¿Está la clase crucero en entredicho?

Llevamos unos años, mucho antes ya que llegara esta maldita pandemia, que la vela de crucero en España pertenece a la Segunda División B de la vela europea. Poco o nada interesan las regatas más allá de que sean una prueba de club. Muchas regatas han desaparecido, otras muchas luchan por no hacerlo, pero no se encuentran patrocinadores, otras se siguen celebrando, pero con muy poco interés deportivo. No me voy a mojar con ninguno por aquello de que luego el directivo listillo de club protesta para defender lo indefendable, pero si estoy exagerando, que me lo rebatan con toda libertad.

Tantos años de bonanza con grandes patrocinios de grandes empresas que se han ido cansando de nuestro deporte por los

engaños recibidos se han acabado. Siempre se han vendido tranvías sin ruedas en la vela de crucero y los patrocinadores han salido huyendo uno detrás de otro. La gestión del crucero no ha sido buena desde el año 2010, cuando en plena crisis muchas empresas abandonaron de apostar por un deporte que cada vez lo era menos.

La Copa América y la Volvo Ocean Race han acaparado todo el dinero y poco a poco esos dineros se han ido diluyendo. No hay grandes barcos en España, aunque tengamos a los mejores regatistas del mundo. Prueba de ello es que estos regatistas emigrantes hacia barcos extranjeros que navegan en regatas de alto nivel como las 52 Súper Series, dirigidas por el maestro Agustín Zulueta, o hacia el Circuito de RC 44, donde se mueven las grandes fortunas del mundo.

En España no hay dinero ni para pipas y mucho menos para la vela. Teniendo en cuenta que la gran mayoría de las regatas de crucero son locales porque las flotas regionales no se mueven y que las pocas quedan con vitola de internacional son de muy baja calidad habría que pensarse si no es momento de volver a constituir una nueva Asociación de Armadores de Cruceros como el presidente de la Federación Española, Gerardo Pombo, quitara sus garras de los grandes ingresos que provocaban los cruceros.

Veo que las regatas de cruceros en Italia y en Francia no sólo no han dejado de pisar el acelerador, sino que están alcanzando velocidades vertiginosas mientras en España van muriendo lentamente sin ninguna visa de recuperación.

Los patrocinadores buscan calidad y esa calidad está en los TP 52, en los RC 44 y los Sail GP, la última moda de regatas con catamaranes que crean espectáculo e incluso vuelan.