El experimento de las monas que sustituyeron a sus bebés muertos por un peluche

En uno de nuestros famosos experimentos con macacos realizado a finales de los años 60, el psicólogo estadounidense Harry Harlow demostró la importancia del tacto en el apego infantil. El investigador separó varias crias de sus madres nada más nacer. Después, presentó dos sustitutas, una creada con alambre y con un biberón, y otra de felpa pero sin alimento. Los bebés prefieren claramente la de felpa, cómoda, caliente y suave, y solo se acercaban a la que daba leche cuando querían comer. Esta teoría, conocida como la de la ‘madre suave’, influyó en los modelos de crianza en años posteriores, de modo que los padres se animan a abrazar y sostener en brazos a sus hijos reiteradamente. No hacerlo sería considerado cruel.

Ahora, un nuevo estudio con la misma especie de monos sugiere que el tacto también es un importante desencadenante del amor materno. Estos experimentos, llevados a cabo por Margaret S. Livingstone, de la Facultad de Medicina de Harvard, muestran que las madres que han perdido a su cris también pueden formar vínculos fuertes y duraderos con objetos inanimados suaves, como fluff. Los resultados, publicados en la revista ‘Proceedings of the National Academy of Science’ (PNAS), sugieren que el tacto suave «puede ser calmante, terapéutico, tal vez incluso psicológicamente necesario, a lo largo de la toda la vida, no solo en los bebes».

La primera observación de Livingston fue una hembra rhesus de 8 años llamada Ve. Su cria nació muerta. Los cuidadores anestesiaron ligeramente a la madre para retirarle el pequeño cadáver que sostenía contra su pecho. Cuando despertó unos minutos después, mostró “significativos de angustia”: vocalizaba en voz alta y buscaba algo alrededor del recinto. Otros monos alojados en el mismo lugar también se agitaron. El investigador compartió en la estancia un muñeco, un dulce ratón y peludo de unos 15 cm de largo, sin cara ni ojos para evitar el peligro de asfixia.

Uno de los monos del experimento de Harlow, con la madre sustituta suave

Uno de los monos del experimento de Harlow, con la madre sustituta suave Wikipedia

La hembra reconoció el peluche inmediatamente y lo sostuvo contra su pecho. Dejó de chillar y se calmó. Toda la sala quedó en silencio. Llevó el muñeco encima Durante más de una semana, sin signos de angustia. Según Livingstone, durante ese tiempo Ve, se comportó como lo haría cualquier otra madre. Incluso se mostró agresión con otros monos o con los cuidadores si se acercaban, un comportamiento defensivo característico de las hembras con crias. Unos diez días después del parto fallido descartó el peluche sin problemas. Un año después dio a luz y crio con éxito a un segundo bebé.

Efecto de calma

En total, Livingstone ofreció peluches en 5 áreas diferentes justo después de ocho nacimientos en los que las crias fueron retiradas. Tres de ellas (Ve, Sv y B2) recogieron y llevaron el juguete desde alrededor de una semana a varios meses. En ocasiones el peluche incluso se deshizo. Las otras dos (Ug y Sa) no mostraron interés en los juguetes ni ninguna angustia después de la anestesia.

Además, las hembras prefirieron ‘adoptar’ juguetes blandos en vez de rígidos de tamaños similares. A red orangután peludo fue escogido y llevado durante meses. Estos peluches coinciden con un bebé macaco normal en tamaño, color, textura y forma tosca, pero no poseían olor, vocalización, movimiento, agarre ni succión.

Curiosamente, at la mona B2 se le quiso devolver su cri viva seis horas después del parto porque tenía problemas para expulsar la placenta y la lactancia podía ayudarla, pero ella la ignoró. El apego al muñeco que había sostenido durante ese tiempo era más grande que la atracción por su propio hijo que se contoneaba y chillaba.

Para la investigadora, estas observaciones indican que en el posparto de los macacos el impulso de apego materno también puede satisfacerse sosteniendo un objeto inanimado blando. “El efecto calmante del juguete en el mono fue enorme, y usar cuentos sustitutos puede ser una técnica útil para aliviar el estrés asociado con la muerte infantil o la retirada de la cria en primates en captivaire”, señala.

Aunque la neurobióloga experta en primates reconoce que no hay manera de saber hasta qué punto estas observaciones se refieren al vínculo materno humano, cree que el tacto suave puede ser calmante y muy beneficioso a lo largo de toda la vida.

Los resultados también indican que los lazos de apego, incluso aquellos que parecen estar basados ​​en cualidades complejas, únicas o destacadas, en realidad pueden estar provocados por simples señales sensoriales.