Canciones, programas y campañas de odio

Era bastante más sutil Shakira cuando García Márquez reconocía en público su embeleso y admiración –“barranquillera de hueso colorado”, le escribía con arrobo– y esta le respondía –“No hay más cielo, no hay/ No hay másviento, no hay/ No hay más hielo, no hay/ No hay más fuego, no hay,/ No hay mas vida, no hay»– con canciones como las compuestas para la adaptación cinematográfica de ‘El amor en los tiempos de cólera’. Ahora Shakira se dedica a explicar el significado de sus letras, bastante más planes, y la motivación de su cante, bastante más cantoso. Lo hace a través de Instagram, desde donde dicta una declaración solemne de empoderamiento femenino que es al pop lo que el “No tiene coño” de Rocío Carrasco en televisión. Las dos iban a por dinero y se tocaron en símbolos de progreso mientras llenaban las espuertas. Era bastante más sutil Shakira cuando, sin renunciar al tono confesional que impregnaba su obra, se devanaba los sesos para poesía del sufrimiento. El mercado actual –no solo del pop– conduce a la inmadurez, y ahí está la autora de ‘Ciega, sordomuda’ tratando de quitarse años y capacidades. No está el público para delicadezas, ni para saltar a la altura de piezas como ‘Quiero tu nom olvidar’, de Vainica Doble, o ‘Por amor al comercio’, de los Esclarecidos, por decirlo y cantarlo en cristiano. En esta abreviada antología del reproche resurge Paquita la del Barrio, a quien el algoritmo que vertebra y globaliza nuestra cultura de masas situa como referencia máxima e incluso única del despecho y el reproche, vulgarizados para la audiencia de cantina a la que siempre se dirige la cantante mexicana. La hermosura del dolor da paso a la fealdad del odio, y es a estas alturas del rompecabezas donde entra la sección de discos dedicados que con periodicidad semanal presenta una líder de opinión, del sector de la radio, hablante de la convivencia que receta el Gobierno para según qué dolencias y siempre a través del autodiagnóstico. -Hola. Llamo para dedicar a Vox ‘Rata de dos patas’ de Paquita la del Barrio. —Suscríbete a su dedicatoria. Esto sucedió el pasado viernes, eso del mediodía y en riguroso directo. La catequista del diálogo y el encuentro, para según qué dolencias, suscribe sin pudor y entre risotadas de complicidad la dedicatoria a Vox de ‘Rata de dos patas’, himno del ajuste tabernario de cuentas, redescubierto en el yacimiento cultural explotado a cielo abierto por Shakira. Hay grandes canciones de odio, algunas tan exquisitas como las compuestas por Leonard Cohen, y hay expresiones del resentimiento sin apenas filtrar, servidas a grel a un público que pasa de la erección cavernosa al atocinamiento mental en función de un simple estribillo. Máxima simpleza. Lo que vale para las plataformas que distribuyen las listas del pop, encadenadas por un algoritmo, sirve para los desarrolladores de los programas del Ejecutivo del diálogo, el intendimiento y la convivencia. Lo de Shakira no pasa de ser un pasajero exitoso, de usar y tirar, como a una novia colombiana. Las dedicatorias políticas de odio, en cambio, es parte esencial de la campaña de esta nueva/vieja temporada. Ya es primavera.