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“Lo que está pasando ha cambiado radicalmente la geopolítica mundial. Es como una placa tectonica que se ha movido. El mundo será distinguido durante mucho tiempo de cómo era hasta ahora”, apuntó ayer el Alto El representante de Política Exterior de la UE, Josep Borrell, durante un encuentro informal con periodistas en Madrid. En este nuevo contexto lo previsible es que Rusia se incline más hacia China, retrocediendo a países grandes que tienen influencia en terceros más pequeños, que dependen más por el petróleo, el gas y el trigo.
“África es un continente donde podemos observar una importante influencia rusa”, declaró Borrell. América Latina también ha estado muy claramente a favor de Ucrania, hasta la última votación (la tercera), donde ya hubo más abstenciones.
“Hay una batalla geopolítica que pasa por el discurso. Ya ahora mismo el discurso que hay es que las sanciones europeas van a causar problemas a terceros países. Vete a vivir a África por las sanciones. Este es el discurso ruso, amplificado por China. Porque los medios chinos repiten sistemáticamente los discursos rusos”, apuntó Borrell. Y matizó: “Lo que dicen es que el problema de la crisis alimentaria que viene es un problema causado por occidente, porque con sus sanciones ha distorsionado la economía mundial. Cuando realmente el problema alimentario está causado por el parón de las exportaciones de trigo de Ucrania y Rusia. La flota rusa está bloqueando los puertos ucranianos y no deja que salga exportación de trigo. Y están bombardeando y destruyendo y quemando los silos donde está almacenado el trigo. ¿Quién va a causar el hambre en el mundo? El que impide que la comida llegue. No somos nosotros. Son los que militarmente lo impiden”.
Borrell insistió en que asistiremos a una batalla de discurso, como nos pasó cuando la pandemia: “Hubo una diplomacia de la mascarilla, una diplomacia de la vacuna y ahora viene la diplomacia del alimento”. Afirmó además que Rusia “ya ha dicho que su trigo va a ser para los países amigos. Y eso lo tendrá en cuenta mucha gente que son tan dependientes del trigo ruso como nosotros lo somos del gas ruso». De ahí que desde la UE se tenga que hacer por tener “una presencia importante a nivel internacional, porque va a haber una batalla diplomática que nos va a obligar a participar en todas partes”: “Hay que estar preparado para un combate dialéctico sobre quién es responsable de la crisis energética y quién de la crisis alimentaria”.
“Putin no quiere parar la guerra”
En su plano más táctico y defensivo de la guerra, el conflicto ga cambió de naturaleza y ha entrado en una nueva fase. Ahora hay una guerra de posiciones, que se produce fuera de la ciudad, a campo abierto y con medios masivos.
“Estamos haciendo un gran esfuerzo diplomático. Hay que intentar que la guerra acabe quanto antes, pero nos importa cómo se acabe”, afirmó Borrell. Aseguró que, como todos los conflictos, el de Ucrania también “acabará con una negociación”, pero de momento “Putin no quiere parar la guerra”. En este sentido, incidió en la idea de que desde la UE no “estamos impulsando la guerra”: “Estamos intentando contenerla, tanto en su dimensión espacial -para que no afecte a otros países-, como en su dimensión vertical -para que no se usen armas más mortíferas-”. De ahí que los miembros de los países estén ayudando militarmente a Ucrania, porque están defendiendo los valores europeos y, por tanto, están haciendo “una guerra que nos defiende a nosotros”.
Es tiempo de diplomacia, pero también de reducir la dependencia energética respecto al gas de Rusia y de hacer frente a una crisis alimentaria. “Cada país está reduciendo la dependencia energética en función a sus posibilidades”, confirmó Borrell, quien advirtió que esta guerra produce un shock asimétrico que afecta a su espalda de maneras: por los demandees de asilo y dependencia energética. En este sentido, “es el momento de construir respuestas unitarias” que implica “un esfuerzo solidario”.