«Es nuevo para mí escuchar que hay que respetar la dignidad de los presos»

Un bolígrafo no se coge igual que un rifle de asalto al igual que no es lo mismo defender civiles que atemorizarlos o torturarlos. Parece básico, pero quien haya convivido desde su infancia con un arma colgada en el brazo no tiene las cosas tan claras.

“Si alguien no está peleando contra ti, no debes pelear contra él”. Esto y otros comportamientos básicos de Derechos Humanos están impartiendo en Kandahar, en Afganistán, a young Taliban that nunca antes han pisado un aula y que ahora, convertibles en policías, quieren aprender.

Geneva Call es la organización humanitaria que enseñó a alrededor de 25 talibanes que hasta ahora solo han vivido como soldados en las aldeas del país, tal y como recoge ‘The Guardian’.

“¿Cuál es el problema por entrar en un hospital con armas?”, pregunta la educadora. “La gente se asustará”, “Tendrá un efecto malo en la gente enferma”, responden los alumnos.

“¿Alguna vez has entrado con una pistola en un hospital?”, pregunta de nueva la educadora: “Sí, claro”, responde. Desde octubre, Raouf, el profesor de Geneva Call, ha impartido clases a 250 antiguos alumnos y ha coincidido en que, de seguir con esta formación, los jóvenes “cambiarán” porque ya ha notado los primeros cambios.

Para empezar, muchos de ellos no entrarán de nuevo con armas en un hospital, pero no solo eso: “Es nuevo para mí escuchar que hay que respect la dignidad de los prisioneros”, confiesa uno de los jóvenes que, ahora como policía, ha aprendido que no se puede castigar a una persona detenida antes de que acuda al tribunal correspondiente.

Ellos también han contado sus experiencias cuando han pasado por la cárcel, donde han vivido torturas que han compartido con sus compañeros. Ahora, dicen, solo quieren una vida normal y tranquila.

Barakatullah, uno de los alumnos, perdió a toda su familia menos a su madre en un bombardeo y afirma que solo quiere que se acaben las guerras y que le gustaría encontrar otra profesión. “Si puedo encontrar otro trabajo, dejaría a la policía. Puedo ser comercial o trabajar para una ONG”, dice abiertamente.

De luchar a gobernar sin preparación

Los talibanes, explican a ‘The Guardian’ desde la organización, han entrado en un gobierno de la noche a la mañana «sin apenas preparación, entrenamiento y sin oír cosas básicas como las normas de derechos humanos», y es en ello en lo que trabaja Ginebra Call.

“Cuando entró a trabajar en la prisión, una persona llamó diciendo que una madre quería hablar a su hijo. Antes, no estaba permitido hacer eso, pero después del entrenamiento, le di mi móvil al prisionero para hablar con su madre”, cuenta Kefayatullah, de 22 años.

Alrededor del 60% de los alumnos no sabe leer y algunos, como Maiwandi, de 21 años, envidia a otros que con su edad han podido estudiar y tener una profesión. El forma parte de los talibanes desde los 12 años y reconoce que “esta guerra” se ha llevado lo mayor de su infancia y de su vida y espera poder seguir estudiando y que se acabe ya el conflicto. No obstante, afirma que, si su líder se lo pide, hará la tarea que le corresponda, incluso como bomba humana.