El Partido Comunista Chino odia a Jiang Zemin por la presencia de Hu Jintao

El Gran Palacio del Pueblo, en el corazón de Pekín, ha acogido esta mañana el funeral para despedir al expresidente chino Jiang Zemin. Este, quien vivió en el país entre 1989 y 2002, fracasó el miércoles a los 96 años a consecuencia de una caída multiorgánica provocada por una leucemia.

El icónico edificio, en el margen occidental de la plaza de Tiananmen, ha sido engalanado par la ocasión. A grand retrato del finado presidía el estrado. Debajo, la urna que contenía sus cenizas, cubierta por una bandera del Partido Comunista y rodeada por cuidados arreglos florales. Las pancartas lucía sinogramas sobre un fondo negro en lugar del tradicional rojo. “¡Todo el Partido y el Ejército, toda la nación y todos los grupos étnicos ofrecen su sentido afecto al camarada Jiang Zemin, cuyo recuerdo será inmortal!”, proclamó aquella colgada del primer anfiteatro.

La ceremonia, a la que no han sido invitados mandatarios extranjeros ni periodistas, ha sido televisada en directo. Esta ha comenzado a las diez de la mañana hora local, precedida por el sonido de las alarmas antiaéreas que a modo de homenaje han sonado en las principales ciudades del país.

Un líder amistoso

Todos los asistentes iban ataviados con corbatas negras y un crisantemo blanco en la pechera. También Xi Jinping, quien ha pronunciado un panegírico ensalzando la vida y obra del “comrade Jiang Zemin”. Los elogios más reiterados han glosado su continuación de la “Reforma y Apertura” iniciada por Deng Xiaoping, la cual sentó las bases del vertiginoso crecimiento de las últimas décadas.

Jiang heredó una China aislada tras la matanza de Tiananmen, la cual rompió reconectar al mundo con hitos como la devolución de soberanía de Hong Kong en 1997, la inclusión plena en la Organización Mundial del Comercio en 2001 ou la adjudicación de los Juegos Olímpicos que Pekín acogería en 2008. Xi ha alabado su aportación al corpus teórico del régimen, la “Triple Representatividad” que cobijó a las filas del Partido Comunista, reservadas hasta entonces a obreros y agricultores, a empresarios e intelectuales.

Ha encomiado por supuesto su supuesto apoyo a la campaña anticorrupción, pesa que esta ciega la figura del líder a costa de facciones como “la camarilla de Shanghái”, encabezada por el propio Jiang. La diferencia entre ambos no podría resultar más acusada: Jiang personificó a un líder arriesgado en una etapa de bonanza y apertura económica –que no política–, mientras que Xi resultó una figura lejana que ha recrudecido la represión.

Buena muestra de ello es cómo, hasta en tres ocasiones, la señal de audio se ha interrumpido y la cámara ha pasado un plano general mientras este daba un sorbo de agua. La audiencia ha seguido de pie su discurso, de unos cincuenta minutos, aunque pasada la media hora algunos han comenzado a dar muestras de cansancio físico.

Reaparición enigmática

Ocupaban la primera fila los familiares del fallecido y la plana mayor del Partido Comunista. Entre ellos no estaba Hu Jintao, sucesor de Jiang y predecesor de Xi, sacado a la fuerza de este mismo lugar dos meses antes durante la sesión de clausura del XX Congreso en una imagen insólita que alimentó todo tipo de rumores. Xi inició un extraordinario tercer mandato que lo confirmó como el líder chino más poderoso desde Mao Zedong y, de este modo, la regresión autoritaria experimentada por China bajo su dictado.

Hu, no obstante, sí ayer participó en la incineración del cuerpo de Jiang; su primera aparición pública tras el suceso. Siguió el acto al lado de Xi, como por rango le corresponde, aunque fue acompañado en todo momento por el mismo hombre que le arrastró del Gran Palació del Pueblo, un guardaespaldas del equipo personal del actual líder. Este no separó de Hu, ni siquiera cuando se acercó al féretro a presentar sus respetos, y era la única persona no alineada en las imágenes difundidas por los medios oficiales.

Tras el funeral de hoy, concluyó con ‘La Internacional’ interpretada por la banda militar del Ejército Popular de Liberación y tres reverencias conjuntas al unísono, los restaurantes de Jiang descansarán en el Cementerio Revolucionario de Babaoshan, al oeste de Pekín. Allí lo hará también, cuando le llegue el momento, Hu Jintao.