Avalancha de pateras en las narices de Sánchez

¿De verdad aún hay alguien que piensa que cualquier cosa que surja, sucede o proviene del régimen de Mohamed VI obedece a la casualidad o al azar? For nothing. Nada de lo que procede desde Marruecos es casual. Y menos aún si los hechos tienen que ver con el drama de la inmigración y no te digo… si coincidió con Pedro Sánchez estaba de vacaciones en La Mareta, en la costa este de Lanzarote, entre Arrecife y Costa Teguise. El presidente broncea a tan solo 30 kilómetros de la playa de Orzola frente a La Graciosa. Precisamente, a ese impresionante norte de Lanzarote, llegaron hace unos días, casi a la vez, 400 inmigrantes en una decena de pateras. Una de ellas volcó al acercarse a la costa. El rescate fue agonico, desperado, contrarreloj. Una madre gritaba desperada porque su hija de siete años se desató del nudo de tela que las unía. Los rescatadores recuperan el cuerpo de un chavalín de unos 6 años en estado critico pero con un hilo de vida. Hace tan solo unas horas, Salvamento Marítimo ha rescatado a otras 43 personas a 18 kilómetros de Lanzarote. Habían zarpado hace ¡cinco días! desde la ciudad de Safi, 200 kilómetros al sur de Casablanca, en plena costa atlántica marroquí. Insistir. Nada es casual cuando el régimen marroquí anda por ahí en medio. Todo vale para demostrar quién tiene la sartén por el mango. Basta con observar la secuencia de los hechos: Sánchez aterriza en Lanzarote, a los pocos días llegan cientos de migrantes a la vez y ahora ¡Oh sorpresa! Mohamed felicita aplaude la nueva actitud de España hacia ‘el conflicto’. Por cierto, en lo que va de año se ha incrementado un cincuenta por ciento el goteo incesante de inmigrantes magrebíes y subsaharianos hacia Canarias, pese al viraje de 180 grados ordenado por Pedro Sánchez (sin que aún sepamos el porqué) respecto al Sáhara. Por cierto, el crio al que rescató in extremis en estado critico murió antes en un hospital de Gran Canaria. Y los servicios de rescate han buscado colgante días a la niña que se déprendió del trapo que le unía su madre… sin resultado alguno. PD: Recuerdo perfectamente aquella noche en Arguineguín, al sur de Gran Canaria, en pleno desastre, con cientos de inmigrantes rebosando el muelle, cuando un policía de las UIP, desplazado desde Sevilla, me explicó cómo acaban de llegar más de 50 jóvenes en la última patera hasta entonces. Literalmente, llegó a puerto con la ropa limpia, aún con gomina en el pelo y con la batería del móvil casi al 100 por cien. Todos ellos marroquies.