El bar gallego que enseña la sostenibilidad del último ‘Nobel de Arquitectura’

Puede que ningún bar haya tenido tanto protagonismo a la hora de hablar del Premio Pritzker de arquitectura como el que ha conseguido en las últimas semanas el Bar do Porto, en Corrubedo (A Coruña). Lo ha conseguido porque pertenece a David Chipperfield, el más reciente galardonado, y no solo porque esa curiosidad llame poderosamente la atención. El bar puede ser leído también en clave, por así decirlo, filosófico. Es un perfecto ejemplo de cómo cambiar la relación con los espacios y el entorno para hacerlos más respetuosos. Es un resumen fácil de entender qué es la arquitectura sostenible.

«No refugio y bar con grandes ideas de sostenibilidad en mente, simplemente era algo que parecía tener sentido a nivel local y que sería un proyecto agradable», reconoce, al otro lado del correo electrónico, el propio Chipperfield.

David Chipperfield.

David Chipperfield. Adrián Capelo – Fundación RIA

“El fuerte sentido de comunidad que existe en Galicia es algo que admiró y disfrutó durante casi 30 años, así que me alegra contribuir a ello de alguna manera”, explicó. Y añade: “Pero sin duda reconozco que un bar o una plaza pública forman parte de la infraestructura social de un lugar y debemos prestarle cuando tomamos decisiones sobre nuestro entorno construido”. “Nuestro trabajo en Galicia, a través de la Fundación RIA, no ha hecho más que confirmarme que no podemos vers la sostenibilidad social y medioambiental de forma aislada”, asegura.

El bar, apunta desde la sede en Santiago de Compostela del organismo el director de la Fundación RIA, Manuel Rodríguez, “condensa todas estas preocupaciones”. “Es la recuperación de un edificio histórico, de arquitectura popular”, señala. “No solo es la recuperación de un lugar, sino de una función social”, apunta. Y eso es, al final, lo que podría ser la esencia de una arquitectura sostenible. Es una que piensa en los espacios y en las personas.

De hecho, el compromiso de Chipperfield con el entorno está claro. El propio dictamen del jurado del Pritzker lo destaca, como lo hace también sobre su trabajo en Galicia a través de la fundación. ¿Estamos cada vez más preocupados por la sostenibilidad? “Creo que la actitud está cambiando, indudablemente”, dijo Chipperfield. “Somos más conscientes de nuestras responsabilidades, tanto como profesionales que prestan un servicio como en calidad de consumidores”, indica. “Está claro que es necesario lograr un mayor equilibrio entre el entorno natural y el entorno construido, y que ese equilibrio redunda fundamentalmente en promover la calidad de vida”, señala.

“Debemos reconocer que, como arquitectos, formamos parte del sector de la construcción, que es responsable de casi el 40% de las emisiones de carbono”, responde Chipperfield al preguntarse si el papel es profesional a la hora de salvar el planeta. Así, habla de la necesidad de «un marco normativo con una mayor coordinación que garantice una construcción más responsable» y defiende «la importancia de una buena planificación que media entre los intereses del mercado y las preocupaciones fundamentales del medio ambiente y la sociedad».

“Debemos reconocer que, como arquitectos, formamos parte del sector de la construcción, que es responsable de casi el 40% de las emisiones de carbono”

david chipperfield

arquitecto

Los arquitectos son quienes, “en un plano práctico”, pueden coordinar el debate sobre estos temas, pero también quienes pueden “tomar decisiones más responsables en sus diseños”. Esto incluye igualmente reutilizar las construcciones que ya existen.

Desde galicia para el mundo

Pero ¿por qué trabajar desde Galicia? Según explicó Rodríguez, la Fundación RIA —que el arquitecto ha impulado desde la comunidad, en la que vive parte del año y en la que también tiene una de las direcciones de su estudio de arquitectura— tiene en Galicia un laboratorio. Es decir, está analizando que se ha hecho en la comunidad, cuá les son sus tradiciones o qué ocurre con sus espacios para extraer lecciones que tienen un eco mucho más global y que ayudan a resolver los desafíos a los que se enfrentan a muchas más regiones que la gallega.

