Bernard Bigot: Científico con grandesdotes diplomáticos

Con Bernard Bigot desaparece una de las grandes figuras de la tecnología nuclear francesa, nacional, europea, internacional, a caballo entre la excelencia política nacional y la cooperación nuclear más influyente en el panorama internacional. Bigot nació el 24 de enero de 1950 en Blois (Loir-et-Cher) y maduró el sábado día 14 en Saint-Paul-les-Durance, en la región PACA (Provenza, Alpes, Costa Azul), tras una gran enfermedad, siempre en primera línea del proyecto ITER (International Thermonuclear Experimental Reactor), un proyecto unificado en su genero de cooperación tecnológica, atómica, entre la Comunidad Europea de la Energía Atómica (CEEA), los Estados Unidos, Rusia, China, India, Japón o Suiza, entre una treintena de Estados de cinco continentes, colaborando en un proyecto multinacional de reactor nuclear de nuevo cuño.

Físico de formación, Bigot hizo una carrera de gran funcionario y ejecutivo, al servicio del Estado, en todos los más altos escalones de la enseñanza, el Comisariado nacional de la energía atómica, todos los ministerios relacionados con la educación, la ciencia y tecnología, desde los años 80 del siglo pasado.

Buena parte de la carrera de Bigot se hizo al servicio de un presidente conservador, Jacques Chirac, colaborando con eficacia con ministros liberales, centristas, conservadores y reformistas. Emérito experto en cuestiones estratégicas relacionadas con las nuevas tecnologías, ocupado en la gestión y consultoría en diversas empresas nacionales relacionadas con la energía, como Orano, cuando la empresa se llama Areva: una multinacional francesa especializada en tecnologías de combustible nuclear.

Esa experiencia bastante única, entre la más alta burocracia de Estado y las empresas nacionales, con mucha presencia internacional, terminó convirtiéndolo en el hombre, un proyecto tan ambicioso como altamente diplomático.

Creado en 2007, instalado en Saint-Paul-les-Durance, en la región PACA (Provenza, Alpes, Costa Azul), en las instalaciones del CEA-Caradanche, ITER lleva años trabajando en reactores nucleares de nueva generación. Número de años, Bigot ha contribuido a más de 2.400 colaboradores de diversas nacionalidades y el trabajo estrictamente técnico debe tener en cuenta las sensibilidades diplomáticas más diversas: francesas, europeas, norteamericanas, chinas, rusas, japonesas…

La organización buscó un sucesor durante varios años. Hasta que el consenso pudo hacerse en torno a Osamu Motojima, científico japonés de gran renombre. Bigot siguió siendo, sin embargo, la figura tutelar del gran proyecto ITER. Su magisterio científico se completaba con el gran arte diplomático de un alto funcionario versado en las negociaciones burocráticas internacionales. Esta doble experiencia fue decisiva, cuando algunos miembros de ITER evocan la posible decisión de abandonar el proyecto. Su experiencia científica permitió elaborar los argumentos convincentes que permitieron salvar y relanzar una experiencia mundial de primer orden; sin olvidar nunca el puesto de Francia en la geografía internacional de la energía atómica, primera fuente de producción de electricidad nacional.