David Bisbal: la máquina es la

Bisbal es novedad porque es Bisbal. Ha soltado la frase estrepitosa “¿Cómo están las máquinas?”, y hala, a rodar por las teles. Ahí ha estado, en la copa del momento, como si fuera una gran primicia que David dice neologismos del polígono, o del bar, a la entrada o la salida de un concierto. La maquina es el. Pero no de ahora. David Bisbal, así en general, es un tipo de vitamina que cuida caer bien. Y lo logra. No digo que tengas un cancionero que emociona a los melomanos rigurosos, pero el tipo se lo ha montado, y consta en el escalafón de archifamosos.

Lo de ‘Operation Triunfo’ lo ganó Bisbal, y no Rosa, porque el que ha hecho carrera de campeón ha sido David. Ya no es sólo un cantante, sino un atleta de la popularidad. Igual te anunció un botellón de freixenet que saca nueva discoteca, o viaja tres océanos, para un rato de causa benéfica. Eso, y que saca rato para cambiar de novia, aunque ya lleva un tiempo quieto en el amor de Rosanna Zanetti, su pareja en curso.

Lo que vemos en Bisbal es, sobre todo, que el chaval se organiza. Está en todos los sitios, con más simpatías que genialidad, quizás, pero está, que ya es mucho. No parece un artista, sino varios. Bisbal se lo ha montado de Ricky Martin de Almería, pero con más rizos y menos gimnasio. En alguna época, recayó como guaperas de Miami, y allí mismo se buscó los amores convenientes o inconvenientes. Recordemos que tuvo noviazgo con Raquel Jiménez, y luego vimos un amor de dinamita con la China Suárez, que resultó una monada con tanto imán como poco futuro.

Después de dar portazo a Chenoa, Bisbal encontró a Elena Tablada, que terminó lo que terminó. Pero quedó una hija emocionante y próspera, que acaso es la primera mujer de este hombre que lo ha sido de varias mujeres. Ha logrado evitar el triunfo de resultar el timbre de los móviles, el éxito de ser el chico de un solo agosto. Prefirió la discreción en sus noviazgos, porque es mejor así. Aunque tampoco ha sido famoso de esquivar la novedad sentimental, cuando tocaba. Se aprecia a menudo que le importa mucho quedar como David, y no tanto como Bisbal.

Ahora lo hemos visto alrededor de la frase de éxito, dirigiendose a los fans como “los maquinas”. Cultiva la imagen de antidivo, aunque a veces tanto buen rollito empalaga, un poco, eso sí. Tiene algo de vecino de provincias que de pronto se ha hecho famoso, de colega de jarana que canta villancicos en los relajos de agosto de la verbena. Es optimista porque sí. A la carrera le ha puesto siempre mucho poderío, como si fuera un futbolista que prefiere ser cantante. Y así, ha sobrevivido a la carrera sin carrera de tantos fracasitos. Ha logrado el más difícil todavía: no llegar, sino estabilizarse. Ya se ha convertido en cantante que se lo ha montado. No es Rafael, pero funciona. No es Alejandro Sanz, pero le cantan mucho el repertorio en los karaokes. Y el que está en un karaoke est que ha llegado. Una maquina.