Andrea Wulf, viaje al corazón del romanticismo

La mayor literatura es, siempre, literatura de viajes. O de un viaje. Leemos para escapar o para que el ánimo pueda hacer el único turismo verdaderamente digno. Por este motivo, de cuantos contextos o momentos en la historia pueden recorrer a través de la narración y las palabras, me ocurren pocas circunstancias más potentes que la retrata Andrea Wulf en sus ‘Magníficos rebeldes’. Las coordenadas de su libro son extremadamente precisas. El lugar: Jena, una pequeña ciudad universitaria a 30 kilómetros de Weimar. El momento: el tiempo que dista entre el verano de 1794 y octubre de 1806. A menos que entre sus ciudadanos se cuenten, y muchas veces en un mismo escenario compartido, personajes de la talla de Ficthe, Goethe, Schiller, los hermanos Schlegel, los Humboldt, Novalis, Schelling, Schleiermacher y, por supuesto, Hegel. Quien quiera conocer qué ocurrió en aquellos días y cómo se constituyó con el Círculo de Jena, debe leer este libro. ENSAYO ‘Magníficos rebeldes’ Autor Andrea Wulf Editorial Taurus Año 2022 Páginas 600 Precio 24,90 euros 4 La historia nos regaló la Atenas de Pericles, el grupo de Bloomsbury ou el Paris de los años 20. Sin embargo, Jena tuvo un valor singularmente relevante no sólo por su excepcional fecundidad intelectual sino, también, por la forma en la que la ciencia, el arte, la filosofía y la poesía intentaron crear una perspectiva definitiva desde la que contemplar el mundo y, sobre todo, la subjetividad. El libro comienza con una anécdota, la coincidencia de Goethe con Friedrich Schiller en un encuentro sobre botánica de la Sociedad de Historia Natural. Y, seamos sinceros, por más que la reunión entre estos dos gigantes de las letras germanicas suponga un contenido de verdadera magnitud, sospecho que muchos lectores podrían imaginar circunstancias más tempadoras para abandonarse a una lectura de atención media. Su primera gran calidad es, de hecho, ese apego a lo anecdótico y circunstancial como ingredientes esenciales en cualquier biografía Pero esta es una de las insólitas virtudes del texto de Wulf: a pesar del nutridísimo aparato crítico y de la altura intelectual que demande el acceso pero lo más ligero que pudiera imaginarse a algunos de los personajes de esta historia, la lectura de ‘Magníficos rebeldes’ es envidiablemente rítmica. Su primera gran calidad es, de hecho, ese apego a lo anecdótico y circunstancial como ingredientes esenciales en cualquier biografía. A partir de aquel encuentro, el guión irá encabalgando personajes hasta hacer palpable —casi masticable— el ambiente cultural e intelectual de la ciudad del río Saale. Los primeros compases de este viaje en el tiempo están consagrados a Fichte, la gran figura carismática de la filosofía que, retomando el testigo de Kant, revolucionó su época a partir de una nueva y radical concepción del yo (Wulf mantendrá siempre el término alemán “ Ich”, también en el original inglés). Tal fue la influencia de Fichte, que un estudiante llegó a llamarle el Bonaparte de la filosofía. Aquellos fueron los años en los que los intelectuales germanos tomaron posición en torno a la Revolución francesa; el tiempo en el que la revista ‘Die Horen’, financiada por Schiller, comenzaba a preludiar la defensa de una nación alemana unida por una lengua y una cultura comunes. Hilo conductor La figura de Caroline Böhmer-Schlegel-Schelling se planta como un hilo conductor a través de cada relación que sus intelectuales, por supuesto, pero también afectivas, amorosas y sensuales. El poliamor, lo descubrirán los más jóvenes, no es un invento reciente. El nivel de documentación de Andrea Wulf es detectivesco y, sin embargo, no abrumador. Conozco investigadores prolijos y ágiles narradores, pero que la exactitud historiográfica y documental coinciden con una superlativa habilidad literaria es algo fuera de lo normal. Y Wulf lo consigue. ‘Magníficos rebeldes’ es el retrato de un contexto en el que se celebraba el diálogo, no siempre pacífico, entre la Ilustración y el Romanticismo. Una relación en la que la ciencia y las letras tuvieron que medir sus fuerzas. Para Goethe, el interés en el estudio de la naturaleza resultó estrictamente autónomo y genuino. Para Novalis, sin embargo, el decir poético mantuvo una dignidad privativa que no podía compartir con ninguna otra destreza. Piensen en un auditorio donde puedan sentarse en una misma fila el propio Goethe, Fichte, Alexander von Humboldt y Auguste Wilhem Schlegel. Si algo así los interesa, este libro resultará imprescindible. Y como en todo viaje, hay un destino. Si en ‘Moby Dick’ uno pasa las páginas esperando la aparición de la ballena, en el libro de Andrea Wulf el plato fuerte llega al final del cuento. No destripo nada. Esta es una historia de gigantes, pero los dos últimos personajes que hacen de cierre abruman sólo con su enunciación: Hegel y Napoleón. If Jena fue alguna vez el centro del mundo, fue en el instante en que los ojos de aquellos dos hombres se encontrarán. Pero, entonces, el contexto ya era otro. Y como en todas las grandes historias, el final será tragico. Los auditorios donde un día se escuchó la voz de los espíritus más demandados acabaron convertidos en almacenes donde se amontonaban los heridos. El río Saale, testigo del paseo de sabios y poetas, se vio atestado de cadáveres mutilados. Otra vez la luz de un tiempo llego a su fin por culpa de la guerra.