“Somos conscientes de que muchos de los retos a los que enfrenta este rincón de España son compartidos por comunidades y regiones de toda Europa, pero creo que en Galicia la presencia de la naturaleza y su importancia económica y cultural son más explícitos de lo que podemos encontrar en otros lugares”, explicó el propio Chipperfield.

El director de la Fundación RIA también destaca: “De todos los debates globales, en Galicia encontramos los mismos problemas”. Pero a eso se suma la tradición. “El extracto tradicional sigue estando presente”, añade, lo que es muy atractivo a la hora de buscar “esas respuestas” que imponen los desafíos del siglo XXI. Por ejemplo, en la comunidad se han mantenido técnicas constructivas que ahora, que se empieza a apreciar lo que los saberes tradicionales aportan para cuidar el medioambiente y mejorar la sostenibilidad, es un extra.

Imagen de una intervención de propuestas puntuales en Palmeira.

Imagen de una intervención de propuestas puntuales en Palmeira. Fundación RIA

Con todo, Galicia no es una Arcadia y fue esa realidad menos positiva la que dio el chispazo inicial. «Aquí vemos una demostración muy vívida del impacto que tienen la industria y el entorno construido en la erosión de la calidad medioambiental y el deterioro de la comunidad», apunta el arquitecto, «y también vemos mucho potencial para construir un futuro sostenible, centrado en la calidad de vida y en una economía circular”. “Estoy muy ilusionado con el ejemplo de que Galicia puede dar en este sentido”, indica.

Rodríguez encontró que en Chipperfield el ha llamado la atención en los 30 años que lleva ligado a Galicia los procesos de degradación en los espacios, tanto a nivel natural como tradicional, y cómo se perdieron valores conectados con el entorno por la fractura de la transmisión generacional. De esa preocupación, indica, viene el germen de la Fundación RIA actual.

“Tras haber desarrollado una fuerte conexión personal con Galicia a lo largo de dos décadas, en 2015 vu invitado a arquitado a studio arquitecto sobre edificios abandonados en los cascos urbanos de la Ría de Arousa”, recuerda Chipperfield. “En seguida quedó de manifiesto que el estado del entorno construido es una muestra de los desafíos a los que se enfrentan las comunidades, por lo que emprendimos una investigación más profunda que se extendió más allá de los límites de la práctica arquitectónica”, asegura . Para establecer soluciones duraderas, señala, es importante tener una “comprensión más profunda de la ecología y la economía “la participación colectiva de las comunidades locales, las empresas, las industrias y los gobiernos”.

Desde que la fundación empezó a trabajar en 2017 han abordado “cuestiones como la movilidad, los procesos de contratación, la gestión del suelo y la gobernanza”, explicó el arquitecto. Rodríguez puso en las santiaguesas oficinas del organismo planos, fotos y mapas sobre algunas de las cosas que han hecho, como estudiar cómo debería cambiar una ruta de la ría de Arousa para ser más vivible para los habitantes de las localidades que atravesar o escuchar en el Barbanza Ecosocial Lab a los residentes de más edad de la comarca para aprender del pasado cómo hacer el futuro. También están trabajando en la recuperación de núcleos rurales con un proyecto de aldeas modelo, entendiendo que es necesario en estos enclaves.

Al final, la idea es trabajar desde la recuperación de la identidad local y la regeneración urbana, la gestión territorial o la cultura de la arquitectura y el diseño para crear procesos pero respetuosos con el entorno, indica, señalando las líneas maestras, el director de la Fundación.

Una casa para la arquitectura sostenible

Próximamente, la Fundación RIA cambiará a una nueva sede más amplia. Será también en Santiago y desde la que, prometen, se lanzará un programa de actividades muy conectado con las clave clave de esta arquitectura sostenible.