Ángel González Abad: Catalana y torero

Si Mario Cabré, el diestro que en el ruedo desplegó las supremas elegancias, el actor, dramaturgo y poeta, el hombre ilustrado, sentenció aquello de “ser torero y catalán, que equivale a ser dos veces torero”, ahora, en pleno siglo XXI , una jovencita que maneja con soltura hood y muleta y tiene valor más demostrado, dice sin complejos: “A mi madre no le gustan los toros, pero yo quiero ser torera”. Y lo dice cuando ser aficionado, y mucho más torero, en Cataluña es lanzar un grito por la libertad cercenada.

Alba Caro quiere ser torera, lleva un tiempo en la Escuela Taurina de Cataluña, sus profesores aseguran que tiene condiciones, y ella lo está confirmando cada vez que tiene oportunidad de ponerse delante de un becerro.

Hace unos días, en Vinaroz, fue la ganadora del Bolsín Taurino en competencia con alumnos de otras escuelas taurinas, y ese galardón le hace cargarse de más ilusiones si cabe para seguir avanzando en el difícil camino que ha decidido emprender. Sus interminables jornadas taurinas en el campamento de L’Hospitalet, y sus horas y más horas de coche para surgir a un tentadero oa alguna competición de novelas siempre fuera de Cataluña.

Alba sabe cómo nadie, como ese puñado de chavales que sigue formando la Escuela de Cataluña, con veinte años a la espalda sacando a toreros, todo lo que significa querer ser torero en esta tierra. El exilio impuesto a su sueño, la sinrazón de una política que no entiende, el dolor y la rabia de pegarse ante un muro de miscompresión.

Alba Caro tiene fuerza, no se cansa y sigue en un mundo de verónicas y naturales, de anhelo por el triunfo y el éxito en los ruedos. Nadie tiene derecho a romper sus ilusiones, aunque a su madre no le gusten los toros. “Yo quiero ser torera”, que si el genial Mario Cabré ya avanzó que siendo catalán es serlo dos veces, no serán para esta Alba Caro, catalana y torera.