el peligro de los incendios causados ​​por pajaros electrocutados

isabel mirandaSEGUIR

Las aves también pueden ser la chispa que inicia un incendio forestal. El año pasó un leonado buitre que chocó contra un tendido acabado en un fuego que arrasó 700 hectáreas en Alburquerque (Badajoz), por ejemplo. En Chile fue peor. Dos buitres causaron el mayor incendio urbano en la historia del país, con 2,900 viviendas detruidas, 15 muertos y medio millar de heridos en 2014.

Su solo dos ejemplos de un incidente que se repite cada año. En España se estima que los incendios provocados por aves son el 2,4% del total de los fuegos vinculados a tendidos eléctricos. Buitres, águilas o urracas acaban, literalmente, en llamas. Collisionan o posean sobre la línea eléctrica y, si hay un cortocircuito, su plumaje acaba envuelto en fuego.

Cuando cae al suelo reseco y con maleza habitual del verano y del inicio del otoño, puede producirse un incendio.

España dispone de 800.000 km de tendido eléctrico y no es necesario repararlo para reducir la mortalidad de la fauna, siendo la mayoría peligrosas para las aves. “Es un porcentaje muy alto. Hay más tendidos peligrosos de los que no”, explica Juan Manuel Pérez-García, coautor del estudio ‘Los incendios forestales como efecto colateral de la electrocución de la vida silvestre: una perspectiva económica’. El grupo de investigadores analizó tres años de incendios (de 2000 a 2012) y su conclusión fue clara: las aves son una causa infravalorada de incendios. El impacto económico en este periodo osciló entre los 7,6 y los 12,4 millones de euros.

“Es una cosa que puede ser más recurrente en el tiempo y por eso hay que estar atentos”, corrobora Antoni Margalida, científico titular del CSIC en el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC).

Precisamente en Estados Unidos, el Boletín de la Sociedad de Vida Silvestre ha dado a conocer un estudio sobre incendios forestales iniciado por avifauna, recoge Science. Allí, solo entre 2014 y 2018 se han producido al menos 44. En Idaho, por ejemplo, en 2015 semaron más de 4.000 ha, un área casi doce veces más grande que Central Park.

En España, las zonas de pastizal, de matorral o cultivos como el trigo son las que mayor riesgo presentan, explicó Pérez-García. Las zonas boscosas presentan menos riesgo, al ofrecer alternativas a las aves para descansar y rebajar, así, el peligro de electrocución.

«Piénsalo [incendios causados por aves] ha ocurrido siempre, pero no se había investigado”, dice Pérez-García. Ahora, sin embargo, el creciente interés científico y social se está traduciendo en un aumento de la normativa para mejorar los tendidos y en una “mayor presión a las eléctricas y administraciones” para corregir los tendidos, dice el investigador. “Eso hará que se reduzcan las electrocuciones y los incendios potenciales”.