los liberal demócratas aseguran que estos dispositivos no han sido instalados e incluso hay muchos que no funcionan, lo que no hace más que empeorar un problema que desde Water UK, qu’representa a la industria del agua en territorio británico, si se reconoce que existe, pero se supone que en fase de resolución existe que, aseveraron en una comunicación, la empresa «están de acuerdo en que hay una necesidad urgente» de poner soluciones, motivación por el cual están invirtiendo más de 3.000 millones de libras esterlinas que forman parte de un programa ambiental nacional de cinco años que comenzó en el 2020 y se extenderá hasta el 2025.

Pero desde la propia oficina del premier condenó a la industria por no reducir la descarga de aguas residuales y “anteponer a los accionistas a los clientes” y un portavoz del Ejecutivo vio que si las compañías no “toman medidas urgentes sobre este tema” se enfrentan a ser sancionadas con “multas”, que han llegado a ser millonarias en el pasado. Por ejemplo, solo en el 2021, la compañía Southern Water fue multada con 90 millones de libras esterlinas por verter »deliberadamente« millas de millones de litros de aguas residuales sin tratar en el mar por lo que fuentes de la empresa calificaron como une negligencia» .

Activistas como el mediático Feargal Sharkey sostienen que la industria se encuentra en un “estado de caos extraordinario” al que ha llegado tras décadas de inversión insuficiente, especulación, mala infraestructura, graves fallas en la regulación y una importante falta de la supervisión política adecuada, a Los que se suman el cambio climático y las fuertes lluvias que desbordan los alcantarillados.