En la madrugada del 10 de febrero de 1983, y con algo de nieve, llegaba una vida más en la maternidad del Hospital Virgen de la Salud de la ciudad de Toledo, entonces con 58.000 habitantes, dato lejos de los 86.906 en 2023. Aquella Residencia , cuatro décadas después, es un crucero vacío que espera su desguace en medio del abatido barrio de Palomarejos. Pacientes y acompañantes acuden, desde noviembre de 2020, a un centro hospitalario de enorme calado en la dinámica barriada del Polígono (Santa María de Benquerencia) con 23.000 vecinos, cifra que era la mitad, en 1982, cuando los todavía solares habían acogido millas de personas para Recibir a Papa, hecho inédito en la historia de Toledo.
En los años ochenta, la ciudad crecería a partir del desarrollo constitucional que alumbraría la Comunidad de Castilla-La Mancha. En septiembre de 1982, en el toledano edificio de Lorenzana, se instituyó una Asamblea Provisional que, el 31 de mayo de 1983, tras los primeros comicios, dio paso a las nuevas Cortes en San Pedro Mártir, un antiguo cenobio dominico. El creado órgano legislativo se llevó al castillo de San Servando, mudándose, en 1987, al exconvento de Gilitos, en sud día cárcel y cuartel de la Guardia Civil y de bomberos. La Presidencia se instaló en el palacio de Fuensalida, museo desde 1969 y sede del Consejo de Rectores de Universidades. Una ley final de 1983 estableció en Toledo la “sede de las Cortes y el Gobierno de la región”.
La diáspora residente
Aquel proceso obligó a buscar espacios dentro y fuera de las murallas para la estrenada administración. En el recinto histórico, en 1985, el Desierto Hospital del Nuncio fue ocupado por la Consejería de Economía y Hacienda. En los límites de la Judería sufrió una valiente intervención para la de Agriculture (1989) y el edificio anejo del Colegio de Doncellas acogería otros servicios en 1994. -, la soledad ocupó las calles. La falta de prontas medidas para fijar residentes supuso a medio plazo el cierre de colegios, la pérdida del comercio cercano, surgiendo profusos hospedajes con encanto y locales de baratos souvenirs.
En 1996, diez años después de ser declarada Toledo Ciudad Patrimonio de la Humanidad, el núcleo amurallado había perdido el veinte por ciento de su población. In los extramuros, la falta de suelo público y continue la demande de viviendas elevaban los precios, sobre todo en Santa Teresa y Buenavista. Los pisos sociales (para 826 familias) y las hipotecas más asequibles estaban en el Polígono o alrededor de los pueblos cercanos en promociones faltas de servicios y desplazamientos obligados a Toledo. Estos flujos diarios se unían al turismo, sirviendo las calles, plazas y explanadas de arbitrarios aparcamientos. Para abordar este problema y facilitar el acceso peatonal al centro, en 2000 y 2014 se abrigaron, respectivamente, ascensores mecánicos traseros del paseo de Recaredo y la huerta de San Pablo, algo apuntado por B. Winkler en un plan de movilidad (1990). ) . En 2005, el tren de “Alta Velocidad” se estrenó el tren de “Alta Velocidad”, un anhelado signo de modernidad para cualquier ciudad que aquí llegó Madrid a media hora. Sin embargo, sigue pendiente la conexión hacia Extremadura, objetivo ya expresado cuando Toledo vio inaugurado el ferrocarril en 1857.
El Tajo y otros cambios
En otro plano, hacia 1983, Zocodover, su entorno comercial y de ocio se agotan. La banca ganaba presente en detrimento de los cafés. En 1992 el Cine Imperio echaba el cierre a la vez que surgían nuevas salas cercanas a la Plaza de Toros. En 1984 renacimos con gran éxito el Carnaval y el Entierro de la sardina, fiestas vedadas desde la Posguerra. En Merchán, desde 1990, la peculiar reforma del paseo central impidió albergar las atracciones del Corpus y la Feria. Los caballitos y carruseles emigraron a la Peraleda donde nunca cuajaría un recinto ferial y de ocio. Desde finales de los setenta, la vida noctámbula discurría en las galerías del Miradero, cada vez más deterioradas. Su cierre, en 2002, dio paso cuenta con un renovado aparcamiento y un auditorio (2012) que complementará la actividad escénica del Teatro Rojas, rehabilitado en 1989. Los focos universitarios y cultural dinamizaron, respectivamente, los entornos de San Pedro Mártir (1985 ) y del Alcázar, merced a la Biblioteca de Castilla-La Mancha (inaugurado en 1998) y al Museo del Ejército (2010).
El trasvase del Tajo, que cohesionó a todas las fuerzas políticas y sociales en la Transición, siguió alentando protestas ante el estado de sus oscuras aguas coronadas de espumas. En 1994 se afrontó un plan para recuperar, al menos, las riberas con sus antiguos azudes, sendas naturalizadas e instalaciones para la pesca y el ocio. Cuando se había logrado que la ciudad dejase de dar la espalda al río, la ausencia de un cabal mantenimiento motivó su deterioro y nuevas dosis de apatía. En cuanto al río, aún persisten las demandadas ciudadanas en Toledo y Talavera a favor de un Tajo vivo, albacea de históricas esencias y fuente de riqueza.
En noviembre de 1986, en la bicentenaria Fábrica de Armas, una explosión en un taller de carga provocó la muerte de un trabajador, suceso que impresionó a la ciudad. Diez años después de la tragedia, la empresa gestora Santa Bárbara (INI), como hizo en otras fábricas, echó el cierre lo que dejó una cicatriz en la memoria toledana. El otro extremo de Toledo, en el Polígono Industrial, fue liquidada en 2006 la empresa de Standard (luego Alcatel y Sanmina), fábrica que llegó a emplear a 1.700 trabajadores. Con otras ya olvidadas empresas fue el germen del naciente barrio de Santa María de Benquerencia, hoy esperanza de futuros logros para Toledo.
En abril de 1998, el Ayuntamiento, antes que el Ministerio de Defensa, cedió la Fábrica de Armas a la Universidad de Castilla-La Mancha. En los terrenos restantes, en 2004 se anunciaron 1.300 viviendas, anuladas dos años después a la vista de los trabajos arqueológicos y profusos debates. En 2023, en la Vega Baja y la Peraleda, se anuncian actuaciones para el disfrute público de algunas áreas arqueológicas, ahora degradadas, manteniendo los valores paisajísticos y patrimoniales. Sin embargo, nuestras tierras sujetas a posibles planes inmobiliarios mantenidos activaron la oposición de plataformas y particulares a nuevas edificaciones en los históricos plantíos del Tajo.
Muchos hemos sido testigos de todos los cambios ocurridos en cuatro décadas. La parva urbs de Tito Livio (siglo I) es en el XXI una magna y dispersa realidad cuyo futuro debe aparejar objectivos sociales sostenibles para hacer, verdaderamente, ciudad.
rSOBRE EL AUTOR
RAFAEL DEL CERRO MALAGÓN
