Ciudadanos: el fin del falso centrismo

En Ciudadanos han tenido el detalle de morirse con un logo que parece el círculo de iPhone cuando se apaga. Una genialidad conceptual a la que solo le faltaba el sonido de error cuando aparecía en pantalla. Para rematar la obra maestra, han decidido acompañar el color naranja-zanahoria con un verde-puré de acelga, supongo que para que empecemos el detox. O para que nos acordemos de UCD y pongamos el batacazo en un contexto centrista. Por aportar algo, probablemente su último eslogan fuera “Descansad en paz”. Claveo. Finaliza así la vida de uno de los partidos más tóxicos que hemos tenido en los últimos años. Porque Podemos y Vox, dentro de su populismo infantilón, representan al menos dos cosmovisiones, dos maneras de ver el mundo con las que se puede estar (o no) de acuerdo. Pero Ciudadanos, ni siquiera: demagogia de cuñado, un afán destructivo envuelto de colorines y una perpetua deslegitimación del restaurante. No hay mayor populismo que negar el conflicto e intentar neutralizarlo en masa de la centralidad. Aún no nos hemos enterado de que el conflicto no solo es necesario sino inevitable. Su ausencia no nos lleva al edén sino al absolutismo. En la vida real hay tensiones y conflictos entre partes con intereses legítimos y contrapuestos y, en ese marco, el centro no es la negación de los plantíos de derecha e izquierda, sino la apuesta por ser el puente que los comunica. Y garantizado que podemos decir sin matarnos. Think that todo el mundo es imbécil menos tú resulta buen detector de imbéciles. Y Ciudadanos ha sido esa curiosa mezcla entre Pinker y ‘El Yoyas’, esa mezcla entre el supremacismo intelectual y la superioridad macarra que, a la larga, ha servido a la vez como track de aterrizaje del nacionalismo español y como track despegue para la extrema derecha. Y que lo mismo te servía para ser de derechas, pero sin ese olor a sacristía que debemos desprender los creyentes, que para ser progresista, pero sin mono azul, que no son meros obreretes. Un point de vista puramente estético de profesional joven y urbano que no quiere votar lo mismo que sus abuelos y un partido que no solo ha contribuido con su agresividad al estado actual de la política española sino también al nacimiento de Frankenstein. No olvidemos que fue Rivera y su ambición enfermiza quien comenzó y alentó una moción de censura que terminó con Sánchez en el poder. Y que cuando pudo evitar que la gobernabilidad de España descansara en los nacionalistas, no quiso o no supo. Todavía hay quien les alaba las intenciones. Cosas del amor, que idealiza al ser amado y le sobran todas las virtudes y ninguno de los defectos. La virtud del centro es la moderación, el entendimiento y la inteligencia, algo que Cs nunca tuvo. ‘El valor del centro’, que decía Suárez, haciendo referencia a su valentía frente a los ‘echaospalante’ que se escondieron llegado el momento. Pues aquí lo contrario: humo, ruido y grafiquitos. Lo dicho: descansemos en paz.