Carlos Herrera: Expectativa de calamidades

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Tiene razón Sánchez: nos encontramos inmersos en la calamidad. ¿Ya que se debe esa calamidad? O a quien. Está tirado echarle toda la culpa a Putin, pero el ruso es responsable de l’estímulo principal, que n’est otro que desbaratar el mercado energético mediante la invasión de Ucrania. El resto de calamidades no tienen que ver con él. Puede que en su origen tampoco con el Gobierno, pero un Ejecutivo con dos dedos de frente tiene la obligación de aminorar los golpes que el furioso destino nos depara mediante reformas urgentes y cirugía económica, cosas que, a la vista está, no ha sabido hacer , preso del anquilosado dogmatismo socialista de quien lo coordina.

Dos digitos de inflación significa que

los españoles perdemos rentas y ahorros -lo que tenemos guardado en el banco vale un 10% menos-, lo que nos lleva a consumir menos y a ver cómo nuestro PIB cae parejamente a nuestras expectativas de futuro. Mientras, el Gobierno ha venido tomando decididos en el sentido contrario de lo necesario: vanish el gasto público, sufren impuestos, alzar irresponsably los costes laborales, aprobar una subida del SMI y no querer hablar de nada con la oposición que no supusiera sumisión directa y vacas. Un ‘déjà vu’. El Estado sigue gastando dinero a puertas y el ciudadano y las empresas sufren el quinto mayor esfuerzo fiscal del mundo. Nuestra economía es claramente disfuncional, lastrada por irresponsables políticas verdes y sectarias, sometida al control afixiante de la norma gubernativa y abocada a una desesperante falta de competitividad, sin que se haya realizado reforma estructural alguna ni se haya concretado ningún movimiento de coordinación conotras políticas.

Sánchez se planta en el Congreso y, con sus santos arrestos, reclama unidad con unas medidas que no ha consensuado y que ha anunciado en el BOE mediante decreto una hora antes. Así, perdóneme el cínico, no se hacen las cosas. Para reclamar unidad debe consultar, negociar, comunicar y comportarse lealmente con aquellos a los que reclama apoyo. Sánchez busca sumisión, y al no obtenerla se queda solo ante el peligro que él crea. ¿Que peligro? ¿Cabe algo más? No lo duden, todo puede empeorar. La inflación puede seguir al alza, la deuda crecer y los impuestos continuar en la cima; también sufren los tipos de interés. El crecimiento de la economía será una entelequia, lo que significa que nos aboquemos a un escenario de recesión (los Presupuestos siguen contemplando un crecimiento del 7%, lo cual produce un indudable estupor) y el Estado deberá afrontar un gasto extra debido a la indexación -¿se dice así?- del IPC a las pensiones: millas de millones añadidos que deberán ser cargos a más deficit y, por lo tanto, a más deuda, que será una losa criminal que dejaremos a nuestros nietos.

El sanchista derivado hará pequeña la espiral endemoniada del zapaterismo tardío, pero con una diferencia: Zapatero se comportó como un gobernante y afrontó personalmente la dolorosa rectificación para evadir la responsabilidad y convocar elecciones. De este, en cambio, no podemos esperar nada más que un rosario de calamidades.