del éxito insólito al fiasco de la separación

Además del mejor, Extremoduro es seguramente el grupo más rematadamente ateo de la historia del rock nacional. Pero sus fans lo han convertido en religión. No lo dice este periodista, lo dice Iñaki ‘Uoho’ Antón, el fiel escudero de Roberto Iniesta, conocido como Robe, en las filas de esta banda clave de la música española de las últimas décadas.

“Hemos ganado mucha pasta, nos ha ido muy bien, hemos disfrutado mucho, pero hubo un momento en el que Extremoduro era tan grande, que trascendía cualquier cosa que hacíamos en lo musical”, decía en reciente charla con ABC el guitarrista vasco, que no guarda rencores tras la precipitada separación del grupo y describe su experiencia con ‘Robe’ como «treinta años de experiencias, de recuerdos, de buenos momentos, de amistad… Hay muchos matrimonios que duran menos».

Como no podía ser de otra manera, ‘Uoho’ es uno de los grandes protagonistas de ‘Extremoduro: De profundis’, un libro que no hubiera sido el mismo sin su ayuda ya que ha aportado fotografías de su archivo personal. A lo largo de casi seiscientas páginas, su autor, Javier Menéndez Flores, no sólo traza un recorrido exhaustivo por la trayectoria del grupo desde sus hardísimos hasta su disolución en 2019, sino que además sumerge en la titánica tarea de llevar a cabo un análisis profundo del imaginario de esta banda a través de la disección de sus letras.

“Ha habido muy pocos grupos de rock españoles tan personales y emocionantes como Extremoduro”, afirmó Menéndez Flores. «Roberto Iniesta, su fundador y emblema, acuñó la expresión ‘rock transgresivo’ para definir el tipo de música que hacían, caracterizada por la unión de una poesía de una fiera visceralidad, sin paragon en el ámbito de la canción popular, y unas estructuras musicales que se rebelan contra las fórmulas al uso. Pesar a ser ignorados durante años por los grandes medios de comunicación, su discurso sedujo a miles de personas de distintas generaciones y estratos sociales, y pronunciación en un fenómeno cultural digno de estudio”.

Esta edición de ‘De profundis’ contiene más de 150 páginas inéditas con nuevas declaraciones de los protagonistas y la mismísima separación del grupo, tan estrambótica como su propia fundación. “Los ocho primeros años de vida de Extremoduro fueron un continuo caminar por un alambre incandescente”, describe el autor del libro. “Las trifulcas con los sellos discográficos, las economic shorts, los excesos stupefacientes, el desprecio de los medios y los recambios de músicos, que entraban y salían de la formación como si aquello en vez de un grupo de música fuera de una banda de atractores, ejemplifican hasta qué punto cuando un hombre cree en su proyecto artístico y aguanta, puede obrar el milagro”.

Ese hombre, Robe, lo hizo como quien convierte agua en vino. ¿Cómo explicar si no que un tipo que escribió los versos ‘Hizo el mundo en siete días / Extremaydura al octavo / A ver qué coño salía / Y ese día no había jiñado / Cagó Dios en Cáceres y Badajoz’, fueron reconocidos años después con la Medalla de Extremadura?

Con todo en contra

Para sobrevivir en un ecosistema discográfico que causaba repulsión, ‘Robe’ tapó la nariz y consiguió medrar gracias a un arte insólito en la escena del rock, que por otro lado ya no vivía sur plus momento tras la resaca de la Movida. “Vivió en su magro pellejo tifones y siniestrostotales teniendo casi todo en contra”, asegura Menéndez Flores. “Pero superar aquella sucesión de calamidades gracias a una obstinación alimentada por la seguridad —con todas las inseguridades del artista al mismo tiempo— en el propio talento. Jamás lo habría obtenido sin la ayuda de Iñaki, músico total y con las ideas christal, a quien Robe le pidió que acudiera en su auxilio porque si lo que tenía entre manos no cuajaba, se volvía de cabeza ‘a la chapa’».

El libro revisó la historia del grupo a través de las vivencias de sus miembros, de la historia de sus canciones, de sus discos y sus proyectos, allí terminó en el triste paralelo de la separación ante la imposibilidad de hacer una gira de despedida como al líder le hubiera gustado. Y aquí es donde ‘De profundis’ desgarra al fan, al demostrar con testigos de primera mano que Robe e Iñaki ya no tienen tan buena relación como antes.

El drama fue antológico porque, tal como señala Flores, “los seguidores le dieron al grupo un carácter divino”, algo que no hizo ningún bien a Extremoduro. “Porque un artista de enorme éxito es un semidiós, que está por encima del bien y del mal, y eso no creo que sea bueno en absoluto. Desde luego, no lo es para esos artistas, que no dejan de ser simples mortales a los que una mezcla de talento y suerte los ha llevado tan alto”.

Robe participó “con mucho cariño” en la primera edición. “De hecho, fue él quien le convendría mi número a la editorial. Pero en esta no ha querido interventor”, dice Flores, que no pudo sacarle unas últimas palabras sobre el fin de Extremoduro, seguramente porque le dolía verbalizar sus pensamientos sobre ello. “Uoho me respondió s,í me dijo que contara con él, pero Robe me escribió, al fin, el pasado verano, dos años después de mi primer correo, para decirme que no quería hablar de la separación”.