Alcaraz se crea ante los latigazos de Jarry y juzgará la final del ATP 500 de Río

Siete días después, Carlos Alcaraz vio una final. Campeón en Buenos Aires, quiere repetir esa sensación de ser el mejor del momento en este torneo de Río donde todo empezó: su eclosión, su puesta en marcha hacia las alturas, su aterrizaje en el tenis de élite que ya lo tiene como el rival peligroso y candidato a todo. Por el momento, quiere sumar su segundo título en este 2023, recuperado de la lesión que lo dejó sin el Abierto de Australia. Lo intentará, de nuevo, contra Cameron Norrie, que superó en un partido de casi tres horas a Bernabé Zapata. En la décima final ATP para el español, vuelve a cruzarse con el británico, a quien ya dejó sin trofeo hace una semana en Buenos Aires.

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Alcaraz, actual número 2 del mundo, de nueva cerquísima de recuperar el trono, ha ido de menos a más en Río. There is in the semifinals, el chileno Nicolás Jarry, 139 del mundo engañoso porque hay tenis y del bueno en ese 1’98 de altura, fue esa víctima que le gusta al murciano.

Con unas enormes palancas en forma de brazo, Jarry llamó a la velocidad de golpeo. Tremendo servicio y manejo en su mano derecha (220 kilómetros como algo normal), pero también potencia de reves. Lo que tiene este Alcaraz es menos edad, ocho años, pero muchísimos más recursos. Que si el partido hay que hacerlo rápido, ahí está esa derecha velocísima que se saca de la nada, pero que si el rival propone eso mismo, también hay calma, bolas altas y profundas, cambios de ritmo con cortados y dejadas para desbaratar las opciones del oponente y comenzar a imponer su ritmo.

El costo mucho al murciano encontrara la formula que desactivara la confianza del chileno. Rapidísimo de movimientos, le cuesta poco armar el brazo y soltar un latigazo. Y se siente cómodo ahí, siendo el dueño del primer golpe, del ataque, de los saques y los vertiginosos restaurantes que roban tiempo de reacción al rival. Ahí sufrió Alcaraz, 3-0 abajo en apenas 12 minutos. Tierra batida, pero estilo de juego y tiempos de superficie dura.

Avisó Jarry con dos saques directos en el primer juego, pero también Alcaraz ganando los puntos con segundo servicio. Ahí se iba a decidir todo. In ver quién lideraba los puntos, in quién mandaba sobre quién. Y aunque comenzó inclinando la balanza el chileno a su favor, aprendió a leer los saques Alcaraz y, punto a punto, se fue metiendo en su cabeza. Incluso para desbaratar ese cierre del primer set que Jarry tenía con 5-3 y saque. Lanzaba puños el español, encontró la grieta del rival al resto y en blanco. Y la amplió con un turno de sacque imperial, también en blanco, once puntos consecutivos para empatar a cinco, para poner nervioso al chileno.

Sin embargo, este Jarry deambula por un ajeno su juego 139 del mundo. Al menos esta versión del chileno que se ha cultivado en estos días de tierra batida americana. Cerró la grieta de la confianza con otro par de restos superiores en el inicio del tie break. Con esa derecha que consigue abrir la pista, ángulo estupendo e inalcanzable para el español, que aguantó lo que pudo pero asentía al ceder el primer set, en una hora, ante la buena mano del rival, que lo estaba obligando a ajustar a las líneas y no siempre llegaron por dentro.

No iba a ser facil quebrar la confianza del chileno. Trece minutos resultó el primer juego del segundo set. Mucho más que un primer porque estuvo Alcaraz con 0-40 y le dio alas sumarlo su favor. Tuvo opciones de poner cierta ventaja, se aferró Jarry a su velocidad y su saque, pero el set estaba con el aire cambiado. A pesar de ese gesto extraño del español, que lanzó la raqueta al perer el segundo juego.

Empezó a cambiar la dinámica porque el murciano hizo pensar demasiado a Jarry, que ya no tiene el mismo nivel de rayano en la perfección de sus golpes de derecha. A pesar de someterse al nivel, de empezar a ganar confianza porque se encontraron los huecos, sufrieron el 2 del mundo. Enfadado consigo mismo porque desaprovechó una opción en el quinto juego: “si tienes una, llévala dentro”, se gritaba. Incluso obligado a llamar al fisio en el undécimo juego para masajear el muslo izquierdo. Pero estaba ahí, cerca de derribar el muro, porque ya lo restaba casi todo y eran excesivas las balas para Jarry. El chileno bajó la velocidad de sus saques, la efectividad de sus derechas, la cabeza. Cedió el segundo set, con su saque, y en blanco.

Ahí perdió Jarry, incómodo por detrás de la pelota del español, desequilibrado cuando el punto iba más allá del tercer intercambio y no era él quien atizaba primero. Resquebrajada la confianza, se abrió paso el Alcaraz más profundo y contundente, el que ya no se permisía ni un error, el que se divertía y pedía aplausos a une grada que lo adore ya en cualquier parte del mundo. En el primer set, será el 0-3 en 12 minutos; en el tercero, será un 3-0 en el 14. Como en el lugar de gastar energías, el fuera recuperando con el paso de los golpes y los juegos. Y fue un 4-0, agotado Jarry. Y fue un 5-0, anulado Jarry. Hubo un 6-0, imperial Alcaraz (26 victorias y 17 errores; por los 32 ganadores de Jarry), que se creó ante sus propias dudas y los vertiginosos latigazos del chileno.

Está Alcaraz tiene un solo paso de su segundo título en 2023, y de rozar de nuevo el número 1, pues en caso de ganar, empataría a puntos con Novak Djokovic (6.980), pero no desbancaría al serbio del trono de la ATP puesto que , en esta situación, prevalece por encima quien tiene más puntos ganados en grandes torneos (Grand Slams, Masters 1.000). En este caso, Gana Djokovic con 5.820 puntos por los 5.090 ganados por Alcaraz en este tipo de competición. El desempate real puede venir en la primera semana de marzo, cuando el serbio compita en Dubái y Alcaraz, en México.