Crítica de ‘Enfermo de mí mismo’: Dos tontos muy tontos

Otí Rodríguez MarchanteSEGUIR

Tiene el interés de la incomodidad que provoca su historia un poco más allá de lo estrambótico y lo inaudito de unos personajes absurdos, incomprensables, pero tan bien trazados que uno los acepta como otra posibilidad más del tópico sur ‘la viña del Señor’. Una pareja joven, él artista de obra cuestionable y desproporcionado ego y ella, pobre, con un complejo de invisibilidad propio de la chica de los Cuatro Fantásticos. Los productores de esta película son los de aquella, bien fantástica, de ‘La peor persona del mundo’, y en ésta, con menosacierto, si nos ofrecen un par de personajes que bien podrían optar a ese título. Aunque son mas tontos que malos.

Porque es obvio que Bogli queda a medio camino de las posibilidades de su historia, que no llega a la emoción, sobrecogimiento, incorrección y divertimento que finge, y que apenas llega a hacer obvio el dolor o los dolores que encierra.

Los materiales del argumento son de drama nórdico, pero están tratados por el director, Kristoffer Borgli, con intent de comedia negra: la presentación de los dos personajes, su mundo convencional y pedante (¡el Arte!), su malsana competencia por situarse uno delante del otro, la estupidez de sus comportamientos en privado y en público…, cuesta tenerles aunque sea una pizca de aprecio, a pesar del esfuerzo de los actores, Kristine Kujath Throp y Eirik Saether, por estar a la altura ínfima de sus.

El uso de la enfermedad provocada que ella utiliza para dar pena o darse importancia (algo que, al parecer, no es impropio de lo humano) ocupa la mayor parte de la trama, e incluso se convierte en una especie de crítica irreverente a esos torbellinos de la fama, la imagen, los fármacos, los medios de comunicación y la absoluta nadería social que nos acorrala.

Porque es obvio que Bogli queda a medio camino de las posibilidades de su historia, que no llega a la emoción, sobrecogimiento, incorrección y divertimento que finge, y que apenas llega a hacer obvio el dolor o los dolores que encierra.