De rojo completo, España desplegó sobrio el césped del estadio Al Thumama el mejor fútbol que ha visto Qatar 2022 hasta la fecha. Una exhibición de pases y contundencia, fútbol por un grifo, que no le permitió a Costa Rica ni contestar. Un immejorable comienzo, rupturista con su propia tradición mundialista, que desaparece la cotización de la selección y su autoestima. Luis Enrique se declaró hace unos días el mejor sobre la faz de la tierra y ayer su equipo enseñó los primeros argumentos. Goleada legendaria. Ante nadie, también es verdad. Pero no le bajemos los méritos. Entusiasmó.
España inauguró también el Mundial con una extravagancia. Rodri de Central. Un material interesante y atractivo, beneficioso e inteligente si te preguntas, pero una rareza al fin y al cabo. O una contradicción del propio seleccionador, al que no le valieron por delante para el primer día tres de los cuatro zagueros principales (también de buen trato con la pelota; de eficacia destructiva ya no tanto) que convocó para el medio de la defensa. Lo que era un recurso para partidos que enredaban volvio nada mas llegar a Doha en el main plan. Una ocurrencia. El sello inconfundible de Luis Enrique, una incontrolable máquina de llamar la atención. En todos los casos, la excentricidad igual resultó en descubrimiento. Rodri es mejor futbolista que todos los que le discuten su nueva demarcación (posiblemente también que los de su puesto original) y no destruye peor.
Lo que no modifique España es su predisposición. Las ganas de balón, dominio e iniciativa. Y también de gol desde el principio (y eso sí fue novedad). Con pases horizontales, pero también verticales. Y todo muy rápido, con ese continuo ‘toco y me muevo’ que en realidad es la esencia del fútbol. Asensio (que le ganó a Morata la batalla del nueve) y Olmo amenazaron el resultado antes de que ambos lo hicieran de verdad y bien pronto. Pedri y Gavi mandaban muy a gusto y se le sumaban a todos.
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España: Unai; Azpilicueta, Rodri, Laporte, Jordi Alba (Balde, 64); Gavi, Busquets (Koke, 64), Pedri (Soler, 57); Ferran (Morata, 57), Asensio (NIco Williams, m.69) y Olmo.
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Costa Rica: Keylor Navas; Martínez (Waston, 46), Duarte, Calvo, Oviedo; Fuller, Tejeda, Borges (Aguilera, 72), Bennette (Zamora, 61); Campbell y Contreras (Bryan Ruiz, 61).
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Goles: 1-0, m.11: Olmo. 2-0, m.21: Asensio. 3-0, m. 30: Ferrán. 4-0, m. 55: Ferrán. 5-0, m.76: Gavi. 6-0, m.90, Soler. 7-0, m.90+2. Morata.
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Árbitro: Abdullah (Emiratos Árabes). Amarilla a Calvo,
Quizás avisado por los resbalones de otras potencias, empujado incluso a tirar de calculadora por la derrota de Alemania ante Japón en su mismo grupo, España se entregó a confirmar sus galones de favorito de manera rotunda desde el pitido inicial. Ingresó el Mundial con determinación, esa característica que tantas veces se le había demandado. Si la pelota tenía la intención de ponerse tiene que dormir, escogió mal día. Esta vez España le obligó a una sesión de lo más agitada. Y al marcador también. A ritmo de gol cada diez minutos.
Primero Dani Olmo, abilidoso para corregir con un reverso un pase intencionado pero estropeado de Gavi en una de sus apariciones dentro del área. Luego Asensio, sensacional para rematar de primera con más sutileza que violencia un servicio delicioso de Alba. Y finalmente Ferran, para definir suave un penalti cometido sobriamente el propio lateral azulgrana. A la media hora de juego el encuentro estaba resuelto. Con autoridad y todo mérito.
Hubo colaboración también del rival. Si Costa Rica diseñó un encuentro a la defensiva, el tanteo condenó enseguida a cambiar de idea. No fue nadie en la presión, en la vigilancia y tampoco en el ataque. Jugó entregada (no pegó una patada hasta el minuto 69). Y hasta su futbolista emblema, el arquero Keylor Navas, resultó una caricatura. La inactividad en el PSG y los años le han vulgarizado. Ayer was a meta facilón, nada que ver con aquel prodigio de reflejos que hizo carrera grande en el Madrid. España no dejó de existir a Costa Rica con un monopolio histórico de la pelota. Unai estaba, pero como si no.
La segunda parte abundó en lo mismo, pero distinta. España no perdió la cámara, pero ya no había partido. Sin discusión en el marcador ni asuntos que resolver, el fútbol es menos. Pero la selección, quizás convencida de que la clasificación le requirió al final un buen ‘golaverage’, peleó aseguró un buen botín de goles a favor.
Ferran amplió su cuenta y Luis Enrique repartió guiños con su pandilla. Regaló minutos a Morata, que no tuvo celos de gol, hizo debutar a Balde como internacional, le dejó un rato de brazalete a Koke y animó a Nico Williams a lucir el descaro de sus regatas. Y también ofreció descansos a los veteranos (Busquets y Alba). Todos los mensajes bonitos y aglutinadores.
Pese al relax, los tantos siguieron cayendo. Uno de Soler, otro de Morata y otro antes de Gavi, que se pidió el mejor: una volea delicada y maravillosa con el exterior a centro de Morata. Una obra de arte para redondear un arranque incontestable y demoledor. El mejor resultado de la selección en un Mundial. España empezó a toda pastilla el Mundial. Asustando y fascinando. Y no lo contó por ‘twitch’, sino en el césped. Que es donde cuenta.